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OBRADOIRO CAB: 50 AÑOS DE UN CLUB ESPECIAL (8). Con solo 18 años, el santiagués ejerce de delegado en el equipo al que cierran las puertas de la ACB por el fraude del Murcia en el ‘play-off’ del curso 89/90 // Las siguientes dos temporadas asiste desde primera línea al hundimiento del barco TEXTO Cristina Guillén

Óscar Martínez: un aprendizaje a base de sueños y también de desilusiones

“Si el Obra ha llegado hasta aquí es porque la gente que ha estado ahí lo ha querido mucho”. Óscar Martínez (12-07-1971, Santiago) sabe bien de lo que habla. A él no le tocó vivir momentos de gloria, aunque los tuvo al alcance de la mano, y tuvo que aprender, con apenas 19 años, que el deporte da, pero también quita, que de la cima al pozo apenas si hay distancia, pero sobre todo que, por encima de cualquier sinsabor u obstáculo, de las decepciones o los errores, de las victorias y las derrotas... están las personas.

En el Obradoiro CAB la cadena de quienes siempre han dado el paso adelante cuando más se necesitaba, quienes han dado la palmada en el hombro en el momento donde las fuerzas eran ya justas, y de quienes nunca dejaron de creer, de alentar y de ofrecer ha sido clave para llegar hasta hoy. Ese es el sentimiento obradoirista, una suma de muchos, el gran patrimonio de este club.

“Yo llego al Obra en el año 89”, comienza su historia Óscar Martínez, ligado a la entidad primero como delegado, y más tarde, en una breve segunda etapa, como entrenador. “Estudié en La Inmaculada y allí empecé a entrenar a equipos de mini hasta que me llamó para La Salle Jesús Lodeiro, que por entonces se ocupaba de todo el baloncesto del colegio junto a Ricardo Docobo. Llevé a equipos cadetes, infantiles... y después compatibilizándolo con la labor de delegado con Tonecho en el equipo de Autonómica”, continúa y añade: “Y fue precisamente Tonecho el que un día me dice que Owi (Cameron) tenía que dejar el cargo de delegado en el Obradoiro temporalmente por un tema personal de trabajo y si me podría apetecer o interesar. Lógicamente le dije que sí y como él tenía muy buena relación con Pirulo y con el que estaba de segundo entrenador, que era Antonio López Cid, ya me fui para allí con 18 años en el año del famoso play-off”.

“A nivel deportivo fue toda la temporada muy buena. Tonecho también acabó sustituyendo a Antonio que lo dejó por trabajo y fue un año especial también por eso. Yo era un crío y estar en un equipo profesional fue una experiencia a todos los niveles, tanto en el personal para madurar, crecer como persona, tanto en el deportivo por todo lo que viví y pude aprender, como por la gente que pude conocer que muchas veces es lo más importante que deja el baloncesto”, subraya el compostelano.

Eran muchas las responsabilidades que englobaba su cargo, muchas las tareas para un joven que apenas si había cumplido la mayoría de edad. “Tenía que tener todo el material preparado, encargarme de los viajes, de todo el tema de comidas, de billetes de avión, de gastos, de habitaciones en hoteles, en los entrenamientos y partidos tener toda la infraestructura de material, estar en contacto con jugadores por si había algún problema y hasta de las estadísticas, porque de aquellas había que hacerlo todo a mano y con una planilla rudimentaria”, enumera.

Recuerda perfectamente Óscar quiénes formaban aquel grupo que luego también pasaría a formar parte de la historia más recordada del club. “Salvo Charlie Uzal, que era el júnior y un año más joven que yo, y un chaval de 20 años que había venido de la cantera del Barça y que había jugado en Valencia como era Jordi Morella, todos los demás eran gente veterana. Me recibieron muy bien, me lo pusieron todo muy fácil”, subraya y apunta: “Por eso hay gente con la que sigo teniendo relación como Paco Dosaula que vive en Santiago, Popocho que está fuera pero con el que desde el primer momento conecté porque yo vivía con mis padres en la Plaza Roja y él en la Avenida de Vilagarcía y siempre me traía y me llevaba él en coche a entrenar. Incluso ahora hablamos y quedamos. También con Collins a través de redes sociales, con Anger también me escribí algún email”.

Había muchos pesos pesados en aquel vestuario. Cuando se le pregunta a Óscar Martínez quién ejercía de líder apunta a varios nombres: “Los jugadores con más carisma eran Popocho, Paco Dosaula era un persona con mucho peso en el equipo pero por su carácter no se expresara mucho y Solsona también por su temperamento. Creo que eran los tres”.

