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|| Lo que debería ser y no es ||

Iker Casillas pinchó en hueso

SE VEÍA venir. Luis Rubiales, salvo sorpresa de última hora, se queda solo en la carrera por la presidencia de la Federación Española de Fútbol y casi con total seguridad será reelegido para seguir al frente del fútbol español el próximo 17 de agosto, una vez que quede constituida la Asamblea en los primeros días de julio.

La renuncia de Iker Casillas, anunciada días atrás, era algo que venía flotando en el ambiente casi desde el mismo momento en que anunció su candidatura a mediados del pasado mes de febrero. El propio ex portero del Real Madrid se había encargado de que con anterioridad a esa fecha se filtrase a la opinión pública la posibilidad de que accediese a presentarse y cuando decidió oficialmente dar el paso al frente se suponía que contaba con cartas ganadoras, algo que con el paso de los días se supo que no era del todo cierto.

Para dar el paso que dio, Casillas da la sensación que o no midió bien sus fuerzas o alguien de su entorno lo engañó, esto último algo poco probable pues no es el internacional español un hombre que se deje manipular fácilmente. Contaba por aquel entonces con tener el respaldo de nombres de peso en el panorama futbolístico. De hecho se supo que llegó a ofrecerle al catalán Carles Pujol ir en su candidatura. No era una mala jugada, pues el ex central del Barcelona cuenta con un muy buen cartel en el panorama futbolístico nacional y seguramente arrastraría a aquellos que podrían tener alguna reticencia a entregarle el poder a un hombre salido de la casa blanca. Pero Pujol no llegó a comprometerse y fue uno de los primeros pinchazos que sufrió el candidato, al que seguirían otros como el no contar tampoco con el apoyo explícito de la Asociación de Futbolistas Españoles, un colectivo que ahora mismo se debate en una fuerte guerra intestina.

Por si todo esto fuese poco, Iker descubrió que no contaba tampoco con el respaldo del Consejo Superior de Deportes (CSD). La responsable del mismo, Irene Lozano, tomó decisiones que hicieron ver que se decantaba abiertamente por apoyar a Luis Rubiales, anunciando la convocatoria urgente de las elecciones, algo que pilló con el pie cambiado a un Casillas que no esperaba que desde la Administración lo maltratasen de aquella manera.

Pero si ya se había percatado de que el camino a la presidencia de la RFEF no iba a ser precisamente de rosas, el confinamiento provocado por la covid-19 acabó de darle la puntilla a sus aspiraciones. Ahora, en plena desescalada, no le ha quedado otra alternativa a Casillas que anunciar su retirada de la carrera electoral y lo ha hecho de una forma elegante aunque dejando alguna perla por el medio: “El principal motivo -ha dicho el aún jugador del Oporto- que me ha llevado a tomar esta decisión es la excepcional situación social, económica y sanitaria que está sufriendo nuestro país, esto hace que las elecciones pasen a un segundo plano. Creo que es el momento de sumar y no dividir, porque el fútbol y la sociedad lo necesitan”, señaló.

Rematando más adelante con un reproche a cómo se han producido los acontecimiento en torno al proceso electoral que está en marcha, señalando que “quería un proceso electoral justo, transparente y realmente participativo, buscando lo mejor para el fútbol español y en esta ocasión creo que no se ha apostado por ello, espero que en próximas elecciones se pueda dar, conmigo o con otros candidatos”.

Llegados a este punto, sean o no sinceros los motivos que expone Iker para dar un paso al lado y dejar el camino expedito a Rubiales, lo cierto es que si mantuviese su candidatura lo iba a tener complicado pues cualquiera que conozca los entresijos del fútbol español sabe que para optar con posibilidades de éxito a la presidencia de la Federación debe contar con el apoyo de buena parte de las federaciones territoriales, que tienen un peso específico importante ya no solo por su voto directo, sino por cómo influyen en los votos de otros colectivos que forman parte de la Asamblea, sobre todo los clubes no profesionales y los árbitros.

La Asamblea del fútbol está integrada por 139 asambleístas, de los que 19 son miembros natos como presidentes de las territoriales; y los demás, es decir, los 120 restantes, son elegidos por unas 23.000 personas involucradas en el proceso electoral y del que salen los representantes de los entrenadores, árbitros, fútbol sala, fútbol profesional y no profesional y jugadores profesionales y no profesionales.

Por eso, las cosas, mal que le pese a Casillas o al que lo intente en el futuro, deben hacerse midiendo muy bien los pasos y sabiendo que el que ostenta el poder tiene la sartén por el mango, o lo que viene a ser lo mismo, cuenta con apoyos de colectivos que siempre se arriman al sol que más calienta y, de momento, el que parte y reparte es Luis Rubiales, un hombre que llegó en mayo de 2018 a la poltrona federativa y de la que no va a ser fácil descabalgarle y más si cuenta con el respaldo del poder político.

PORTUGAL La UEFA se ha tomado su tiempo para ver cómo evolucionaba la desescalada en los distintos países, pero ya ha hecho pública la decisión de que la fase final de la Champions League se dispute en Lisboa entre el 12 y el 23 de agosto próximo. Sería una modalidad completamente novedosa provocada por una situación atípica. Así, si todo va según lo previsto, en la capital portuguesa se darán cita los ocho equipos clasificados para cuartos que se enfrentarán a partido único. Los cuartos de final se jugarán entre el 12 y el 15 de agosto, las semifinales tendrán lugar el 18 y el 19 y la gran final sería el dia 23 en el Estadio Da Luz, sede que compartirá protagonismo con el estadio José Alvalade para acoger los otros partidos.

Pero previamente tendrán que disputarse los cuatro choques que restan de las eliminatorias de octavos y que fueron aplazados en su día por el coronavirus. De momento se jugarían entre el 7 y el 8 de agosto en los campos de los equipos que actuaron como visitantes en la ida, eso sí, en estadios sin público y con todas las garantías sanitarias. De no ser posible, la UEFA no descarta que esos partidos se celebren en otro país, en campo neutral, lo que, por lógica, perjudicaría seriamente a los conjuntos que lo hacen como locales. Los cuatro partidos pendientes tienen que enfrentar a Barcelona con Nápoles, Manchester City con Real Madrid, Juventus con Lyon y Bayern Munich con Chelsea. El secretario general de la UEFA, Aleksander Ceferin reconoció que están en contacto con las autoridades lusas para ver cómo evoluciona la situación pero si todo sigue como hasta la fecha, los equipos clasificados para disputar esa final a ocho se tendrán que quedar concentrados en Portugal hasta que remate su participación para así tenerlos controlados ya que se tiene la intención de realizar test de forma periódica, algo que forma parte del protocolo. Lo que irán viendo en próximas fechas es la posibilidad de que los aficionados puedan acudir a los estadios, lo que a día de hoy no parece posible.

21 jun 2020 / 01:00
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