Entrevista

Kirill Serebrennikov: "La guerra de Ucrania no acabará a menos que alguien apriete un botón"

El cineasta ruso estrena 'La mujer de Tchaikovsky'

El cineasta ruso Kiril Serébrennikov.

El cineasta ruso Kiril Serébrennikov. / EFE

Nando Salvà

Kirill Serebrennikov es uno de los cineastas rusos más importantes de la actualidad y un director de teatro y ópera aclamado en todo el mundo. También es un opositor feroz al régimen de Vladimir Putin. En su día pasó tres años en situación de arresto domiciliario tras ser condenado por un delito de fraude financiero, aunque se da por hecho que los verdaderos motivos de su condena fueron sus opiniones sobre la anexión de Crimea por Rusia y otros asuntos del país como el fraude electoral, la persecución de la comunidad LGTBI, la falta de respeto a las libertades básicas. Muchos, eso sí, rechazan la imagen de mártir que suele darse de él porque, aseguran, durante muchos años estuvo íntimamente vinculado al poder y se vio beneficiado por él. Ahora estrena en España su décimo largometraje, ‘La mujer de Tchaikovsky’, centrado en la joven inocente y obsesiva con la que Tchaikovsky accedió a casarse con el fin de esconder su condición sexual al público, y a la que destruyó psicológicamente. Con la película, además, apunta con su dedo acusador a la propaganda del Kremlin, que trató de ocultar la homosexualidad del más famoso compositor ruso con el fin de convertirlo en icono de la ideología soviética. Serebrennikov huyó de Rusia tras la invasión de UcraniaActualmente vive en Berlin.

Antes de rodar ‘La mujer de Tchaikovsky’, usted llevaba bastantes años queriendo hacer una película sobre el compositor. ¿Por qué tanto interés?

Porque fue un genio y tiene un gran valor cultural universal. Pero sobre todo porque creo necesario que su historia se cuente al público ruso, porque no tienen ni idea de cómo era su vida. Para ellos, Tchaikovsky no es más que una estatua al lado del Conservatorio de Moscú. Les bastaría leer libros para saber un poco más de él, pero los rusos no leen, confían en la propaganda. Y el poder oficial de mi país se ha propuesto esconder los aspectos de la vida de Tchaikovsky que no les gustan, como su homosexualidad o sus simpatías por la monarquía. Su biografía y las cartas que escribió a lo largo de su vida han sido censuradas.

Habla de la importancia que tiene contar su historia al público ruso pero, ¿es realista confiar en que la película se estrenará comercialmente en su país?

No lo hará en un futuro próximo, estoy seguro. Quienes ostentan el poder la detestan, porque yo soy su director y porque no les gusta el retrato que hace del músico más importante de Rusia. La persecución institucional a la comunidad LGTBI es cada vez más intensa. Tuvimos que rodar la película en secreto, porque temíamos que, si corría la voz acerca de ella, nos iban a cancelar el rodaje.

La mujer de Tchaikovsky’ vio la luz en el pasado Festival de Cannes, y lo hizo envuelta de polémica. Muchos consideraban que el certamen debería haber boicoteado a todos los cineastas rusos. ¿Cómo se siente al respecto?

Tchaikovsky se habría sentido horrorizado por esta guerra, y yo me siento igual. Nuestro cine no es propagandístico, no apoyamos la narrativa del Kremlin. Vetarnos solo sirve para dar la razón a Putin, que acusa a Occidente de querer suprimir la identidad rusa. La cultura de mi país siempre ha promovido los valores humanos y ha sido antibelicista, y conozco a gran cantidad de artistas que han sido incluidos en listas negras por opinar contra la guerra, que lo han perdido todo. Muchos hemos tenido que exiliarnos. Obviamente, eso no es nada comparado con la tragedia que están sufriendo los ucranianos. En cualquier caso, la idea de cancelar a las personas simplemente por su nacionalidad o por su idioma me recuerda al nazismo.

Durante un tiempo, años antes de sus problemas legales, usted fue muy cercano al poder gubernamental de su país y en concreto a figuras como Vladislav Surkov, considerado el arquitecto del ‘putinismo’. ¿Se arrepiente?

Tuve relación con Surkov, como tantos otros artistas, porque era un tecnócrata encargado de supervisar las ayudas a la cultura. Hasta hace muy poco, crear arte en mi país era del todo imposible sin contar con financiación estatal. Y, por tanto, relaciones como esa eran del todo aceptables. El dinero del Ministerio de Cultura ruso sirvió para costear obras de arte maravillosas. Pero todo cambió tras la anexión de Crimea en 2014. El gobierno se volvió tiránico, mi relación con ellos se volvió imposible y me convirtieron en su enemigo. ‘La mujer de Tchaikovsky’ no fue financiada con dinero público.

La financió Roman Abramovich, oligarca ruso históricamente vinculado a Vladimir Putin...

Diré lo mismo que ya he dicho muchas veces. Abramovich ha prestado una ayuda inestimable a la cultura rusa contemporánea. Sin su apoyo, los artistas no habríamos podido sobrevivir.

Serebrennikov (segundo por la derecha) y el equipo de 'La mujer de Tchaikovsky', en el festival de Cannes.

Serebrennikov (segundo por la derecha) y el equipo de 'La mujer de Tchaikovsky', en el festival de Cannes. / PIROSCHKA VAN DE WOUW

¿Cómo cree que acabará la guerra?

Acabará muy mal, me temo. Creo que no será posible detener la guerra, la barbarie, la locura, a menos que alguien apriete uno de esos botones tan peligrosos porque, para mantenerse en el poder, el régimen de mi país necesita que la guerra continúe. No podemos hacernos ilusiones.

¿Cuándo cree que podrá volver a su país?

De momento, es imposible, y me rompe el corazón porque allí está mi padre, que tiene casi 90 años y está muy enfermo. Pero a estas alturas ya me he manifestado en contra de la guerra un millón de veces, y las nuevas leyes rusas criminalizan ese tipo de disensión. Un líder opositor, Vladimir Kara-Murza, ha sido condenado a 25 años de cárcel por ese motivo, y muchos otros han sufrido una represión similar. Si vuelvo a casa, es probable que yo también acabe condenado.