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Obradoiro

El Obradoiro, un quiero y no puedo lleno de incógnitas

El club realizó una gran inversión en la búsqueda del ascenso, pero no supo gestionar los tiempos ni tuvo paciencia

El palco de Sar durante uno de los partidos del playoff

El palco de Sar durante uno de los partidos del playoff / Antonio Hernández

André Couce

André Couce

Santiago

El Monbus Obradoiro ha finalizado su temporada en la Primera FEB sin lograr el acceso a la Final Four y, por lo tanto, sin posibilidad de alcanzar el objetivo del ascenso. La realidad es que la entidad compostelana se rascó el bolsillo para intentar que el tránsito en la segunda categoría del baloncesto español durase una campaña, pero la gestión de los tiempos y los errores impidieron que la meta fuese realizable.

Un verano a medio gas

La realidad es que, pese a que el Obradoiro ha estado dispuesto a hacer un gran desembolso económico para tratar de ascender, sorprende que no hicieran la apuesta desde el comienzo. Los picheleiros pusieron sobre la mesa un presupuesto que rondaba los dos millones de euros en verano, que en la plantilla se reflejó en una cifra algo superior a la mitad, ya que el resto estuvo destinado al resto de personal y otro tipo de gastos.

Quizás el éxito de los vecinos coruñeses cegó sobre la realidad de esta competición. El ascenso del Leyma Coruña fue inesperado y construido a base de acertar en cada decisión, además de mantener una columna vertebral sólida. Es muy difícil que esto suceda y por ello el logro de los herculinos fue un hito con mayúsculas. De hecho, los comentarios que llegaban a Sar ya los avisaban de que con ese presupuesto no podían ascender. Pese a ello, fue con el que se trabajó, teniendo que construir una plantilla totalmente nueva y a los mandos de un Gonzalo Rodríguez al que le llegaba la oportunidad de su vida, preparando el proyecto mano a mano con Héctor Galán, el nuevo director general.

Gonzalo Rodríguez fue el elegido para el banquillo del Obradoiro

Gonzalo Rodríguez fue el elegido para el banquillo del Obradoiro / Jesús Prieto

El verano no fue sencillo y la marca Obradoiro ayudó a cerrar algún fichaje. Pero la poca competitividad económica llevó a los picheleiros a no poder optar a muchas de sus primeras opciones, especialmente en un puesto de pívot en el que un par de jugadores acabaron en rivales directos. Eso sí, a falta de ese último cinco, la directiva estaba dispuesta a hacer un esfuerzo extra por uno de esos jugadores, que finalmente rechazaron la propuesta. Ahí se apostó por Jake Stephens.

La plantilla estaba formada y con un objetivo difuso. Desde la parcela deportiva se entendía que, por presupuesto, por el cambio de entrenador y al tener un equipo totalmente nuevo, el ascenso directo no era una obligación y que habría paciencia en un proyecto que apuntaba más hacia los playoffs. Un error que terminaría pasando factura, ya que la ambición era optar a la vía directa.

Inicio irregular

Las costuras se ven luciendo atuendo y la puesta en escena del equipo lo reflejó. Las primeras jornadas mostraron que el Obradoiro iba a ser un equipo de gran capacidad ofensiva, dependiente del triple y con una defensa mejorable. Eso sí, el equipo apuntaba a solo poder ir a más al tener que conocerse y adaptarse, siendo Álvaro Muñoz el único del proyecto anterior. Y la realidad es que, con el paso del tiempo, el juego fue mejorando pese a algunos tropiezos.

El principal error detectado en la parcela deportiva fue el de Toms Leimanis. Se fichó como manejador para compaginar el puesto de base con Nacho Varela, pero no funcionaba y se tomó la decisión de invertirlo con Sergi Quintela. El otro punto que no terminaba de convencer era el cinco. Jake Stephens era irregular y frágil mentalmente, con sus puntos fuertes y débiles muy claros, aunque en el banquillo confiaban en él. Pero desde la cúpula del club se consideró que no iban a ninguna parte sin un pívot de garantías.

