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san francisco, 800 años después

Tui mantiene muy viva la huella del franciscanismo

Dos conventos y una capilla de la orden tercera resaltan la importancia de la orden en esta sede diocesana

Ya en el siglo XIV encontramos en el episcopologio tudense a un franciscano; se trata de Fray Simón (1324-1326). Tan breve como su episcopado fue, ya en tiempos de Felipe II, el de fray Francisco de Tolosa, procedente de las tierras cántabras (1597-1600). En cambio la presencia de fray Simon García Pedrejón duró un poco más (1674-1682); él había sido confesor real e instituyó, en la Casa de Misericordia, la Cofradía de Jesús Nazareno partiendo del objetivo de promover los ejercicios espirituales; es también, en su tiempo, cuando se toma la decisión de fundar aquí un convento franciscano. En fr. Lucas Ramírez Galán (1771-1774) contamos con el último franciscano al frente de esta sede.

Es con un benedictino como obispo de Tui, fray Anselmo Gómez de la Torre (1690-1722), cuando esta catedral levanta un nuevo coro. Es obra que se relaciona con Francisco de Castro Canseco y que se encuadra en los años finales del siglo XVII. Aquí el mundo franciscano, y otros más o menos relacionados con éste, tienen una presencia a considerar.

En primer lugar, a la hora de valorar esta sillería, ocupan los lugares principales, sobre los respaldos de los sitiales, además de Telmo, el patrono de la diócesis, los apóstoles Pedro y Pablo, y santos de referencia en el ámbito benedictino – Benito de Nursia, Anselmo, en lo general; Rosendo, Pedro de Mezonzo, pero, también, en lo propiamente galaico, la presencia de su episcopado , y particularmente del tudense, tiene, también en este caso, una relevancia especial; en ese sentido cabe contemplar a personajes, reconocidos como santos, tales como Epitacio, Evasio, Vimarasio, Vilulfo… Hay que decir que, cuando se toma la decisión de presentar en este lugar a tales santos, previamente, en tiempos del obispo Alfonso Galaz Torrero (1682-1688), se había hecho la revisión y expurgo del santoral diocesano. De esta forma la presencia de los aquí mostrados cabe entenderla, también, como una constatación formal de ese proceso de depuración realizado.

En tanto, en las pilastras, que se disponen entre los diferentes sitiales, se ubican – en espacios, por lo tanto, menores- figuras de la santidad universalmente reconocidas; es, pues, en este contexto, más general, en el que nos encontramos con las representaciones de Francisco de Asís, Antonio de Paula y Diego de Alcalá, en el ámbito propiamente franciscano. Pero el mundo de las órdenes nos lleva también a reconocer, en este mismo plano, a Bernardo de Claraval, Domingo de Guzmán, Francisco de Paula, Ignacio de Loyola, Juan de Dios, Francisco Javier, Francisco de Borja, Tomás de Aquino, Teresa de Jesús...

Ya en 1713 se documenta la obra del retablo de la capilla de San Pedro. Se debe al escultor Domingo Rodríguez de Pazos. Llama, en este caso, la atención, desde la perspectiva que nos ocupa, la existencia de tres relieves en la parte central, justo debajo de la hornacina que ocupa el titular del mismo; aquí se disponen tres espacios, perfectamente delimitados, diferentes; en los laterales se hace mención al Limbo y al Infierno y, en el medio, en una superficie mucho mayor, se nos muestra el Purgatorio, en clara alusión a las almas del Purgatorio, entre las que se distinguen todo tipo de jerarquías entre las que se incluyen el papado y la realeza, haciéndose, también, mención a los frailes por medio de figuras distinguidas por su amplias tonsuras. Hay que decir que, en este caso, son figuras angelicales las que redimen a las animas de los fuegos cuando, en otras ocasiones, esta temática se vincula, más bien, con el culto a la Virgen del Carmen y, también, al de San Francisco.

