Carreira Pedestre Popular de Santiago
De los dorsales de cartón a una salida peligrosa: cómo la Pedestre supo adaptarse a los tiempos
Los dorsales de cartón, los escapularios y los peligros en la salida o con los vehículos son historia en una prueba que supo adaptarse a los tiempos y aprovecharse de los adelantos

La carrera avanzó con las tecnologías para dar más comodidades a los atletas

La Carreira Pedestre de Santiago celebra este 26 de octubre su edición número 46, para la que las inscripciones siguen abiertas. Lejos queda aquel 22 de octubre de 1978 en el que la carrera echó a andar de la mano de EL CORREO GALLEGO. Aquella valiente apuesta por el deporte tomaba forma con un paso firme. En aquella ocasión fueron 2.500 los atletas que partieron de la Praza do Obradoiro con la ilusión de llegar a ese mismo lugar después de recorrer doce kilómetros. Era toda una incógnita saber cuántos alcanzarían la meta situada en uno de los arcos de los soportales del consistorio, ya que para muchos era su primera competición vestidos de corto.
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Pero aquella salida desde el Obradoiro pronto sería historia. Nada más arrancar los corredores se enfrentaban a un peligroso embudo en la esquina del Hostal dos Reis Católicos que provocaba empujones y alguna caída con un evidente riesgo para los corredores. Por eso la prueba después partió de San Francisco, justo desde delante de la fachada de la Facultad de Medicina, pero el aumento de número de participantes aconsejó que, posteriormente, la salida se efectuara desde el principio de la avenida de Xoán XXIII hasta llegar a la ubicación actual.
Aquella primera edición también fue diferente. La temible cuesta de Vite no lo fue tanto ya que en esa ocasión los atletas descendieron sus empinadas rampas nada más superar la avenida de Xoán XXIII. El recorrido actual nada tiene que ver con el trazado de aquella prueba atlética de 1978.

La carrera avanzó con las tecnologías para dar más comodidades a los atletas
Los cambios para mejorar todo lo que rodea esa prueba fueron continuos e incluso afectaron al propio director de carrera, ya que el entonces responsable, el siempre añorado Suso Alonso, dejó a uno de sus mejores pupilos al frente, Guillermo Carvajal, que hoy presume con orgullo de los conocimientos adquiridos gracias a su gran maestro.
Los dorsales, en aquellos primeros años de la Carreira Pedestre se hacían a mano, en cartulinas de cartón con el número pintado con rotulador. Los participantes se agolpaban a las puertas de la sede del rotativo santiagués, por aquel entonces en el número 29 de la calle del Preguntoiro. Las largas colas se diluían poco a poco entre niños y mayores que abandonaban las instalaciones del periódico con aquel trozo de cartulina y los imperdibles imprescindibles para poder ser identificados durante la prueba. Fue así hasta el año 1985, cuando se empezaron a utilizar los dorsales de tela y con el paso del tiempo incluso ya se personalizan con los propios nombres de los participantes. Hoy en día casi todas las inscripciones se realizan vía online y los dorsales se recogen en la propia plaza do Obradoiro en los momentos previos a la carrera.
Los premios también sufrieron variaciones. La cantidad económica fue creciendo con el paso de los años pero la decisión más importante fue la de igualar los premios de los hombres y de las mujeres, siendo una de las primeras carreras en hacerlo.

La carrera avanzó con las tecnologías para dar más comodidades a los atletas
Los cambios más importantes llegaron de la mano de los avances tecnológicos. Y es que la informática facilitó mucho la labor de los organizadores de la prueba deportiva por excelencia de la capital gallega. Los jueces apenas podían disfrutar de la comida oficial porque incluso las clasificaciones se elaboraban con las máquinas de escribir de la época. Y que decir de las largas colas que se formaban en la línea de meta al ser imposible recoger los dorsales de quienes llegaban en pelotón.
La recogida de los dorsales se hacía a mano hasta que la incorporación del chip puso fin a uno de los problemas que más disgustaba a los atletas, que llegaban sudorosos tras el esfuerzo y tenían que permanecer parados durante minutos. El chip, atado a la zapatilla, era también válido para certificar el paso de los atletas por los puntos intermedios dejando así en el olvido aquellos escapularios que se entregaban en un punto del trazado y que era imprescindible llevar al cuello en la línea de meta. Era el método utilizado para detectar a los tramposos. En la actualidad el chip ya no se ata a la zapatill, sino que va detrás del dorsal.
Y también hubo importantes cambios en lo que se refiere a la seguridad tanto de los deportistas como de los propios espectadores, protegidos ahora por vallas en varios puntos del trazado. Siempre fue uno de los temas que más preocupó a la organización y por esa razón decidió recortar de forma muy notable el número de coches que circulan en carrera, hasta el punto de que ahora se limita exclusivamente al coche que va en cabeza portando el cronómetro oficial y a los vehículos de la propia Policía Local.
La carrera compostelana no es lo que era en aquellas primeras ediciones pero nunca perdió esa esencia popular y la ilusión tanto de los que participan como del público que cada año sale a la calle a animar. Porque para Santiago el último domingo de octubre se convirtió en un festivo más.
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