Negreira vive su gran noche: “Esto es fútbol del de toda la vida”
La capital de A Barcala se convirtió este martes en el epicentro del fútbol gallego con la llegada de la Real Sociedad para un partido que quedará en la memoria local

The Reds, grupo de aficionados locales de la SD Negreira este martes a las puertas del García Calvo / Mateo Garrido Triñanes

En la vida de todos los pueblos, por pequeños o periféricos que se consideren, hay días (o noches) que quedarán para siempre en la memoria de todos aquellos que lo habitan. Negreira vivió este martes una de esas jornadas y nadie, desde los más jóvenes hasta los que hace años que peinan canas, quiso perdérselo. “A ilusión é tremenda. Somos unha aldea pequena e que veña aquí un equipo histórico como a Real Sociedad... É un día grande para Negreira”, resumía a primera hora de la tarde Manolo, uno de esos nicrarienses ya cargado de experiencias, mientras observaba con gozo cómo los más jóvenes disfrutaban la previa del partido en una de las calles aledañas a la casa consistorial.
“Este equipo estivo en Segunda B, aquí viñeron o Rayo, o Leganés ou Las Palmas cando aínda xogabamos en Cepelo, pero eu nunca vin ao pobo así de volcado nin daquela co fútbol nin con ningunha outra cousa como estes días”, añadía Manolo. Y es que ya al mediodía, mientras el equipo directivo de la SD Negreira, junto a representantes del Concello, recibían a la directiva de la Real Sociedad con una comida de confraternidad en la Finca Casa Barqueiro, los aficionados nicrarienses más jóvenes se reunían para preparar las pancartas, comer e ir poníendose a tono. “O meu fillo saiu pola porta ás dúas da tarde”, apuntaba Carlos a las puertas del García Calvo. Le preguntó a dónde iba, pero su vástago únicamente respondió “'pa' é hoxe” y Carlos sonrió.
Al filo de las 19.00 horas, ese medio centenar de jóvenes encaraba la subida hacia el García Calvo con una gran pancarta negra en la que se podía leer “The Reds” -en honor al color de la camiseta que visten los pupilos de Adrián Vázquez- sobre el lema “Make Negreira Great Again” entre los vítores y aplausos del resto de aficionados para recibir al equipo en su llegada al estadio.

Aficionados del Negreira con la pancarta de The Reds / Mateo Garrido Triñanes
Esas palmas no llegaban solo de la hinchada local, si no que los pocos donostiarras desplazados al García Calvo disfrutaban también del ambiente y del entusiasmo de los chavales. “Salimos hoy por la mañana de Donosti y aquí estamos. Esto es fútbol del de toda la vida. Viajamos el año pasado, cuando la Real jugó Champions, a Lisboa y París y a mí sinceramente me gusta más esto”, reconocía Miguel Ángel que se desplazó a Negreira junto a una cuadrilla de amigos.
Además de la juventud y los más mayores, al García Calvo se desplazaron también muchas familias al completo, como los Trillo. “É un día para vivir en familia. Non o van olvidar”, reconocía el padre -conocido en la localidad por su apellido-, ilusionado porque sus hijos vivieran in situ un día tan importante para la localidad.

La familia Trillo, de camino al García Calvo para animar al Negreira / Mateo Garrido Triñanes
"Danos un penalti"
Tan solo media hora después de la llegada del grupo de aficionados más bullicioso, hacían acto de presencia en el García Calvo los protagonistas. En primer lugar, llegó el equipo arbitral que recibió alguna que otra petición de la hinchada nicrariense. “Danos un penalti”, gritaban Moncho y Pepe desde uno de los lados del pasillo que la Guardia Civil abrió para permitir el paso de coches y autobuses. En los últimos meses, el nombre de Negreira ha estado asociado a los favores arbitrales y eso demandaban, irónicos, este par de amigos.
Tras los árbitros arribó la Real Sociedad, con un cariñoso Brais Méndez a la cabeza. El gallego no dudó en pararse a firmar autógrafos para los niños y a sacarse foto con los aficionados de A Barcala. El ambiente explotó con la llegada del equipo local recordando a los suyos que, independientemente de marcador con el que terminase el partido, hoy eran los héroes.

Brais Méndez posa con unos jóvenes nicrarienses / Mateo Garrido Triñanes
El resultado, de hecho, importaba más bien poco. “Si comieron mal y vienen descompuestos, a lo mejor tenemos algo que hacer, pero lo normal es que nos ganen”, ironizaba Manuel. El García Calvo, eso sí, se quedó pequeño, a pesar del inmenso esfuerzo del equipo directivo y el Concello para que el partido se pudiera jugar en Negreira, incluso el presidente de la RFEF, Rafael Louzán, no se lo quiso perder. “O estadio ten capacidad para 450 espectadores e puxeron tres gradas supletorias para poder chegar aos 3.500, pero si chega a haber máis asientos enchíase igual”, vaticinaba Manolo.

El donostiarra Miguel Ángel posa con su cuadrilla / Mateo Garrido Triñanes
Nadie en la capital de A Barcala se quería perder el partido, porque si como decía Galeano “el fútbol es el espejo del mundo”, el García Calvo fue este martes el espejo de la ilusión y el amor de todo un pueblo por su equipo.
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