EL CONVENTO DE CLARISAS fija su origen por 1508. Tendrá como advocación la de Santa María de la Concepción. Inició su andadura como beaterio. Es el papa León XIII quien, en 1515, le otorga la precisa bula, integrándose en la Orden Tercera de Penitencia Claustral. Contará, posteriormente, con el apoyo del obispo Pedro Sarmiento (1523-1524) ya que le dona una parte de los antiguos palacios episcopales, inmediatos a iglesia de Santa María de la Oliveira; así comienzan las obras por 1524. Ya en 1545 se derribará aquel antiguo templo levantando en su sitio otro de carácter conventual al que, ya en 1629, se le adosarán, por su lado norte, una serie de dependencias conventuales, obra de la que se hace cargo Gonzalo Pérez, cantero de Tui, así como los carpinteros Alonso da Presa y Domingo González.

Por 1679 esa iglesia conventual amenazaba ruina y se proyecta levantar otra nueva, siguiendo una traza de Domingo Antonio de Andrade, de la que se harán cargo los canteros Benito de Pintos, de San Miguel de Marcón, Manuel González de Santa Cristina de Cobres, y el entallador Esteban Cendón, de Pontevedra.

La iglesia en cuestión se acomoda a una planta que cuenta con una nave y una cúpula, en el espacio inmediatamente anterior a la capilla mayor que responde a un formato cuadrangular y de menor anchura que la citada nave. Su portada se centra con una puerta adintelada sobre la que se dispone una hornacina presidida por una imagen de la Inmaculada Concepción y, más arriba, se halla la ventana que ilumina el coro alto, de buena dimensión; se remata con frontón, en cuya cima se ubica una cruz; cuenta con un campanario, de planta cuadrada, en el lado norte, sobresaliendo de la línea de la fachada y en el punto de enlace con lo demás del convento; en 1862 un rayo lo derrumba y el maestro Manuel Antonio González lo reconstruye en 1864, momento en que se hacen, también, otras reparaciones en el templo.

El retablo mayor es obra levantada en el episcopado de fray Anselmo Gómez de la Torre y atiende, en lo fundamental, a criterios relacionables con el taller de Francisco de Castro Canseco, tan activo en esta ciudad, con una obra tan relevante como el coro catedralicio. e estructura en tres calles en la que destaca, de forma sobresaliente, la central, por su modo de rematarse, en la parte media, con una exedra. Se monta sobre un elevado sotabanco bajo el que se abren puertas a los lados; aquí, en la parte central, se ubica, sobre el altar, el sagrario y el expositor, con un encuadre que resulta, estilísticamente y en lo cronológico, más avanzado que lo demás. A los laterales, en esta parte inicial, se muestran dos relieves; el del lado del evangelio presenta la escena de la Visitación; el de la epístola, la degollación del Bautista. En el primer caso podemos ver el encuentro de María e Isabel y, también, el de Zacarías y José, en ese momento, por lo tanto, previo al nacimiento tanto de Jesús como de Juan, quien protagoniza el otro asunto, y que es glorificado por la Iglesia como un "Ángel, Apóstol, Mártir, Profeta, Intercesor de la gracia antigua y nueva, de los nacidos honorabilísimo y ojo luminoso de la Palabra".

La planta de este retablo mayor resulta muy movida, con una columna salomónica en cada extremo y un par enmarcando la parte media, ligeramente retranqueada y presidida por la imagen de la Concepción a la que contemplan, dispuestos entre las citadas columnas, los evangelistas: Juan y Marcos, en el lado del evangelio; y Mateo y Lucas, en el de la epístola. Ya en el ático, y en esa parte central, se sitúa un Calvario, en tanto que, en ese mismo nivel superior y en los laterales, se nos muestra a Santa Ana, en el lado del evangelio, y, en el otro, a San Benito, patrono de la orden a la pertenece el prelado tudense de entonces. Por lo que se refiere a las devociones que se nos muestran en las calles laterales ha de tenerse en cuenta, en primer, lugar, que, en esa parte estructurada entre soportes salomónicos, hay, en cada lado dos alturas. La superior nos muestra a dos devociones femeninas franciscanas- Clara, en el lado del evangelio; Isabel de Hungría, al otro lado- y, abajo, otras dos masculinas – Francisco y Antonio de Padua, enumerados en el mismo orden.

Cuenta esta capilla con dos retablos colaterales, semejantes en su estructura, dispuestos a los lados del arco de ingreso a la capilla mayor y que han de ser realizados a continuación del anteriormente reseñado. Presentan un único espacio principal, entre columnas salomónicas, y, arriba, un ático, particularmente desarrollado, que muestra, en su parte central, sobresaliendo en altura, el lugar en el que, en cada caso, se dispone un arcángel. En el del lado del evangelio es éste sitio ocupado por Miguel – en su base dice: “QUIS/ UT/ DEUS”- , en tanto que, en la otra parte, quien ahí está es Rafael, sobre un pedestal en el que puede leerse: “MEDI/CI/NA/DEI”.