Jake Stephens lanzando un tiro libre

Jake Stephens lanzando un tiro libre / Antonio Hernández

Hubo diálogo entre el área deportiva y la dirección, pero las diferencias eran claras. De un lado se prefería a un jugador de equipo, de corte defensivo y físico. Desde la cúpula del club, por contra, querían a una estrella. Quien paga manda y con ello llegó un pack con Ondrej Balvin como figura interior y Rati Andronikashvili para reforzar el base, una importante apuesta económica. Eso sí, el checo llegaba fuera de forma de la liga china y precisaba de un período de adaptación más largo que la paciencia que había depositada en Gonzalo Rodríguez, que de por medio perdía a Leimanis y Tomeu Rigo por lesión.

El preparador compostelano no pudo hacer frente a las exigencias de las oficinas de Sar. Solo había logrado derrotar a un rival directo, el Betis, y el duelo perdido con el Flexicar Fuenlabrada en Sar lo sentenció. La decisión parecía apresurada, ya que el equipo mostraba claros síntomas de mejoría defensivamente y en su juego ofensivo, aunque la dependencia del triple los condicionaba. Pero al ser un proyecto totalmente nuevo se esperaba un margen de tiempo mayor que, finalmente, no tuvo.

Félix Alonso

El cese del entrenador compostelano mermó totalmente la moral del equipo y los resultados fueron negativos tras el adiós. El club confirmaba a Félix Alonso como nuevo técnico, quien desde el primer día traía la defensa por bandera. Aunque era lo que más precisaba mejorar el equipo, a sus manos llegaba una plantilla de corte ofensivo. Pese a comenzar con dos derrotas, la realidad es que el Obra entró en racha con él e incluso llegó a la final de la Copa España. El margen por el ascenso directo era irremontable, pero se puso el foco en ser cabeza de serie.

La defensa mejoró y desde la cúpula del club, sabiendo que tendrían que pasar por el trámite de las eliminatorias, decidieron hacer varias grandes apuestas económicas para darle a Félix el mejor equipo posible. Esas nuevas piezas fueron Vladimír Brodziansky, jugador de ACB con un sueldo propio de la élite, Alex Barcello, de la primera alemana y por el que se pagó buyout, y Lucas Faggiano, libre pero con caché de zona alta de la liga.

Félix Alonso fue el técnico por el que se apostó para lograr el ascenso

Félix Alonso fue el técnico por el que se apostó para lograr el ascenso / Antonio Hernández

Pese a que el equipo solo recibía mejoras, sobre todo ofensivas y que se demostraban en sus primeros partidos, la realidad es que con el pasar del tiempo el ataque picheleiro estaba lejos de su máximo potencial y, en ocasiones, falto de ideas y estructuras. Dependían del talento individual, que salió a relucir para ‘salvar los muebles’ en más de una ocasión, pero esa irregularidad terminó contagiándose a la defensa. Fuenlabrada y Gipuzkoa supieron aprovecharlo y el Tizona, muy mermado en lesiones, estuvo cerca de dar el susto.

Pero el objetivo de ser cabezas de serie se había conseguido y servía de ‘parche’ para tapar todos los ‘rotos’ que tenía el equipo. El playoff debía ser el lugar para coserlos ante un exigente rival como el Súper Agropal Palencia. Pese a un primer triunfo que fue una moneda al aire, los palentinos terminaron por ‘desnudar’ a un Obradoiro totalmente incapaz en los dos lados de la pista. La pizarra de Luís Guil estaba lista para el ascenso, mientras que la de Félix se conformó con unos resultados que maquillaban un juego muy distante al de un equipo digno de la élite, lo que terminó pasando factura en el playoff. El leonés no estuvo a la altura y el Obradoiro llegó tarde a la realidad de esta Primera FEB.

Este cierre de temporada deja muchas preguntas, algunas con más certezas. El futuro de Félix Alonso apunta lejos de Sar y el de Héctor Galán genera más dudas, aunque también huele a cambio de aires tras intervenciones directas de los mandatarios en la parcela deportiva. Las dudas más importantes son en lo referente al apartado económico.

Mientras no se confirme lo que pase con respecto al puesto de director general, es difícil predecir lo qué pasará con jugadores y staff. Pero más allá de mirar a ese puesto, habrá que esperar a ver cómo se reorganiza el club.

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