Entrevista

Julio Llamazares: "La literatura se ha trivializado, parece que el éxito comercial determina la calidad literaria"

'Vagalume', su última novela, es una crónica general de la soledad, pero en el ámbito urbano, donde un periodista aborda la oscuridad de la noche buscando en la escritura de ficción remedio para su desolación o su tristeza

Julio Llamazares.

Julio Llamazares. / JOSÉ LUIS ROCA

Juan Cruz

Vagalume, la última novela de Julio Llamazares (Vegamián, León, ahora un pueblo inundado, 1955), es, como su novela más poética, La lluvia amarilla, una crónica general de la soledad, pero en el ámbito urbano, donde un periodista aborda la oscuridad de la noche buscando en la escritura de ficción remedio para su desolación o su tristeza. Jamás este escritor secreto, periodista de día, dio a la imprenta su obra múltiple.

En La lluvia amarilla el escenario es un pueblo vacío y aquí es la noche de la ciudad el gran vacío que llena el protagonista que se llama a sí mismo Vagalume, cuya escritura se mantiene anónima hasta que, a su muerte, su familia la descubre en medio del misterio y la mentira. La saca a la luz para que su amigo, el narrador, la lea y la valore o la oculte para siempre. La novela de pronto se convierte en protagonista del mismo libro, a partir de la lectura que en la novela hace su amigo de la propia novela de Vagalume, cuyo leit motiv, en sus propios libros y en la vida es una frase de William Faulkner, “Entre la pena y la nada elijo la pena”, que alguna vez combina con esta especie de epitafio: “A partir de una edad todos somos ya supervivientes”.

Dotado por la poesía, que ha cultivado en todos sus libros de prosa (La lluvia amarilla, Escenas de cine mudo, Distintas formas de mirar el agua) y no solo en los libros de versos (La lentitud de los bueyes, Memoria de la nieve), para ir hasta la profundidad de la escritura, la soledad, el dolor, el vacío. Julio Llamazares muestra aquí, combinados, memoria y desolación, la del que escribe aquellos libros y la familia que no se explica cómo este Vagalume nocturno ha podido escribir tanto sin dar jamás a conocer la ficción en la que anda.

El misterio es una manera de la poesía y aquí, en prosa, el novelista que proviene de un pueblo ahora hundido regresa a esa manera de mirar el agua o el olvido para que sea un novelista secreto el que le ayude a contar qué explica la literatura acerca de la pena que sobresale de la nada o de la muerte.

Como si escribiera por dentro, el novelista de La lluvia amarilla regresa a la prosa con una novela en la que suena como nunca antes la realidad de los vagalumes (los solitarios que se alumbran con una luz para ellos solos) que se ocultan en la noche para no escuchar a los lobos que los amenazan.

Esta entrevista se hizo en la casa de Julio Llamazares, en el barrio de Chamberí de Madrid, lejos de sus escenarios, aunque es necesario decir que, en la mente, y en la escritura, siempre están en su prosa y en su poesía las consecuencias del pueblo oculto del que proviene.

¿Qué es para usted y cómo convive con usted mismo la palabra vagalume?

Es algo que ha pasado a formar parte de mi vida. A ver: yo tengo un problema. Hasta que no tengo el título, no tengo la novela. Digamos que el título es el alma de la novela. A esta le cambié tres veces el título. No sé en qué momento surgió, pero cuando surgió entendí la novela. Ahora es curioso: valagume se me está presentado en muchos sitios. El otro día iba por la calle Ponzano y me encontré un restaurante llamado Vagalume. Un amigo me dijo que fue a Galicia y se encontró un bar llamado Vagalume. Alguien me mandó un poema de Manuel Rivas que titula Vagalume. En fin, que vagalume ya es parte de mí.

¿Vagalume es la soledad?

Vagalume es la luz en la noche. La solución al misterio. Hoy me llamó un periodista para entrevistarme por la publicación del libro y me dijo: me ha parecido que es una novela sobre la necesidad de escribir y la pasión de vivir. Pues, mira: sí. Yo escribo por la noche y me asomo por la ventana y veo luces encendidas y digo: pues será que alguien no duerme o que está escribiendo, como yo, o que simplemente la vida sigue por ahí mientras casi todos duermen. Yo escribo y llega el momento en que me importa más la ficción que la realidad. Esa, creo, es la reflexión que está en el fondo de esta novela.

"Siempre he tenido fascinación por la vida secreta de las personas"

Es también poesía. ¿Cómo ha concebido el sonido de esta novela?

No sé si era Javier Marías el que decía que hay dos tipos de escritores: escritores con mapa y escritores con brújula. Bueno, pues yo soy escritor con brújula, sin mapa, y siempre he tenido fascinación por la vida secreta de las personas. Tú vas en el metro, miras a alguien y dices: cuál será su vida secreta, ¿no? A mí siempre me ha llamado la atención la vida secreta de los escritores y aquí he juntado varias historias. Recuerdo la de Marcial Lafuente Estefanía, que escribía para ganarse la vida porque no podía ejercer su profesión, como Fernando González Ledesma y como Eduardo Guzmán, que acabó escribiendo novelas del Oeste para poder comer. Ellos son un tipo de escritor secreto. Luego está la historia de un editor, Mario Lacruz, que cuando se murió su familia abrió los cajones de su despacho y se encontraron varios manuscritos. Es decir: se enteraron de que era un editor que además había escrito siempre. En fin: esa gente que se niega como escritor es fascinante, ¿no te parece?

¿Cómo ha compaginado en esta novela el periodismo con la literatura? ¿Esta historia también tiene que ver con usted?