A los lados de Miguel, en un nivel ligeramente inferior, se nos muestra, a su derecha, a Juan Bautista, y al otro lado, a Santiago, en su condición de peregrino. En tanto acompañan a Rafael, en este caso, dos devociones propiamente franciscanas: la Beata Coleta, a su derecha, y Pedro de Alcántara, al otro lado. Desconocemos cuales fueron los cultos principales en ambos casos. Hoy preside el Sagrado Corazón de Jesús el del lado del Evangelio y la Virgen de los Dolores, el otro. En ambos casos estamos ante el resultado de un cambio promovido por 1866 al cedérsele el altar del lado del evangelio a la Asociación del Apostolado de la Oración y Cofradía del Sagrado Corazón de Jesús, fundada en ese año; de entonces procede tanto la imagen correspondiente, que había sido adquirida en Tours (Francia), como la de la Virgen, al otro lado. Es probable, en todo caso, que fuese esa misma devoción de la Virgen de los Dolores la que tuviese culto, desde un principio, en este altar del lado de la epístola.

Existen, también, retablos a los lados de la nave, en espacios encajados en las paredes y enmarcados por arcos. El que se corresponde con el lado del evangelio se estructura con cuatro columnas salomónicas – una en cada extremo y las otras dos delimitan la calle central- destacando ligeramente la calle central, en donde puede verse una imagen de la Virgen del Carmen. A su derecha, en el mismo nivel, se presenta una santa que debió tener, originariamente, en su diestra, la palma del martirio y, que mantiene, en la otra mano, un libro; puede ser ésta una representación de Catalina, en tanto que, al otro lado, es Lucía, también, mártir la ahí dispuesta. La escultura que centra la parte superior de este retablo nos remite, igualmente, a ese ideal del martirio ya que se trata de San Sebastián. Se corresponde este conjunto, también, con una cronología próxima al 1700. Este contexto devocional en clave de martirio lleva a hacer suponer que debió de ocupar este lugar una imagen a relacionar con el ciclo de la Pasión, quizás un Ecce Homo.

A un tiempo semejante, aún cuando con solución formal distinta, corresponde el retablo del lado de la epístola que preside, en la actualidad, una imagen de Nicolás de Bari. En este caso solo se cuenta con columnas salomónicas en los extremos en tanto que la hornacina central se acompaña de seis relieves – tres a cada lado-. Así, en tales espacios, se nos muestran, en un nivel superior, dos devociones masculinas – San Bernardo y San Buenaventura-; otras dos, también masculinas, en la parte media– Domingo de Guzmán y Tomás de Aquino-; y otras tantas femeninas, abajo -Brígida y Catalina de Siena-. Pues bien estos seis espacios, a vincular con el culto mariano, se contextualizan, adecuadamente, si se tiene en cuenta que, en el lugar hoy ocupado por San Nicolás de Bari estuvo, en un primer momento y hasta 1809, la Virgen da Oliveira; concretamente la imagen que se correspondía con el templo anteriormente ubicado en este mismo lugar. Tras perderse esta imagen en aquel contexto bélico vino a ocupar su lugar la de San Nicolás, procedente de una antigua capilla y que había sido trasladada a este convento ya en 1729. La devoción que, en este caso, ocupa la parte media del nivel superior es la de Cristo resucitado. Se ha atribuido este retablo a Francisco de Castro Canseco; es el círculo suyo, de hecho, el que explica el conjunto de retablos que aquí, se aporta: homogéneo y diverso, a la vez.

El edificio conventual se dispone hacia el lado norte de su iglesia configurando sus espacios construidos, en lo principal, una planta en L. La parte más antigua es la inmediata al templo, en una obra levantada, hasta la portería, a partir de 1629 por el cantero Gonzalo Pérez al que acompañan, en la labor, los carpinteros Alonso da Presa y Domingo González.

