Entrevista | Vicente Sanchís Árbitro de baloncesto que ingresará en el Hall of Fame español

“El premio es para cada uno de los árbitros que han estado durante toda mi vida”

Sanchís posando con algunos de los múltiples trofeos que ha acumulado como árbitro / Jesús Prieto

Sanchís posando con algunos de los múltiples trofeos que ha acumulado como árbitro / Jesús Prieto

Vicente Sanchís Rosique (1947) ha sido y es parte de la historia del baloncesto español, deporte en el que comenzó como jugador y en el que destacó como colegiado. Ha pitado en innumerables partidos, nacionales e internacionales, de los que acumula recuerdos, premios y trofeos. A día de hoy, ya retirado y a punto de entrar en el Hall of Fame del baloncesto español, Sanchís sigue trabajando en su casa en Os Tilos (Teo), donde se instaló hace años, recopilando todas las actas y vídeos de su trayectoria arbitral.

¿Cómo se siente por acceder al Hall of Fame español?

Hombre, a la descripción de cómo me siento, no hay palabras para decirlas. Cuando uno se da cuenta de que está alcanzando el máximo dentro de un deporte, en este caso, el baloncesto y en la faceta del arbitraje, pues es de una satisfacción tan grande que no te lo crees. Estuve en Madrid y los árbitros de allí me hicieron una cena y se lo decía ellos. Hay una cosa que les dije y creo que también ya he comentado por ahí, que el premio no es para mí. El premio es para cada uno de los árbitros que han estado durante toda mi vida. Es natural decir que eso no es así, que será por méritos y todo lo que tú quieras. Tiene que haber uno y me lo han dado a mí, perfecto. Pero si yo no hubiese tenido a una cantidad de gente a mi alrededor que me han ayudado, tampoco hubiese llegado aquí. Por lo tanto, en ese premio cada uno se merece su momento.

¿Cómo valora el hecho de estar rodeado por otros ilustres que acceden como Pau Gasol?

Es un poco entrar con esa lista de nombres tan importantes para baloncesto español y también mundial, porque creo que también está (Dirk) Nowitzki además de Pau Gasol. Pero bueno, cuando llegamos a este tope de galardones, todo lo que te vas a encontrar tiene que ser siempre lo top de lo top. Estar con Pau, pues también es una satisfacción. A Pau lo conozco desde que era un niño y es el mismo caso que he tenido yo. Ha llegado a donde ha llegado porque en su momento hubo un señor que le gustó, él aprovechó esa ocasión y de ahí pasó a otro. Decían que era un enclenque y que no llegaría. El tío trabajó, se esmeró y llego a donde ha llegado. Es que todo es siempre fulanito de tal se despierta y mañana es el número uno. No, siempre es pasito a pasito, demostrándolo.

¿Cree que incluir a los colegiados en este tipo de reconocimientos pone en valor su labor?

Creo que sí. Lo importante, y más para nosotros, es que desde los últimos años de mi promoción ya empezaron a considerar al árbitro como un deportista, que hasta ese momento no existía. El árbitro era un apéndice que habían colocado allí y era el mal menor, era el que tenía que hacerlo todo y al que se le cargaba todo. Yo me he considerado siempre un deportista de élite. Yo cada día iba a entrenar, iba al gimnasio, estaba en forma y me miraba el peso. Teníamos controles físicos, controles médicos y controles psicólogicos. Por lo tanto, también tiene que tener el reconocimiento, yo y todos mis compañeros. ¿Que lo hacemos mal? Pues oye, somos humanos. Hay muchos jugadores de primer nivel que fallan una canasta desde debajo (del aro), nadie les dice nada y han perdido un partido. A mí no se me ha ocurrido parar el partido ir a un jugador y decirle “vaya jugador eres”. O ir a un entrenador que cambia a un tío que está metiendo 20 puntos. Yo abogo para que al arbitraje lo pongan al mismo nivel que a todos, pero bueno, sabemos que el culpable de todas las cosas es el árbitro. El árbitro son 40 minutos en un partido. Puede estar haciendo 39 minutos y medio, jugándosela a todas, pitando bien y fastidiarla en la última jugada y el árbitro es un mal árbitro y ha hecho un mal arbitraje. No me parece justo.

¿Cuál es el momento que recuerda con más cariño?

