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Competir tiene riesgo,
es parte del juego

    LA PROFESIÓN de aficionado y de accionista del Deportivo es una actividad de riesgo. El deportivismo lleva unos cuantos años al borde del colapso cardíaco, futbolístico y económico. Intencionadamente, conté hasta diez y dejé pasar unos días para asimilar y opinar sobre la marcha del equipo en el campeonato y del fracaso en este curso, donde la afición sobresalió, sacó matrícula y los otros protagonistas directos fracasaron. Respirar profundo y que se enfríe la desilusión del fracaso.

    En fútbol no se pueden hacer cuentas, como en la banca, ni son buenas las urgencias, ni el derribarlo todo para empezar de cero, pero está siendo un batacazo que perdura demasiado en el tiempo.

    Un club mide su tamaño por la masa social, el capital y los logros deportivos. Los tres parámetros son garantía de éxito en cualquiera de los equipos de nuestra liga y en La Coruña no es así.

    El equipo fracasó en el último instante y de la forma más cruel pero ya estaba dando avisos, desde que encadenó varias derrotas seguidas, en el tramo liguero. Había signos claros de duda que, los responsables entendidos, no supieron ver ni estudiar, a pesar de las sugerencias externas que fueron muchas y de todos los colores. La solera, la historia, la reputación y el nombre no ganan, pero en un equipo con tanta masa social no es admisible fracasar con continuidad.

    El fracaso, el error, el fallo de este proyecto era impensable y se dio. Como consecuencia del fracaso, tendremos que soportar un tiempo la frustración y acarrear con ese sentimiento hasta alcanzar la deseada vuelta al lugar que todos tenemos en mente y el deportivismo, la historia, la ciudad y el potencial social, merece. Mientras, caminamos con rabia, ira, malestar, ansiedad y desesperación, por lo menos hasta que el balón ruede de nuevo que se renovará la ilusión y la esperanza.

    Empieza la hora de la gestión para dejar atrás la emoción. Sabemos que competir tiene riesgo y se acepta como parte importante del juego.

    Se juega con el acierto y con el error, pero en equipos de este nivel hay muchísimas posibilidades de triunfar, ello obliga a buscar desempeño en el campo de acuerdo al nombre y al poderío humano, social y económico. Es difícil conseguir ir todos los partidos con las mismas ganas, pero no se consigue nada sin esfuerzo y dedicación.

    Los jugadores en La Coruña, siempre se sintieron importantes, queridos y valorados. En la historia del Club así ha sido. Ser del Deportivo es un plus y una exigencia mayor, la gloria pasada no puede permitir el no ganar, con esta afición que sigue mostrando señorío, lealtad, fe y unión para llevar al equipo en volantas cada partido. Consejo, Dirección Deportiva, Secretaría Técnica, Analistas, todos en equipo para que trabajen 11 en el campo los domingos y ganen.

    El fútbol invita a seguir a delante, los equipos, las sociedades, las vidas y la propia historia del Deportivo está llena de luces y de sombras. Acostumbrados a grandes batacazos, con esta masa social volverá pronto a primera línea. Habrá que volver a intentarlo, aunque no se consigue nada sin esfuerzo, no olvidemos que se pierde muchas veces para ganar una y que se cumplan los sueños.

    22 jun 2022 / 01:00
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