Se trabaja, en tanto, en la otra ala que configura la forma en L, por los años medios del siguiente siglo. Así puede deducirse de lo que se indica en un epígrafe que puede leerse en el dintel de una puerta dispuesta en ese lugar y que, intencionadamente, es visible desde el exterior. Dice así: SE HIZO/ SIENDO ABBA DA CATHALINA D. SN/ MIGEL. AÑO 1748. Y es que la estrecha calle que pasa por delante de la iglesia y el convento tiene enfrente una muralla que cierra un espacio conventual. Es más, el caminante ha de continuar su andar pasando por un túnel que acoge, bajo el convento, una escalera, para seguir adelante, de tal modo y encontrarse, al otro lado, con la parte posterior del convento. Por lo que se refiere al mirador que da a la Corredera se ha reedificado en 1828. Pues bien, en lo concerniente a la obra dieciochesca, se aprecia, en la misma, en su parte superior construida en cantería, formas propias de autores barrocos portugueses.

EL CONVENTO DE SAN ANTONIO se data en 1682 el inicio de la erección de este convento, ubicado fuera de murallas, en el lugar denominado como La Corredera y que se dedica a San Antonio. Se relaciona esta fundación con la búsqueda de un nuevo lugar para los franciscanos cuyo convento de Salvaterra do Miño había sido destruido en la guerra con Portugal, por 1642. Tras un tiempo de provisionalidad, y ya en 1684, se formalizan la debidas licencia, ante el obispo y el ayuntamiento, ocupándose de ello el Provincial de la Orden, Fray Antonio de Losada. Se reconoce, entonces, que la constitución de este convento “… será de toda utilidad a esta dicha ciudad, sus vecinos, y lo mesmo a los naturales de esta provincia para la educación y la enseñança de los estudios sin que neçesiten alejarse a espensas creçidas fuera de ella...”. Es Alfonso Galaz Torrero, obispo en Tui, quien apoyará esta implantación, incluso, en lo económico. Pero, aún siendo así el padre Castro, constataba, en 1722, que “…su fábrica se hizo con las limosnas de el Reyno de Galicia, con que se pudo conseguir, aunque con mucho gasto, y lentitud que esté mucha parte de el Convento hecha, pero le falta aún la Iglesia; si bien están ya sacados los cimientos, deseando los devotos verla perfecta. Desde sus principios es Casa de Artes para la pública enseñanza”.

La iglesia cuenta con tres naves y configura una cruz latina al disponer de un amplio crucero centrado por una cúpula semiesférica, con linterna, montada sobre pechinas. Tiene cabecera cuadrangular. También cuenta, a los pies, con una nave transversal, a modo de nártex. Su fachada, configurada con puerta sobre la que se dispone una hornacina y una ventana, cuenta con una data, en el dintel de la entrada, que dice: HIZÓSE ESTA OBRA - SIENDO GUARDIÁN EL RVDO. P./ AGUSTÍN CARPIN- TERO. AÑO 1728, lo que supone la datación del remate de la citada iglesia. Llama la atención el hecho de que el espacio dedicado al epígrafe esté partido por una voluta, al medio, en cuya parte central existe un motivo decorativo que no debe de pasar desapercibido; ya que se trata de un cordón franciscano. En la hornacina, en tanto, puede verse una imagen de su devoción primera: San Antonio. En los elementos decorativos que adornan tanto la puerta como la hornacina y las ventanas de esta fachada no deja de haber un lenguaje evocador del de Simón Rodríguez, arquitecto que trabaja para la orden en Santiago. Hay, también, una torre, en su lado norte, en el lugar de engarce, como suele ser habitual, con lo demás del convento.

Ya en el interior de la iglesia las naves laterales dejan lugar para cuatro retablos, en los tramos inmediatos al crucero, dos a cada lado; se abre el espacio, hacia la nave central, en todos los casos, mediante un arco. Tanto a los pies del templo como sobre las naves laterales se dispone el lugar dedicado al coro que cuenta, sobre las naves laterales, con un sistema de arquerías que abren su espacio en concordancia con los huecos de la parte inferior.

