Goiáns después de Goiáns
En 1999, Joaquín Otero Goyanes, el Marqués de Revilla, puso en venta el histórico Pazo de Goiáns (Boiro) que había comprado en 1969 y que había pasado por las manos de varias familias: Soutomaior, Caamaño, Mariño, Varela, Ulloa, Mendoza, Castro y Parga... En ese momento, la edificación caería en el olvido hasta su adquisición en 2002 por el grupo Cecosa Hipermercados; las alarmas de su abandono se encendieron en 2019 con su inclusión en la Lista Roja de Hispania Nostra.
Los boirenses empezaron a interesarse por el futuro del pazo en 2007, cuando el entonces alcalde Jesús Alonso (PP) firmó un convenio con dicha empresa (que no llegó a materializarse) en el que se hablaba de chalés y de un centro comercial.
Tras una década de volantazos e incertidumbre, el Concello acabó comprando la propiedad (se ubica en una finca de 120.000 m2 en la desembocadura del río Coroño) en 2010, bajo el mandato de Xosé Deira (BNG). En 2017, su sucesor, Juan José Dieste (PP) dio el trascendental paso de conseguir la financiación necesaria para rehabilitarlo, gracias a un préstamo sin intereses de la Xunta de Galicia por un millón de euros. Y fue el actual mandatario, José Ramón Romero (PSOE) quien se puso manos a la obra en 2019.
Este lunes, la conselleira de Medio Ambiente, Territorio e Vivenda, Ángeles Vázquez, visitó el pazo para conocer el resultado de la restauración, que concluirá este mismo mes.
Un comité de expertos está preparando propuestas para futuros usos del edificio, pero no parece que sus puertas se vayan a abrir al público de inmediato. De momento, el ejecutivo local no tiene los fondos necesarios para su equipamiento que, por otra parte, dependerá precisamente del uso que se decida darle.
Acompañada del teniente de alcalde, Luis Ruiz, la conselleira animó al Concello a presentar la actuación “ós premios de restauración que convocamos”. Y es que, en efecto, la empresa Proyecon realizó un trabajo digno de reconocimiento: el pavimento es de terrazo envejecido, similar al que tenía en el siglo XIX, como similares a los originales son también los canalones y bajantes de chapa de zinc; la madera laminada de abeto finlandés que se utilizó es de árboles talados en un bosque de Austria, que recibió tres tratamientos en Francia (para evitar su pudrición, contra los insectos y para reducir su inflamabilidad) y, tras cortarse las piezas en Cantabria y hacerse el ajuste final en una nave de la carpintería Maderas Valentín de Boiro, se llevó a cabo su encaje totalmente artesanal, utilizando técnicas tradicionales (ni un solo tornillo).
Ángeles Vázquez aprovechó su visita para anunciar que este mismo lunes se publicó en el DOG la orden de ayudas del fondo de cooperación para el apoyo a la financiación de actuaciones de rehabilitación, conservación del patrimonio construido y adquisición de inmuebles para su posterior recuperación en concellos de menos de 50.000 habitantes, dotada con 4,5 millones. Un fondo gracias al cual Boiro otea hacia el horizonte en busca de un nuevo futuro para el pazo de su escudo.