El circo en O Milladoiro desde dentro: «Es nuestra adicción»
Los artistas de Evolution Circus, Diogo Amaral y Patricia Cadima, nos cuentan qué les llevó al espectáculo y cómo se vive el día a día

Diogo y Patricia, artistas de Evolution Circus / Antonio Hernández
Mario Fajardo
O Milladoiro acoge estos días Tradition, el gran espectáculo del Evolution Circus. La carpa instalada junto al Centro Comercial Novo Milladoiro atrae a grandes y pequeños con una propuesta que combina tradición y modernidad. «Nos llamamos Evolution Circus porque queremos evolucionar siempre», explican desde la compañía. Esa evolución también llega a la manera de darse a conocer. «A lo mejor ya no hay tanta cartelería en la calle. Ya invertimos más en redes sociales, periódicos, radio», cuenta Diogo Amaral, cómico del grupo.
Diogo es un joven portugués de 27 años que siempre tuvo clara cuál era su vocación. «Desde pequeño sabía que quería ser artista de circo. Mientras lo normal es jugar a la Play, yo jugaba al circo», recuerda. En su familia no hay antecedentes que le liguen al mundo del espectáculo. Su padre es electricista, y su madre trabaja en un hospital. Sin embargo, para el pequeño Diogo «siempre estuvo claro que quería ser payaso». Nació en Lisboa, donde con 15 años empezó su formación en Chapitô, una escuela portuguesa que une teatro y artes circenses, y a los 16 años entró en Evolution Circus. Hoy, además de actuar, se ha formado para poder encargarse de la iluminación, el marketing y parte de la técnica. «Todos hacemos un poco de todo, es como un trabajo de familia», explica.
Una de sus compañeras es Patricia Cadima, trapecista y acróbata de 33 años. Su caso es diferente al de Diogo, el espectáculo es tradición en su familia. «Sí, yo ya soy la tercera generación de circo». Desde pequeña presenciaba los ensayos y las actuaciones, lo que la llevó a querer ser parte de ello.
«Empiezas como un juego y vas haciendo varias cosas. Un poco de malabares, un poco de elasticidad, un poco de lo otro… Y tú después ya, conforme vas creciendo, vas viendo qué se te da mejor y qué es lo que te gusta» indica la acróbata. A pesar de ser de familia portuguesa, se ha criado en España, ya que sus padres trabajaban aquí.
El equipo de Evolution Circus tiene un bloque principal de 10 personas, a las que añaden un grupo de artistas que contratan únicamente para las giras. Durante las semanas que pasan recorriendo pueblos, viven en caravanas, y el resto del año regresan a Portugal, donde rehacen ideas y preparan nuevos espectáculos.

Diogo y Patricia momentos previos a una actuación en O Milladoiro / Antonio Hernández
Preparar una actuación como la suya no sale de un día para otro. «Siempre tenemos muchas ideas, vamos escribiendo y después, cuando hay que sacarlo a la luz, nos juntamos todos y uno se encarga del guión, otro de la contratación de artistas, otro de la iluminación, del sonido... Yo diría que para sacar una función a lo mejor tardas unos siete meses» relatan. Sin embargo, los ensayos no pueden realizarse tanto como les gustaría. «Nosotros no podemos tener aquí a los artistas para ensayar siete meses, cuando ya tenemos todo preparado juntamos a todos los artistas y a lo mejor en dos semanas lo ensayamos» señalan.
En ocasiones, sienten que su trabajo no está valorado .«Llevamos nuestras casas en la espalda. Al igual que una persona normal, tenemos que tender nuestra ropa y demás, por eso vallamos alrededor de la carpa para tener un poco más de privacidad, pero en momentos sentimos que nos miran como con un poco de desprecio», confiesa Diogo. A pesar de esas situaciones, en el fondo se quedan con los aplausos que reciben. «Aunque vivamos del dinero, como todos, al final una ovación es muy buena para un artista y no hay que ser hipócrita. Eso es súper importante, yo siempre digo que ese es mi bonus, es mi extra» argumenta el cómico.
«El circo es familia, esfuerzo y emoción»
Cuando hablan de su trabajo, tienen clara cuál es su misión. «Si estás un poco triste, haremos de todo para que te olvides de tus problemas. A lo mejor tienes mil y peores que los nuestros, pero intentaremos que esas dos horas lo disfrutes». Lo que más les emociona es inspirar a los más pequeños. «Hay veces que salen y te dicen, ‘cuando sea mayor quiero ser trapecista como tú’, o ‘quiero ser acróbata’, o ‘quiero ser payaso’. Eso te llena bastante», cuentan sonrientes.
Ambos coinciden en que la relación que se establece con el circo es única. Patricia lo resume en una frase: «El circo tiene algo que no puedes soltar. Es esfuerzo, es familia, es emoción». Y Diogo añade: «Podríamos dedicarnos a otra cosa, pero esto es lo que nos llena. El circo es nuestro vicio, es una adicción, y no saldrás de ella».
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