El retablo mayor es obra datada en 1741 y se ha relacionado, por su forma, con artífices portugueses, teniendo en cuenta el gran arco que ocupa su mayor parte. Se parte, para su estructuración, de cuatro columnas salomónicas gigantes, dos en los extremos y las otras dos enmarcando esa zona media; tiene aquí un gran protagonismo el culto a la Eucaristía y al Crucificado, dispuesto sobre una monumental peana; se trata, en este caso, de una figura articulada que sale en la procesión del Viernes Santo. Si en el espacio dedicado a expositor del Santísimo es San Antonio, el patrono, quien está ahí presente, en las calles laterales, entre los soportes salomónicos, se localiza a San Telmo, a la derecha de Cristo, en su condición de patrón de esta diócesis y, a la Virgen del Carmen, al otro lado. La presencia de San Telmo en esta iglesia viene ya de tiempos anteriores; en 1732, en el proceso de su santificación, se alude a un imagen suya “que estaba en el altar de San José… que tendría más de cien años”. Si el conjunto está rematado por la paloma del Espíritu, abajo, amparado por un dosel, se presenta el escudo de la orden franciscano sostenido por ángeles y, también, señalado por el gesto, desde otras figuras angelicales que se disponen hacia los extremos. También se recurre a formas de ángeles como soportes de las gigantescas columnas y en otras partes de un retablo que tiene un ilustre precedente en el mayor de San Bento da Vitória, en Porto (1703-1705) y, ya en estas tierras tudenses, en el de la parroquia de Santa Mariña do Rosal, que se pinta por 1729.

El siguiente retablo en ser ejecutado ha de ser el que se dispone en la nave de la epístola, en la posición más alejada del crucero. Se estructura, también, con columnas salomónicas delimitando su calle central en tanto que dispone de pilastras en los extremos, cerrando, de este modo, las laterales. Lo preside la Virgen de Valvanera. En función de este culto mariano, la imagen del santo que está a su izquierda puede responder a San Joaquín; de ser así, al otro lado, inicialmente – en el lugar que ocupa hoy un San Roque-, bien pudo estar representada Santa Ana. La cronología de este conjunto debe ser prácticamente similar a la del retablo mayor.

En un momento siguiente, posiblemente ya por la década de los sesenta de ese mismo siglo XVIII, se han de hacer los otros tres retablos de las naves laterales. Todos ellos conocen y aplican de diferentes modos la forma del estípite. El otro de la nave lateral del lado de la epístola otorga culto a la Virgen de los Dolores; el que en su parte superior se nos muestre una Santa Faz incide en la idea de que siempre debió de ser este el culto a María que le ocupó.

Enfrente, en la nave del lado del evangelio, los retablos tienen tres calles. El más inmediato al crucero cuenta con la devoción a Santa Bárbara como principal. Un busto relicario suyo ocupa una primera altura, sobre su altar, y encima, hay otra representación suya, de cuerpo entero. A los lados, en este caso, están Santa Mónica – distinguida por el anagrama de Jesús, con la cruz, en el pecho-, a su derecha, y San Blas, a la otra parte.
El otro retablo del lado del evangelio se dedica a la Sagrada Familia ya que se dispone al Niño Jesús, en el centro y a la Virgen y a San José, en los laterales. San Diego de Alcalá se muestra arriba, en la calle central, con un pan en la mano, tal como se presenta, entre otros lugares, en la iglesia de Herbón.

También han de entenderse como de un mismo tiempo los dos retablos colaterales, en el crucero. Ambos responden al conocimiento de lo rococó y deben de encuadrarse a principios de los setenta. Están documentados por un pleito, fechado en 1778, en el que se alude a “… Alonso de Ávila, maestro de escultura y vecino de la villa de Bayona, que se halla en esta ciudad sentando los altares colaterales que trabajo para el convento de S. Francisco de ella”. El hecho de que el del lado de la epístola presente en su parte alta dos escudos franciscanos – el de los brazos y el de las llagas- parecen acreditar que se patrocinó con limosnas. Cuenta éste con una relieve con las ánimas del purgatorio en el lugar propio del sagrario y, por lo tanto, en la base de la hornacina central; el hecho de que sobre las figuras de las ánimas se dispongan los clavos de Cristo inciden en la idea de la pasión redentora de Jesús, repitiéndose el tema de los clavos en el frontal del altar, lo que hace suponer una imagen del Señor, en relación con la Pasión, en ese espacio central ¿ Podría ser éste un altar dedicado al Ecce Homo, devoción tan popular entre los francicanos? Hoy, en ese sitio prioritario está una imagen del Sagrado Corazón de Jesús. En las calles laterales se presentan San Benito y San Antón Abad; y, arriba, San Antonio mostrado como predicador.