El primero es el de la final de la Copa de Europa, Grecia-Rusia, porque no era nada. El campeonato tuvo unas circunstancias muy difíciles. Se iban eliminando árbitros porque había algo con Grecia... No sé, a mí no me pasó. Estaba todo terminado y era la noche anterior a la final y yo no hice ni semifinales ni nada. Era de noche y yo me iba ya. Nos cogían desde el pabellón, nos llevaban al hotel y dio la circunstancia de que cuando salía por el pasillo para ir a ducharme, para ir al hotel, tenía a mis compañeros y a algunos periodistas. Al pasar por allí empezaron a aplaudir y dije “¡Ah! ¡Vale, tíos! ¡Nos vemos en la cena!”. Me metí en el vestuario, fui al coche y cuando voy llegando al hotel y miro, me quedé, vamos, no sabía lo que era. Habían puesto una cinta y una inmensidad de periodistas, no te lo puedes imaginar. Veía mucha gente con flashes, con todo de aquella época, y luego que estaba el secretario general, (Borislav) Stankovic, allí al lado. Cuando bajé del coche le digo: “Señor Stankovic, pero ¿qué es todo esto?”. “¿No sabes nada?”, me dijo, y le comento que no, que qué es todo esto. Dice “ven, ven”, y justo a su lado había una pizarra grande y ponía los árbitros para la final. Al día siguiente, el partido no era hasta la tarde noche. Fue todo el día allí en el hotel: llamadas, telegramas... Recibí de todos los clubs de España, Madrid, Barcelona, de la Federación y de mi familia. Me salió un partido... Bueno, yo salía al campo que flotaba. Yo hacía los rebotes, todo, hasta tiraba. Ese balón sí que me lo traje. A partir de ahí fue como la espuma del cava.

También está la final olímpica que ganó Rusia

Me lo dieron después de hacer una Olimpiada normalita, más mal que bien, y me dieron el Unión Soviética-Estados Unidos. Es un partido que no se volverá a celebrar nunca más en la historia y pité yo el partido, que es el único partido en el que Rusia ha ganado a Estados Unidos. Ese lo hice yo.

No le querrán mucho los estadounidenses.

Cuando han venido aquí, alguno que sabe historia, que los americanos es muy difícil que sepan de historia, pues alguno que sí, que lo ha seguido y me viene a decir que pité a Estados Unidos y tal. Bien. Además, los periódicos se portaron conmigo. Hay portadas de los periódicos... Sanchís en el Olimpo del arbitraje... ¡Cuánta animalada hombre! Bueno, pues en el vestuario me llamaron a la puerta, que no pueden entrar sin mi permiso. Era Stankovic y me dijo: “¿Permites que entre una persona aquí dentro?”. Y yo dije que como usted es el secretario general, no voy a decirle que no. Y entró el delegado del Comité Olímpico Americano. Me dio la mano y me entregó una insignia. “Felicidades, porque ha hecho un gran arbitraje”, me dijo y se marchó. Y entonces Stankovic me comentó: “¿Valía la pena que entrara o no valía la pena?”. Y yo dije sí, hombre, sí valía la pena.

¿Cuál fue el jugador o presidente con el que peor lo pasó?

Hay una que fue muy curiosa y después hemos sido amigos a morir. Es con el amigo (Juan) Fernández, el conselleiro de Ferrol. Fui con mi compañero Ángel Recuenco a Ferrol. Hicimos el partido, salimos contentísimos, pero perdió Ferrol de pocos puntos en el pabellón de la Feria de Muestras. El vestuario estaba por fuera. Salimos de allí y en el trozo desde la salida del pabellón a coger las escaleras apareció un policía, me agarró del brazo para decirme que me tenía que ir con él que me tenían que hacer la prueba del alcohol. Te imaginas la mentalidad de aquella época. Ostras, me lo quedo mirando y Recuenco me mira. Hostia, váyase a tomar por saco, váyase y no se ponga tonto, porque hasta que yo no salga del recinto, el que manda soy yo. Es decir, la policía está bajo mi mando. Dije, márchese y hablaremos cuando yo acabe. Y me fui al vestuario. Llaman a la puerta y era Manuel Saldaña, el capitán. Vino a firmar bajo protesta. Le dije si sabía lo que iba a pasar. “No, me ha dicho Fernández que venga a firmar y él paga”. Le comenté que si sale negativo lo iban a multar y sancionar. Mientras hablamos llaman a la puerta. Sale un chaval joven con corbata, comisario de policía. Dice que estaba en el partido enviado por la delegación del Gobierno para el control. Comentó que se ponía a mi disposición, alabó mi arbitraje y dijo que no estaba borracho. Abrió la puerta y estaban todavía los dos policías de turno allí y se gira delante mío y les dice: “Tú y tú, directamente quedáis arrestados, os vais a comisaría que ahora voy yo allí y os voy a poner finos. Que está ahí en la plaza, ahí abajo. Entonces Juan Fernández hizo las declaraciones de que íbamos borrachos y eso sí que repercutió, se preocupó hasta mi madre.