Tras la apurada permanencia del curso anterior, que se selló en un dramático quinto partido del play-out en Huelva, llega al banquillo Manuel Fernández Rey Pirulo. “Sabía llevar muy bien al equipo, al grupo, tenía muy claro lo que quería hacer, no se complicaba mucho a nivel táctico, pero sabía aprovecharse muy bien de las características de los jugadores. Esa fue la gran virtudes de este equipo, que todo el mucho aportaba y todo el mundo tenía su papel dentro del esquema de ataque. Eso le permitía hacer un baloncesto creo que bastante vistoso y que dio unos resultados muy buenos”, apunta al recordar los resultados de aquella temporada 1989/90 en la que el Obra acaba quinto entre un total de 16 equipos con un balance de 18-12.

Cambio de presidente. Hubo más cambios a lo largo de esta campaña pues el empresario de origen palestino Ghaleb Jaber, aunque continúa como gran valedor económico del plantel, cede el testigo a Antonio Besada en la presidencia. Es una etapa dulce aún en cuanto a presupuesto y al cobro de las nóminas. “Se vivía una buena situación. De la historia de Obradoiro creo que fue de los mejores años, porque después los siguientes sí fueron terribles. Se viajaba mucho en avión por ejemplo y todo eso creo que se reflejó en la pista. Había tranquilidad y la gente se centraba solo en jugar”, expone el compostelano.

Óscar Martínez insiste en el carácter “profesional al cien por cien” de este Obradoiro donde la preparación física estaba a cargo de José Andrés, el trabajo técnico-táctico de Pirulo y sus segundos, al mismo tiempo que señala la calidad, talento y caché de muchas plantillas de aquella 1.ª B como la del Murcia, Elosúa de León o Cajamadrid.

En el caso del conjunto santiagués “estaba bastante bien construido, con jugadores de bastante calidad y carácter y jugadores un poco más especialistas en el trabajo oscuro”. “Valentín Baeza, por ejemplo, defensivamente te daba un plus y luego había otros como Popocho que te daba en los dos lados, Solsona que era un anotador, Anger era un grandísimo reboteador, con muy buenos movimientos y era muy fiable, Dosaula que era un alero grande que podía jugar de 3 y de 4, que podía tirar de 3, postear, con movimientos al poste bajo buenísimo y movía bien los pies... era un muy buen equipo, y después también estaba la suerte de que no hubo lesiones que desencajaron el grupo. Se jugaba un muy buen baloncesto con equilibrio tanto en defensa como en ataque”, analiza.

Entre la lista de partidos en la retina de Óscar Martínez está “cuando en Guadalajara, con un ambiente infernal, el público nos comenzó a tirar vasos de cerveza y monedas que Charly Uzal se dedicaba a recoger en el banquillo”, o la derrota en Pamplona, inesperada porque era contra uno de los colistas, pero en el que el exjugador del Obradoiro Levi Middlebrooks “hizo un partizado, nos hizo muchísimo daño”. “Fue del que tengo peor sabor de boca hasta que pasó lo del play-off de Murcia”.

Había ilusión, calidad... y un rival tramposo

... Y llegó la hora de la verdad. Las eliminatorias de ascenso a la ACB se abrieron ante el Cajahuelva al mejor de tres partidos y el cuadro compostelano supera la ronda gracias a sus dos triunfos en casa. El cara o cruz fue por lo tanto frente al Juver Murcia. Quien ganase, ascendía. “Santa Isabel estaba completamente lleno con gente incluso sentada en las escaleras. Abarrotado”, recuerda Óscar el ambiente en el exterior. En el vestuario “había muchas ganas porque se sabía que era una oportunidad para muchos jugadores, histórica, de conseguir un ascenso a una Liga ACB que ya de aquella era potente, una de las mejores Ligas de Europa. Había mucha ilusión”.

“Sabíamos que Murcia era un gran equipo y que se había reforzado además con la llegada de Mike Phillips -campeón de Liga, Copa y Recopa con el Barça y máximo anotador de la ACB en la temporada 85-86- un jugador determinante por lo grande que era y con mucha experiencia. Pero teníamos ilusión de poder ganarles y de hecho los partidos fueron igualados y se decidieron por muy pequeños detalles”, afirma.

Otro referente del cuadro levantino era Estaban Pérez, el argentino que jugaba con ficha de español gracias a un DNI falso y cuyo fraude desencadenó toda la batalla judicial posterior. “Era determinante en la categoría, muy potente, que podía jugar en la posición de 3 y hacía mucho daño junto a Phillips, Davalillo, Miki Abarca, Martín de Francisco, Azcón... era un plantel muy peligroso que además al tener dos jugadores extranjeros (solo estaba permitido uno) tenían una importante ventaja con respecto a los demás”, enfatiza Óscar Martínez.

El primer duelo en Murcia se cerró con derrota 90-86 y graves incidentes con agresiones entre espectadores y Paco Solsona que se saldaron con un año de sanción al jugador y una multa económica (200.000 pesetas) al equipo anfitrión “por lo que estábamos intentando guardar las cosas en el autobús cuanto antes, cuando se acerca una pareja que nos dice: ¿Son ustedes del Obradoiro? ¿Conocen a algún directivo? Creo recordar que les presentamos a Alejandro Otero, el asesor jurídico del club que viajaba con nosotros y se pusieron a hablar con él y ahí es donde se destapó toda la historia”.

