Santa Minia vuelve a brillar tras librarse de la pandemia

Domingo, 13.15 horas. Hay gente en la romería brionesa de Santa Minia... pero el volumen no parece que se corresponda con el aluvión prepandemia que registraba en fin de semana. No queda otra que recurrir a los expertos, y ahí se encuentra Juan Guerra, pulpeiro de pro que lo tiene claro: “Hai o doble que antes da covid”, atestigua un hombre que cada fiesta despacha varias toneladas de cefalópodo. Cerca, en la carballeira, también se cuentan entre 200 y 300 los fieles que asisten a la actuación de la banda, pero ni por asomo desborda una multitud.

Continúa el recorrido para calibrar la masificación (o no) de la cita festivo-religiosa. Y el tour ofrece otro dato: la cola para visitar los restos de la mártir, que murió virgen en el siglo IV, es reducida y se limita al interior del santuario, sin salir al exterior. Pues habrá que seguir indagando. Las rosquilleiras (el género va este año a entre 3,5 y 4,5 euros, según la variedad del dulce) tampoco parecen estar colapsadas por el trabajo. Ni las comercializadoras de velas (el cirio grande oscila entre 5 y 6 euros) parecen demasiado agobiadas. Y por la avenida principal, la multitud se mide de nuevo por cientos, no por miles. ¿Qué pasa?

Pues la respuesta la esbozan los incondicionales, y uno de ellos es Víctor Manuel, que empieza a dar pistas: “Tiñas que ver como estaba a carballeira ca actuación de Xabier Díaz o sábado... non se cabía” asegura, “pero a xente virá –aparte de a los conciertos– o día grande, o martes”. Guerra, al hilo, se mantiene en sus trece, y afirma estar haciendo su agosto en septiembre, “aínda que a xente vén comer despois das misas”, contesta este amo de las carpas... y parece que se puede cantar bingo, ya que unos metros más arriba se está oficiando una eucaristía de campaña ante 400 fieles que, más que seguro, engrosarán luego el mogollón.