El primer coworking gallego de alimentos está en Brión y atrae a 118 colaboradores, algunos de Vigo

Lleva tres años funcionando para elaborar desde masas a conservas, zumos o polvorones // Se extreman las medidas de limpieza, formación y garantías sanitarias // Venden entre particulares y a los comedores de Ames

Usuarios en las instalaciones de Daquí Darredor en una visita

Usuarios en las instalaciones de Daquí Darredor en una visita / CEDIDA

A finales de 2019 comenzaba su actividad el primer espacio colaborativo, coworking, dedicado a procesar alimentos en Galicia: el brionés Daquí Darredor, sito en la urbanización Monte Balado. Hoy, tres años y medio después, suma ya 118 productores, muchos de A Maía, pero también de Rois, Negreira, Teo, Santiago, Vedra, Outes, A Baña e incluso Vigo. Y la clave puede que la tenga una de sus primeras integrantes, la agricultora Carme Freire, al atestiguar que “véndese todo”.

Freire muestra unos fermentados, similares al queso vegano / ECG

Freire muestra unos fermentados, similares al queso vegano / ECG / Marcos Manteiga

“Ao principio eramos dezanove persoas, e agora xa temos unha ducia máis pendentes de entrar”, continúa Freire, acompañada por la edila brionesa María Guarina Rey. Forma parte de un proyecto gestado en la época del alcalde José Luis García, y que convirtió en realidad la Diputación, aportando el 80% de los 213.266 euros necesarios. El resto lo puso el Concello, que gestiona las instalaciones, promueve formación y promociona este espacio. En él tienen, además, una línea de vegetales y otra de cereales, para hacer masas.

Freire, a la izquierda, y Rey en el acceso al lagar del coworking / ECG

Freire, a la izquierda, y Rey en el acceso al lagar del coworking / ECG / Marcos Manteiga

Lo realmente interesante de esta iniciativa no sólo es que sus materias primas provengan del campo gallego, sino las garantías que se introducen en todo el proceso de transformación de, por ejemplo, unas fresas en mermelada. En primer lugar, quien desee emplear el servicio tiene que conocer el código de acceso a las instalaciones, que va ligado al registro sanitario de sus productos para asegurar la trazabilidad. Cuenta, asimismo, con una zona de oficinas con sistema informático para que quede registrada toda la actividad que cada individuo realice en las instalaciones: esto es, desde la fecha de entrada y salida de los productos hasta la cantidad de energía que se gasta en procesarlos o la maquinaria usada, “e cada produto leva unha ficha, co documento sanitario”, dice.

La limpieza también es continua, no solo la ordinaria de las instalaciones, al menos una vez a la semana por personal municipal (aparte de que cada usuario debe dejar la zona usada en perfectas condiciones), sino que un técnico especializado acudirá cada vez que se superen las cincuenta horas de uso, tomando muestras para asegurarse de que no existan microorganismos en el local. “E sen esquecer que é obrigatorio facer cursos previos de uso de máquinas, temas sanitarios e riscos laborais, dunhas sesenta horas en total”.

Y si hasta ahora apenas se han enumerado las garantías que Daquí Darredor ofrece tanto al consumidor como a los profesionales del campo, el apartado de la elaboración es, si cabe, aún más completo. Se elaboran zumos y fermentados –una suerte de queso vegano–, pero también polvorones, pizzas, crema de cacahuete, conservas de tomate, mermeladas... “Todo ten boa saída e no meu caso, por exemplo, fago zume de limón, uns 1.200 litros a partir de 400 quilos”, añade Carmen Feire.

Quien lo desee puede, además, añadirle una etiqueta tipo con el logotipo del coworking. Actualmente cada usuario vende su producción directamente, tanto a particulares como a comedores escolares (de Ames) e, incluso, a restaurantes (hay tres que se sumaron al proyecto). Y si le quedan dudas, también organizan un mercado (viernes de tarde).