Treinta y un pilares y veinte rutas de fe
“Pase usted; está en la cocina”, dice Rosa Betanzos Domínguez. La imagen de La Milagorsa de Palmeira (Ribeira) está esta semana en casa de esta vecina de 92 años. Ella es una de las custodias de una vieja tradición: cientos de feligreses se turnan para acoger en sus hogares, durante una o dos semanas, las veinte capillas portátiles (vitrinas de madera en las que se veneran imágenes sagradas) que la Iglesia tiene repartidas por toda la parroquia.
La mayoría (11) son de la Virgen de Fátima; el resto son de la Sagrada Familia (3), la Milagrosa (4), el Perpetuo Socorro y Jesús Misericordioso. Cada capilla está bajo el control de una vecina, y cada una tiene su ruta, por barrios, recorriendo una media de veinte domicilios.
“Lo normal es que pasen sólo una noche en cada casa, pero las nuevas generaciones ya no están por la labor, y la gente mayor se va muriendo. Así que, los que mantenemos viva la tradición, acogemos las capillas durante semanas. Ojo: no suele llegar a un mes. Eso ya se considera secuestro”, señala una feligresa.
Y, como Jesús oraba en los templos y en privado, Rosa tiene a La Milagrosa en su cocina “porque cualquier lugar es bueno para rezarle”.
En esta localidad de 2.587 habitantes hay seis cofradías religiosas, dedicadas a Santa Rita, San José, Los Dolores, Hijas de María, Sagrado Corazón de Jesús y El Rosario, además de las del Perpetuo Socorro, la Virgen de Fátima y San Mauro, que funcionan como tales, aunque no lo son.
Es curioso que San Pedro, pese a ser el patrón de la parroquia, no tiene cofradía. Muchos vecinos son socios de varias. “Esto no es como el fútbol”, dice con sorna una mujer.
Veinte rutas de fe y seis agrupaciones religiosas. Pero, además, en la iglesia de Palmeira se rinde culto a 31 imágenes, buena parte de ellas de la autoría de Ferreiro. Cada una está al cuidado de una familia, que le pone flores, le arregla el manto...
La primera hay que buscarla a las espaldas; custodiando la puerta está San Isidro Labrador. A un lado, Santa Rita, la Virgen de Fátima y San Miguel; al otro, San Mauro y el Cristo de los Navegantes. El altar mayor lo preside San Pedro, flanqueado por Santiago y San Andrés.
En el brazo de la izquierda están el retablo de Los Dolores (con las imágenes de San Francisco Javier, Santa María Goreti, el Corazón de Jesús, el Corazón de María, Santa Lucía, San Roque y la Virgen de Los Dolores) y el retablo del Carmen (con las tallas de San Miguel, Santa Treresa de Jesús, San Juan de la Cruz, San Juan Bautista, Santa Bárbara y la Virgen del Carmen).
En el brazo de la derecha, La Purísima, San Antonio de Padua, San José, La Milagrosa, La Virgen del Rosario, San Blas y la Virgen Encinta. En una esquina del altar está la Virgen María. Todas las tallas destacan por su simbolismo. Santa Bárbara, por ejemplo, se apoya en una torre, recordando a los fieles que fue encerrada por su padre para evitar que se convirtiera al cristianismo.
El templo también tiene historia. Se inició en 1757, cambió de ubicación, tardó dos siglos en acabarse (en 1907) y tiene dos sacristías (en una hay otra imagen de San Pedro).
Ver para creer.