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ABANDONO. La rehabilitación de la cubierta y fachadas del Museo Valle-Inclán de A Pobra anunciada en 2018 quedó en papel mojado, y la vegetación y el salitre amenazan la estructura // El alcalde reconoce riesgo alto de infiltraciones // La maleza se apodera de la Casa da Cadea, en la Lista Roja TEXTO Suso Souto

Patrimonio bajo jardines umbríos

Hace tres años (el once de diciembre de 2018) el alcalde de A Pobra, Lois Piñeiro, presentaba un proyecto para la restauración de la Torre Bermúdez, del siglo XVI, sede del Museo Valle-Inclán y declarada BIC. Una edificación cuya decoración es única (es de las pocas de su época que siguen en pie en Galicia y en sus puertas y ventanas destaca el estilo plateresco). Un proyecto que tenía por objeto frenar el deterioro de las piedras, expuestas a la afectación del salitre, al estar cerca de la ría, y que consistiría en la eliminación del mortero de cemento de las juntas y su sustitución por otro de cal, así como en la eliminación de la vegetación en las fachadas.

Aquellos trabajos estaban presupuestados en 73.000 euros y se iban a ejecutar con cargo al remanente de Tesorería. El regidor aseguraba entonces que, en caso de que Patrimonio no asumiese la financiación de otra actuación para eliminar la vegetación de la cubierta, el Concello se plantearía ejecutarla con fondos municipales o procedentes de otras administraciones.

Pero aquel anuncio se quedó en papel mojado y, a día de hoy, no se llevó a cabo ninguna de las actuaciones previstas, mientras empeora alarmantemente el estado del histórico edificio. Cubiertas invadidas de vegetación y con tejas sueltas, progresivo deterioro de sillares de granito, gárgolas y capiteles que se deshacen en granos de arena, deterioro de los encintados...

A lo que se percibe a simple vista desde fuera, se suma el riesgo extremo a que la entrada de aguas o la alteración de las condiciones ambientales del interior acabe dañando la valiosa colección de bienes patrimoniales y objetos artísticos que se custodian en el museo.

La Dirección Xeral de Patrimonio Cultural de la Xunta ha expresado en varias ocasiones al Concello de A Pobra su preocupación por el estado que presenta la Torre Bermúdez, recordándole las obligaciones que la administración local tiene, en su condición de propietaria de un inmueble singular, que está declarado (y legalmente protegido) como Monumento Nacional de Interés Histórico-artístico y como Bien de Interés Cultural de Galicia.

Preguntado por los motivos de tan preocupante abandono, el alcalde, Lois Piñeiro, dijo a este diario que “o convenio coa Consellería de Cultura non chegou a asinarse e estamos tratando de acometer as actuacións con cargo a fondos propios”. Y, aunque dice no tener constancia de problemas de filtraciones, el mandatario reconoce que “o risco é alto se non se actúa”.

Pero, lamentablemente, no es el único caso de falta de mantenimiento del patrimonio cultural pobrense. En pleno centro de la villa, en la calle Ponte, se alza una enigmática y solemne fachada que protege las ruinas de uno de los edificios más singulares de la localidad, junto con el antiguo hospital de peregrinos. Se trata de la Casa da Cadea, una construcción del siglo XVIII que funcionó como prisión hasta finales del siglo XIX. En la actualidad, pertenece a la familia Amar, pero en su día fue del Señorío del Caramiñal y Vizcondado de Xunqueiras, que había sido creado en el año 1672 por el rey Carlos II. Tal y como señala el historiador pobrense Antonio González Millán, dicho título está ya en desuso, pero hoy pertenecería a la duquesa de Medinaceli.

En la actualidad, la maleza invade toda la edificación y se descuelga por la fachada. Desde el 25 de octubre de 2019 este inmueble está incluido en la Lista Roja del Patrimonio de la Asociación Hispania Nostra por su “estado de ruina y abandono”.

En su ficha consta que “hace unos años se previó incluso, por parte de la administración local, comprar el inmueble para demolerlo y acomodar algunos de sus sillares en una nueva construcción contemporánea para usos administrativos en otro punto de la villa”.

Son dos ejemplos que Valle-Inclán, padre del esperpento, calificaría de jardines umbríos, parafraseando el título de una de sus obras.

08 dic 2021 / 01:00
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