Pues… sí. Porque todos los personajes son máscaras de sus autores. Esta novela es autobiográfica, pero no porque cuente mi vida, sino porque habla de lo que ha sido mi vida: una entrega absoluta al oficio de contar. Por eso en esta novela yo soy todos los personajes. Todos.

¿Y este libro es, también, una interpretación urbana de La lluvia amarilla?

Puede ser. Puede ser la lectura urbana de una vida solitaria. Como decía Pessoa: “Escribir es mi manera de estar solo”. Sobre eso reflexiono en esta novela. Sobre separarse del ruido para pensar en la vida, en la vida de uno y en la de los otros. La vida es una novela de cuyo argumento sabemos el final y tienes dos opciones: abandonar la vida o vivirla con el mayor entusiasmo posible.

¿Usted mismo se ha planteado esa disyuntiva?

No. A mí me gusta vivir y disfrutar de la vida.

"Escribo y llega el momento en que me importa más la ficción que la realidad"

¿Por eso salió de su pueblo?

Pues sí. Recuerdo que para hacer algo había que salir del pueblo. Porque si no tal vez me habría pasado lo que a otro escritor… Un día le ofrecieron dirigir una editorial y no dio el paso, porque tenía que estar con su madre, y se quedó en la provincia y luego no le hicieron caso hasta que le dieron un premio importante. Es que en España siempre ha habido un centralismo feroz en todos los sentidos. Y en las ciudades pequeñas se puede acabar cayendo el mundo encima, aunque tengas una vida interior muy fuerte.

También parece que este libro está entre La lluvia amarilla y la Comala de Rulfo.

Es que siempre escribimos el mismo libro. Seguramente es como dices. Es que yo siempre me inspiro en ciudades provincianas, que pueden estar muy bien para vivir, pero también pueden ser muy terribles por el control social. Al final los lugares en la literatura nacen de la realidad pero se vuelven irreales a la hora en que tú los cuentas. 

A mí me ha gustado el aliento poético que le ofrece aquí al periodismo.

Es que creo que el periodismo es una forma de literatura. Hay que escribir con la misma pasión una noticia que una novela. El periodismo es una novela que hay que escribir en presente y la literatura es una novela que hay que escribir en pasado. La herramienta es la misa: el lenguaje.

Uno de los personajes define a los periodistas actuales como ratas de ordenador. ¿Usted nos ve así también?

El periodismo ha cambiado tanto como la sociedad. Lo que pasa es que hay una sacralización de la tecnología y de lo virtual, pero en esencia el periodismo sigue siendo lo mismo de siempre. Eso sí, los periodistas no salen del ordenador, ya no van por la calle. Yo voy a un periódico y veo a todos ahí en sus puestos y parecen esos japoneses que no paran de producir. Pero la realidad está fuera de la redacción, no dentro.

"Los escritores convertimos la vida en misterio para seguir viviendo"

Usted escribe sobre un literato y da la sensación de que se literato es usted.

Es un escritor que investiga la vida de otro escritor, que a su vez escribió una novela sobre su padre, que también era escritor. Por eso digo que he escrito esta novela para reflexionar sobre la pasión de mi vida: escribir. Al final, Vagalume es una novela sobre el misterio de escribir y de cómo a veces los escritores nos convertimos en luciérnagas de la noche.

¿Hasta qué punto el libro escribe al escritor?

En esta novela, en concreto, mientras escribía tuve la sensación de que me escribía a mí. Es verdad. Los personajes me contaban a mí. Eso sentía.

¿Qué papel juega la literatura hoy en el ámbito editorial?

Yo no soy nadie para decir lo que está bien o lo que no. Yo creo que los escritores somos como las emisoras de radio: emitimos en una frecuencia. Entonces, si tú emites en FM, te responden los lectores de la Frecuencia Modulada. Si escribes en Onda Media, te responden los lectores de Onda Media. Yo sé lo que a mí me apetece hacer y he tenido la suerte de hacerlo y por eso no envidio a nadie. Lo que sí me gustaría es que hubiese una reivindicación de la literatura, porque se ha trivializado, comercializado tanto que al final parece que el éxito comercial determina la calidad literaria.

El escritor Julio Llamazares, fotografiado en su casa del madrileño barrio de Chamberí.

El escritor Julio Llamazares, fotografiado en su casa del madrileño barrio de Chamberí. / JOSÉ LUIS ROCA

Es curioso que aquí, como en otros de sus libros, está la sombra de la guerra y de la posguerra.

Es que son sombras que se siguen proyectando en la España de hoy. Es algo que sigue en la esencia de las personas. Esto se entiende bien en los paisajes de España: tú vas por las carreteras, modernas, estupendas, pero si escarbases por ahí… encontrarías restos humanos en las cunetas. Eso es así. La resistencia que todavía hay para identificar y enterrar a esos muertos, te indica que todavía la sombra de la guerra y la posguerra siguen planeando entre nosotros.

Incluso hay una referencia a los topos en la novela.

Sí. Es verdad. Recuerda que en la posguerra eran topos no sólo los que se escondían para estar a salvo, sino los que espiaban a los otros para luego delatarlos.

También en el libro hace mucho frío. Nieve, pero lo importante aquí son la mentira y el misterio, y como usted lo cuenta.

No me había dado cuenta del frío y de la nieve…. La mentira, sí, pero no en el sentido moral, ni religioso, ni penal. El misterio de la vida, sí. Porque muchos, como los escritores, convertimos la vida en misterio para seguir viviendo.