“Yo no estaba presente en la conversación, me enteré con posterioridad. En ningún momento supimos nada del tema hasta un par de semanas después”, añade el compostelano que continúa: “Fue un día estando en Santa Isabel cuando lo comenta ya Pirulo con Tonecho, con José Andrés y conmigo y nos dice que se va a a investigar lo que pasa porque los que se habían presentado eran los supuestos padres españoles de Esteban Pérez”.

“Nos lo tomamos con sorpresa pero son cosas que en el deporte pueden pasar. Estaban expectantes para ver lo que podía pasar pero acaba la temporada (el Obra cae en los dos siguientes partidos por 87-93 y 89-80) y seguimos igual, sin saber nada, haciendo la denuncia y preparando de nuevo la temporada con la idea de jugar otra vez en 1.ª B”, sentencia.

De Autonómica al desastre deportivo y económico
DOS AÑOS PARA OLVIDAR

··· Tras no lograr el ascenso, el Obra recibe un segundo mazazo al quedarse fuera de 1.ª B por no presentar los avales a tiempo. Con un equipo hecho para jugar en la categoría de plata, le toca pelear en Autonómica. “Fue un año muy duro porque muchos jugadores se marcharon, llegaron otros como Koke Rama, Sanmartín, varios de Ferrol de la mano de Javier Lorenzo que era el entrenador, y salimos, ganando muchos partidos de paliza y sufriendo como se pudo”, evoca.

··· Pero aún fue peor en la 91/92. LA FEB le da la razón al club y se recupera la plaza. “Sigue Lorenzo, los bases son Ferreira y Azcón, está Koke, Miki Abarca, Miguel Seijo, Loureiro, Jose Sanmartín y se empieza con Jimmy Wright -cortado tras el primer partido- como extranjero”, relata Óscar aunque luego se acabó con Rod Griffin (el único 1.ª ronda del Draft que militó en el Obra). “La cosa no empieza bien. En el debut con Andorra Ray Smith nos hizo un destrozo y empieza a haber problemas económicos pues desde diciembre ya no se cobra. Después cesan al entrenador, dirige Tonecho un partido de interino echando yo una mano, viene Tim Shea que dirige otros tres pero se acaba marchando, dirige Tonecho otro, coge el equipo Pepe Casal y el último en Bilbao, en el que ya el Obra estaba descendido pero ellos se juegan la permanencia, Pepe ya no viaja y el encuentro lo dirige de nuevo Tonecho”, enumera la odisea Óscar Martínez. “En el equipo estaban Chete Pazo y Chiri Nouche como júniors y Tonecho los hace jugar”, señala. “Pero el ambiente en el grupo era malo porque a nivel deportivo tampoco había tregua. Era la pescadilla que se muerde la cola... en algún momento incluso la gente se plantea la huelga pero no se podía, aunque sí algún día no se entrenó”, lamenta.

“PESE A TODO, ES UN CLUB QUE TE ENAMORA”
Al femenino... y de vuelta

··· Óscar tiene claro que su mejor momento en el Obra fue “llegar, poder estar ahí y poder jugar el ‘play-off’ de ascenso”. “El peor fue el último año, toda la temporada aunque hay cosas buenas como Griffin, que era un magnífico jugador, pero cada semana había malas noticias y al final de la campaña cada uno se fue para su casa y durante un montón de tiempo no se sabía nada del club”, añade. Fue entonces cuando la labor de José Ángel Docobo y de José Ramón Mato impiden la desaparición de la entidad.

··· “En el verano del 92 parecía que todo desaparecía, nadie daba una explicación, y fue cuando me llama Castelao para ir a Cluny”. Y desde ese momento se abre una nueva etapa para Óscar Martínez en el baloncesto femenino. Primero como ayudante de Carlos Colinas, “del que aprendí muchísimo”, después de Paco Saez, y luego ya como máximo responsable antes de dar al salto a Pío XII “con años muy buenos donde conseguimos la fase, ir al Campeonato de España donde acabamos octavas, debutar en LF-2”. Aún volvería Óscar al Obra en la campaña 2005/06 con el equipo en 1.ª Nacional, hasta que un encontronazo durante un partido con uno de sus jugadores le obliga a presentar su renuncia.

··· “El Obra es un club del que todos los que hemos pasado por él te quedas enamorado aun pasando años muy malos. He sufrido, las he pasado canutas, me he quedado sin cobrar, pero hay un cariño especial. Es el sentimiento del que habla Tonecho siempre. Este club ha sobrevivido por el cariño de la gente, porque siempre ha habido quien se ha involucrado”, resume Óscar su pasión.

07 ene 2021 / 01:00
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