Del otro retablo del crucero, similar en su estructura al anterior, sabemos, además cual fue su devoción principal – San Diego de Alcalá- y quien promovió aquí su culto, Domingo de la Fuente, natural de Ciempozuelos, regidor de Tui y marido de Benita Patiño; es a esta fundación a la que nos remiten los escudos que se disponen coronando, en este caso, el retablo teniendo, en esa misma parte alta, en su centro, la imagen de San Francisco, con sus estigmas. Abajo, en donde estuvo originariamente San Diego de Alcalá – que sería trasladado a la capilla de la Misericordia, también en Tui-, está hoy la Inmaculada. En las calles laterales se disponen las imágenes de los también franciscanos, San Jácome de la Marca y San Juan de Capistrano. El que, en este caso, en el frontal del altar se puedan ver flores no deja de ser un atributo vinculable a la que fue aquí la devoción originaria primera: San Diego de Alcalá.

Otras devociones como las de San Pascual Bailón y de la Virgen de Fátima, completan el repertorio devocional en el que también ha de citarse la presencia de un vía crucis. También hay una imagen de San Francisco en la sacristía. Se perdió, por otra parte, una buena sillería de castaño, del siglo XVIII.

LA EDIFICACIÓN CONVENTUAL se dispone al lado norte de la fachada y se desglosa en torno a un claustro que se estructura, en su nivel inferior, por medio de arcos de medio punto que se sostienen sobre columnas toscanas. Ha de ser obra a encuadrar en los primeros años de presencia franciscana en Tui, debiendo, por lo tanto, de levantarse entre 1682 y 1722, aproximadamente.

Este convento tuvo importantes perdidas en 1809 y, también, con la desamortización, momento en que su rica biblioteca fue expoliada. Será en 1850, en tiempos del obispo Fr. Francisco Casarrubios y Melgar (1826-1855), de la orden cisterciense, cuando se asiente aquí el seminario; ésto llevó a que, en diversos tiempos, se agrandase su espacio, también en altura. Será en 1921 cuando se disponga el monumento al Sagrado Corazón de Jesús centrando el claustro.

LA CAPILLA DE LA VENERABLE ORDEN TERCERA se dispone en línea con la fachada de la iglesia, hacia el sur. Tiene planta rectangular y se accede a la misma desde el interior del templo, a partir de esa nave transversal que se dispone a sus pies. Se trata de un añadido que se fecha en 1777 al hacerse cargo de su construcción, entonces, José de Areal, vecino de Tui, y Andrés de Orxe Corbacho, natural de Pontecaldelas.

Cuenta con un retablo ecléctico, de tres calles, en el que se muestra, también, el escudo franciscano. Hoy lo preside una pequeña cruz y tiene, a los lados, imágenes de San Francisco y San Antonio. Un Ecce Homo, sedente como paso procesional, se ubica a un lado. Una imagen de Santa Cecilia se presenta a los pies de esta capilla.

Epigrafe

IGLESIAS ALMEIDA, E., MÉNDEZ CRUCES, P., Evocación histórica de la ciudad de Tui y sus antiguas ruas, Tui, Museo y Archivo Histórico Diocesano, 1990

ÁLVAREZ FERNÁNDEZ, D., El retablo barroco en la antigua diócesis de Tui, Pontevedra, Diputación Provincial de Pontevedra, 2001.

PEREIRA MOLARES, A. M., La arquitectura civil y religiosa de la diócesis de Tui. Siglos XVII y XVIII, Santiago de Compostela, Universidasde de Santiago de Compostela, 2002.

IGLESIAS ALMEIDA, E., El monasterio de las Hermanas Clarisas de Tui. Un importante capítulo de la Historia de la Ciudad, Tui, Gráficas Juvia, 2002.

http://www.turgalicia.es/fotos/IMAGENES/FLASH/ARQUITECTURARELIGIOSANP/vtour_tui/index.html

http://www.turgalicia.es/fotos/IMAGENES/FLASH/ARQUITECTURARELIGIOSANP/vr_45_santaclaratui/index.html


http://www.turgalicia.es/fotos/IMAGENES/FLASH/ARQUITECTURARELIGIOSANP/vr_77_sanfranciscotui/index.html

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03 ene 2015 / 18:33
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