Una cantera ganadera en Lalín para asegurar el relevo generacional del rural
Lalín volverá a reunir este verano a decenas de niños y jóvenes en la Escola de Iniciación de Futuros Gandeiros, una experiencia de convivencia rural y formación práctica que apuesta por la ganadería como opción de vida, con dos ediciones de cinco días cada una, una en julio y otra en agosto

Jóvenes en una de las ediciones anteriores. / CEDIDA
Mario Fajardo
La finca de Mouriscade, en Lalín, volverá a ser este verano un punto de encuentro para la juventud rural. Con dos nuevas ediciones de la Escola de Iniciación de Futuros Gandeiros, la Federación Frisona Galega (FEFRIGA) y el Club de Xóvenes Gandeiros, con la colaboración de la Cooperativa Rural Gallega y la Diputación de Pontevedra, apuestan por formar con ilusión y práctica a quienes podrían convertirse en el futuro del campo gallego.
«Queremos que los jóvenes le cojan cariño al ganado, que vean que es una forma digna de ganarse la vida», resume Manuel Sandamil, presidente de FEFRIGA. Sandamil forma parte de este proyecto que, tras un largo parón, se reactivó en 2022 con una apuesta decidida por implicar a la juventud en la ganadería. Lo que comenzó casi como una prueba —con una única edición en Touro en el año 2022— ha evolucionado hasta consolidarse con dos citas anuales, en julio y agosto. Este año, las dos tandas de la escuela se celebrarán del 28 de julio al 1 de agosto, y del 18 al 22 de agosto. Cada una cuenta con casi 30 participantes, con edades comprendidas entre los 8 y los 25 años.
Durante cinco días, los jóvenes conviven en el albergue de Lalín, muy próximo a la finca de Mouriscade, y se forman en el manejo de vacas: conocerlas, domarlas, cuidarlas, prepararlas para concursos y entender las dinámicas de una granja profesional. Se crean grupos mixtos entre quienes repiten edición y los que se estrenan, con un acompañamiento personalizado. «Puede que un niño de 12 años con varias ediciones tenga más soltura que un joven de 18 que llega por primera vez», explica Sandamil.
Durante la escuela, los jóvenes participan en diversas actividades que combinan aprendizaje técnico y valores. Se les enseña a conocer cada parte del animal y cómo prepararlo correctamente para concursos y cuidados diarios. Los más pequeños trabajan con animales ya domados para evitar riesgos, mientras que todos colaboran en tareas como el lavado, el pelado y la preparación de las camas para el ganado. El objetivo es que, además de adquirir habilidades prácticas, los jóvenes desarrollen confianza y respeto hacia los animales, y valoren el trabajo y dedicación que implica la ganadería.
Aunque la mayoría de los participantes tienen algún vínculo familiar con el mundo rural, también hay espacio para los curiosos. «El año pasado vino un chaval de Barcelona; este, uno de Madrid. Y repite alguien del País Vasco», destaca con orgullo el presidente de la federación. La convivencia y las amistades que nacen entre jóvenes de diferentes pueblos y provincias son otro de los activos intangibles de esta escuela.
«Ver a los niños felices con los animales nos hace sentir orgullosos»
La Diputación de Pontevedra juega un papel clave en este proyecto, cediendo el uso de la finca y colaborando económicamente con la organización. «Nos dan facilidades para usar los animales, los espacios… y así poder centrarnos en enseñar. Es muy difícil encontrar otro sitio así en Galicia, tan bien conectado y con tanta disponibilidad», reconoce Sandamil. En cada edición se trabaja con alrededor de 20 animales con los que la granja les permite trabajar al margen de sus tareas diarias, lo que permite a los jóvenes tener una experiencia práctica real, en la que son los encargados del cuidado de dichos animales. La experiencia ya ha dado frutos: algunos jóvenes de las primeras ediciones trabajan hoy en el sector, y algunos incluso llegaron a representar a España en un concurso internacional en Bruselas, donde lograron el primer puesto frente a países punteros.
A medio plazo, la federación no contempla aumentar el número de plazas por edición, pero sí abrir una tercera convocatoria anual si la demanda lo permite. «Más de 30 chavales por grupo sería difícil de manejar bien. Preferimos mantener la calidad y crecer poco a poco». A nivel personal, Sandamil admite que este proyecto le llena de satisfacción: «Ver a los niños, tan pequeños, felices con los animales… nos hace sentir orgullosos».
Una mirada al futuro del sector
Sandamil se muestra optimista con el futuro de la ganadería en Galicia: «La evolución del sector en los últimos 10 o 15 años ha sido excepcional, tanto a nivel tecnológico como de profesionalización del propio ganadero». Destaca avances como la robotización o los nuevos sistemas de ordeño en las granjas, y subraya que Galicia se ha convertido en una región referente en producción: «Somos una de las zonas europeas con mayor producción de leche, la séptima u octava. Viene gente de muchos países a ver nuestras granjas».
Aunque reconoce que en la actualidad hay menos explotaciones que antes, asegura que «se mantiene la producción, se crece y se moderniza». En este contexto, la escuela representa una apuesta para formar y motivar a los jóvenes, aportando un granito de arena en el relevo generacional que necesita la ganadería gallega.
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