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PENITENCIA. Pintxos, Kir’s, Ceos, Toxo o Alumea son algunos de los locales que soltaron la pesada cruz en el camino tras catorce meses de crisis sanitaria // El sector alza la voz rogando por más ayudas y más rápidas // Claman por su ‘desenclavo’ y temen que el verano sea su condena al infierno TEXTO Suso Souto

El viacrucis de la hostelería del Barbanza

¿Quién no se confesó alguna vez con el hostelero de su parroquia? ¿Quién no hincó alguna vez los codos en la barra de un bar, como si de un altar se tratase, rogando bebida para el sediento o comida para el hambriento? No; no es una herejía. Es la crónica del viacrucis de un sector que en Barbanza está formado por unos 400 locales que dan trabajo a entre 1.750 y 2.000 personas (según se trate de temporada alta o baja).

Tras 14 meses de calvario, el sector se siente “más vulnerable y desprotegido que al principio de la pandemia”, señala el secretario del colectivo de Boiro-Rianxo, Quin Riveiro. “Y es que, más allá de la exención de algunos impuestos por parte de los concellos, las ayudas al sector tardan en llegar y son insuficientes. Durante el cese de actividad o pese a tener a empleados en ERTE, los hosteleros tenemos que seguir afrontando gastos”, comenta. “Ayudas, por cierto, de farragosa tramitación y cobro lentísimo (muchas aún pendientes de abonar). Y hubo además anuncios engañosos, publicitando como nuevas ayudas las que sólo son para quienes no solicitaron la primera”, apostilla Riveiro.

“Una ayuda de 2.000 euros en 14 meses no da ni para pagar la luz”, añade Antonio Lijó, directivo del colectivo de Ribeira, para quien “los que están manteniendo abiertos muchos locales son los ICO, que hay que pagar. Y, cuando se acaben...”.

EL PRENDIMIENTO. Representantes de los colectivos de hosteleros de Ribeira, Boiro, A Pobra y Rianxo (que agrupan a más de 120 asociados) hicieron balance ayer de su viacrucis desde el prendimiento de la población (el confinamiento de marzo de 2020). Algunas normas no están exentas de misterio para ellos. “Dentro de una vivienda sí pueden estar cuatro personas no convivientes, pero dentro de un bar, ninguna. Me cuesta creer que un médico decida eso”, dijo Pablo Losada, profesional de A Pobra, quien recordó también el calvario que sufren los empleados sometidos a ERTE por los frecuentes retrasos en los cobros: “Muchos de ellos también tienen hipotecas e hijos”, manifestó.

LA CRUCIFIXIÓN. Asimismo, pusieron de manifiesto el peso de algunas de las medidas sanitarias que se fueron encadenando y que contribuyeron a su crucifixión: la obligación de hacer desinfecciones o de colocar carteles; las limitaciones de aforos; la prohibición de servir en barra; el cierre del interior en nivel alto; las multas; la exigencia de medidores de CO2... “Se nos trasladó la responsabilidad de vigilar el cumplimiento de las normas sanitarias; y nosotros somos trabajadores, no policías. Necesitamos ayudas, no multas”, señala Antonio Lijó.

PECADOS Y PENITENCIAS. En Boiro, la Policía Local impuso doce sanciones a hosteleros desde diciembre por saltarse las restricciones; la de Rianxo realizó en lo que va de año 1.002 inspecciones en bares y restaurantes (sólo hubo 3 infracciones).

EL MARTIRIO Y LA MUERTE. Empresarios y empleados viven en una montaña rusa. Ribeira sigue en el nivel alto de restricciones; A Pobra, en el máximo; y Boiro y Rianxo, en el medio. “Nuestros negocios siguen con grandes limitaciones que impiden su rentabilidad, y con la incerteza de que haya algún contagio más adelante, en julio o agosto; con la actual política de la Xunta de cortar por lo sano en capa ajena, sería el desastre total. No se pueden mantener los mismos criterios de hace 14 meses: las circunstancias son muy diferentes”, indica Riveiro, quien teme que el verano se acabe convirtiendo en un infierno. Y añade: “encima, no podemos planificar la temporada estival, pues no se pueden hacer contrataciones teniendo ERTE”.

En este largo viacrucis soltaron la pesada cruz locales como el Pintxos, el Kir´s, el Ceos, el Toxo, el Alumea...

LAS ORACIONES. La Corporación pobrense publicó ayer una declaración institucional en la que señala que “as consecuencias das medidas de prevención que foi necesario establecer teñen un impacto moi negativo a nivel socioeconómico” y que “a hostalería leva sufrindo continuos cambios na normativa e nas medidas de prevención que se lle aplican, sucedéndose nalgúns concellos peches parciais e totais, co interior en uso ou clausurado”. “Tamén se está a producir un retraso nada recomendable entre o momento no que se decide o cambio de nivel e o intre a partir do cal se aplica o novo de restrición, que chega a ser de 3 días. É preciso axilizar os cambios e adoptalos da maneira máis inmediata posible, pois chegan a darse situacións nas que un concello sube de nivel cando xa está en tendencia decrecente na evolución do número de casos”, prosigue.

Finalmente, pide que la Xunta “revise as medidas de prevención que se establecen nos diferentes niveis de restrición” y que para la hostelería “se rebaixen as medidas, desbotando o peche total en calquer nivel e autorizando sempre unha parte tanto do interior como do exterior”.

JUSTOS POR PECADORES. Los empresarios lamentan que “a día de hoy, pese a estar localizados los contagios, a la bajísima presión hospitalaria y de UCI’s, al avance de la vacunación y al descenso de sintomatología severa en los brotes, la única respuesta sigue siendo cerrar la hostelería, llegando al punto surrealista de que los brotes se dan en otros sectores (o en el ámbito privado), que siguen abiertos sin restricciones o con un relajado control, mientras que por esos contagios se nos cierran o limitan nuestros negocios”.

FE EN LA RESURRECCIÓN. El sector sostiene que “la estrategia debe pasar por identificar, diagnosticar, aislar y rastrear cuanto antes los contagios, no por cerrar negocios que nada tienen que ver con ellos” y demanda más rapidez en la vacunación en las Rías Baixas: “Es muy sencillo comprobar en el mapa de incidencia que a diario publica el Sergas dónde están los problemas”.

Los hosteleros del Barbanza no creen en el milagro de los panes y los peces. Pero, aunque les está costando sangre, sudor y lágrimas, tienen fe en su resurrección... económica.

Amén.

02 jun 2021 / 01:00
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