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Experticia y hándicap

    En agosto de 1989, Severiano Ballesteros completaba su último ciclo como número uno del golf mundial para un total de 61 magníficas semanas liderando la lista. Cinco años después nacía Jon Rahm, un irreverente muchacho de Barrika que a sus 25 años ha hecho lo que Seve logró con 29: ser número uno. Seve fue el segundo de la historia en conseguirlo, después de Bernhard Langer. Rahm, el segundo español, por detrás de Seve. Rahm dice de Seve ser “la razón por la que estoy jugando”.

    El golf es tan complicado que tan solo cinco mortales han sido capaces de juntar en su palmarés los cuatro Majors: Sarazen, Hogan, Player, Nicklaus y Woods. Y es que a su intrincada puesta en escena hay que sumarle el factor psicológico de un deporte en el que jugador pasa la mayor parte del tiempo analizando acciones que requieren máxima concentración.

    Como ejemplo de su dureza destaca el British de 1999, en el que el jugador 152 del mundo, Jean Van de Velde, realizó la competición más sorprendente que se recuerda. Una polémica elección del driver; un nefasto segundo golpeo al rough tras rebotar la bola en la grada; el espeluznante tercer approach que ahogó la pelota en el arroyo Barry Burn; el drop del cuarto; el beso a la arena en el quinto; la salida del búnker al green en el sexto y la embocadura final con el putt convirtieron el último hoyo en un infierno de siete golpes en el que perdió la ventaja de tres para ser arrollado por Paul Lawrie en el desempate. La imagen de un joven de 33 años cabizbajo, con los pantalones remangados y el agua hasta las tibias dio la vuelta al mundo como uno de los iconos del fracaso. El joven Van de Velde lo hizo todo mal.

    No me cabe ninguna duda de que el mayor James Nesmeth, un humilde golfista de fin de semana con marcas de noventas, habría jugado cualquiera de esas bolas de un modo mucho más flemático. Nesmeth dejó de jugar al golf durante siete años, el tiempo que pasó confinado en una jaula minúscula como prisionero de guerra en Vietnam. Para mantenerse vivo y cuerdo decidió jugar cada día de su encierro los 18 hoyos de su cancha favorita recreando cada detalle: árboles, césped, pájaros e incluso varias condiciones climáticas. Siete días a la semana durante siete años. Cuando regresó a un campo, bajó su hándicap en casi 20 golpes. El viejo Nesmeth lo hizo todo bien.

    Dicen los entendidos que el de Carnoustie, donde Van de Velde se ahogó, es uno de los campos más complicados. Lo reformó Old Tom Morris en 1870. El viejo diseñador de campos ganó cuatro British entre el 61 y el 67. Su hijo, Tom Morris Jr., hizo lo propio entre el 68 y el 72. Cuando ganó en 1869 contaba con 28 años. Su padre, terminó segundo con 58. Fue el único caso en la historia del campeonato con un vínculo familiar entre los dos primeros.

    El relevo en el golf escocés se produjo allí. El del español, en Ohio en 2020. Rahm tiene todavía 25 y toda la experiencia del mayor Nesmeth y de Old Tom Morris por adquirir para hacerlo todo bien. Y la estela de Seve para seguir.

    23 jul 2020 / 01:00
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