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Citius, altius, fortius

ES 31 DE DICIEMBRE de 2009. Con 22 años, Kevin Pearce lo ha ganado casi todo en la modalidad freestyle de snowboard. Quedan 50 días para los Juegos de Vancouver donde intentará hacerse con el oro olímpico. En el Park City de Utah, intenta una maniobra arriesgada, un doble cork. Se golpea la cabeza violentamente sobre el pipe sufriendo un traumatismo cerebral grave. Seis días en coma. Meses de rehabilitación. En medio de su recuperación acepta que no volverá a competir. No es capaz de juntar la mirada y su cerebro es tan frágil como el cristal. No se detiene. Aprovecha su experiencia para ayudar a otros con dificultades semejantes.

Cuatro años después se estrena su documental: The Crash Reel. Lucas Eguibar, campeón del mundo de snowboardcross desde este febrero, lo visiona en el cine. Él sabe, mejor que nadie, que los traumatismos cranoencefálicos están a la orden del día en su deporte. Pero la china le toca a su hermano. Suena el teléfono. Nico acaba de tener un accidente de moto.

La vida de Nico pende de un hilo. El accidente le ha causado graves lesiones cerebrales. No le dan ni una noche. Tras dos meses en coma, Nico despierta y, paso a paso, es artífice de un avance milagroso. Las secuelas no le amargan: “Yo lo que quiero es pelear, pelear y pelear”. “Nico tuvo suerte, hemos aprendido mucho de él; y yo sigo aprendiendo cosas”, dice su hermano Lucas. Supongo que entre tantas cosas ha aprendido a no rendirse. A pesar de lo de su hermano, de abandonar un tiempo el deporte, de haber perdido a su entrenador Isra, de los cambios en el diseño de los circuitos, de lo dura que es la vida, de las piedras en el camino. Pase lo que pase, él sigue.

También siguieron en Múnich. El 5 de septiembre de 1972 la Organización para la Liberación de Palestina asesina a once miembros del equipo olímpico israelí. La masacre se cierra con 17 muertos. En medio de la consternación y en honor a la tregua olímpica, el presidente del COI, Avery Brundage, toma una difícil decisión: “Los juegos deben continuar”. La locución latina Citius, altius, fortius fue el lema de Múnich 72. La misma con la que Nicolás Eguibar cierra un maravilloso alegato sobre la resiliencia en el cortometraje Gigantes Paralelos que cuenta su lucha, su inspiración y su inconformismo. Nico le dice a Lucas que la vida es dura, que el camino está lleno de piedras y que ambos se levantarán todas las veces que caigan: “Ahora quiero que hagas realidad tu sueño, así como tú soñaste que yo hacía realidad el mío. Estamos juntos en esto. Tú con tu lucha y yo con la mía. Diferentes batallas pero un mismo fin. Más rápido, más fuerte, más lejos”.

Hoy su hermano Lucas se prepara para Pekín 2022. Su gran desafío es el oro olímpico. Lucas sabe, mejor que nadie, que la vida es dura y que el camino está lleno de piedras. Pero también sabe que la receta es ir “más rápido, más fuerte, más lejos”. Porque, pase lo que pase, “los juegos deben continuar”.

Lo dice Camus. Dentro del invierno de los Eguibar -el de la tabla y el del accidente- “hay un verano invencible”.

04 mar 2021 / 01:00
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