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A Pobra retoma la procesión de las mortajas, que data del siglo quince

Un alcalde de la época, Juan de Linares, dio pie a la tradición tras indultar a cuatro reos

Como cada tercer domingo de septiembre, la localidad de A Pobra revivirá una tradición religiosa que se remonta al siglo XV. Miles de personas tomarán este domingo las calles del centro para participar en la procesión de las mortajas de la festividad del Nazareno, caminando tras la imagen a lo largo de un itinerario de dos kilómetros.

Unos portarán féretros ofrecidos por familiares y otros agradecerán la intervención divina ante alguna enfermedad vestidos con hábitos morados y portando grandes cirios, en algunos casos, descalzos. Las personas que hacen tal promesa visten durante todo el año un hábito que se convierte en su atuendo cotidiano, incluso para ir de boda o al mercado.

El origen de la procesión del Nazareno, que algún año llegó a reunir a unas 50.000 personas, se remonta al siglo XV, cuando Juan de Linares, alcalde de la villa de Deán (hoy parroquia del municipio), había condenado a muerte a cuatro bandidos. Tras firmar la condena, se sintió muy enfermo y rogó por su salvación. Llamó a un carpintero pidiendo un féretro a su medida y, al día siguiente, caminó en la procesión tras el ataúd que portaban los reos. Al llegar al atrio de la iglesia, los indultó.

La procesión del Nazareno de A Pobra tarda dos horas en recorrer dos kilómetros por las calles del centro. La ofrenda de quienes superaron una grave enfermedad o se libraron de la muerte consiste en caminar tras el féretro que portan sus familiares.

El que fue cura de la iglesia pobrense de O Castelo, Nicolás Garrido (que falleció en 2007) prohibió a su llegada a la parroquia en el año 1962 la costumbre que tenían los fieles hasta entonces de colgar billetes en la imagen del Nazareno. Además, optó por organizar el alquiler de los féretros y los hábitos de los ofrecidos al Nazareno, así como la venta de cirios, estampas e imágenes. Los ataúdes son subastados en régimen de alquiler a precios que oscilan entre los 50 y los 200 euros.

Las toneladas de velas que los fieles depositan al pie de la imagen del Nazareno vuelven a ser compradas a la Iglesia por sus vendedores.

Durante los dos últimos años, las restricciones motivadas por la pandemia obligaron a aparcar la multitudinaria procesión, convirtiendo la Plaza Alcalde Segundo Durán en un gran templo abierto en el que cientos de fieles asistieron a las tres misas oficiadas en el marco de esta festividad.

Con todo, el año pasado sí hubo al pie del altar un ataúd, alquilado por una mujer de Boiro para pedir al Nazareno por la sanación de su hijo. Este año volverá a haber procesión de mortajas; de momento está confirmado que habrá al menos cuatro féretros.

delegribeira@elcorreogallego.es

16 sep 2022 / 01:00
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