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AQUELLOS MARAVILLOSOS AROS (122) > 1982. Internacional juvenil con España en Santiago, compañero de José Ramón Lete en la selección de Euskadi, jugó en el Baskonia, Real Madrid, Joventut y Zaragoza

Fue compañero de Brabender y Szczerbiak

Del rural vasco, han salido grandes pelotaris, ciclistas de fama, montañeros de rostro ajado y algún que otro jugador de baloncesto, como Josean Querejeta, atípico ganador de títulos en la cancha y el despacho. Del parqué a la banda del entrenador de paseos cual león enjaulado hay pocos pasos pero del rectángulo de juego a las oficinas del deporte profesional, media un océano.

José Antonio Querejeta Altuna, piscis del 19 de marzo de 1957 es un caso único, un unicornio grande.

Días después de su llegada al mundo (con el tiempo, al mando) Anthony Quinn recibe el Oscar al Mejor Actor de Reparto por su trabako en El loco del pelo rojo, de Vincente Minnelli y aunque a Querejeta le va más el pelo verde de los montes vascos, algo de loco tuvo colgar las zapatillas y asumir la presidencia del Baskonia, club que ha hecho grande hasta ganar títulos y trazar el hito de dirigir un equipo de baloncesto en la misma ciudad donde lidera un club de fútbol, el Alavés.

Visto así, el recio chaval de Lazkao (Gipuzkoa) que en los años 70 llamó la atención del Vasconia (entonces sin “b”) más que cruzar la adolescencia con un balón parecía becado por Wall Street. Su olfato en los negocios lo supera Juan Roig , dueño de Mercadona y del Valencia Basket, y cuatro más, contados.

Quinn y Querejeta comparten corpulencia pero cada quien en su escena. Al Querejeta juvenil se le vio en Santiago en 1976 ganando con España (Iturriaga, Romay, Epi...) la medalla de bronce del Europeo.

Un año antes, llegó al Baskonia fichado por Pepe Laso, brillando como alero de dos metros en días de pívots menos altos. Metía 20 puntos por rutina. Así, le fichó el Real Madrid de 1979-1980, aquel que lograba todo aquí y cuya jerarquía para quitar minutos a los titulares requería una paciencia que Josean no tuvo. Romper su contrato hizo ruido. La sociedad cambiaba, los deportistas también y él quería volar.

En 1980, Vitoria albergó el debut de la selección de Euskadi de baloncesto en suelo vasco, con Querejeta, Iturriaga, Prada y José Ramón Lete, actual secretario xeral para o Deporte de la Xunta, entre otros.

Tras la polémica salida del cuadro blanco, pasó por el Joventut y Zaragoza antes de volver al Baskonia para sus cuatro años finales de carrera como alero fuerte, concluyendo su etapa de corto en el curso 1987-1988 con 33 minutos de media para 12,3 puntos y 2,6 rebotes.

A los 31, listo, supo salir de forma bien digna. Al año presidía el club y pilotó su conversión en Sociedad Anónima Deportiva.

El Baskonia creció y creció y aunque, según fuentes como ElMundo, le tiró la caña Florentino Pérez, Josean Querejeta no se ha movido del despacho vitoriano. Es más, ahora tiene dos. Un tótem.

PD: Nos vemos en 2021. Bicos.

DE CERCA Unai Morán Recio, autor del libro titulado Leyendas del baloncesto Vasco: Medio siglo de grandes jugadores, publicado por la editorial Sargantana, da para EL CORREO este retrato sobre Josean Querejeta, quien centra uno de los apartados principales de ese volumen. “A Querejeta lo identificamos hoy como uno de los más destacados dirigentes del deporte europeo. Una ciudad modesta como Vitoria nunca hubiera llegado a ser referente del baloncesto continental sin su introvertida figura. La habilidad de la que siempre ha hecho gala en los despachos, sin embargo, no debería dejar en el olvido los no pocos logros que antes firmó sobre la cancha. Con dos metros de estatura y una constitución recia, despuntó pronto como alero y no tardó en fichar por el Real Madrid. Ganó dos Ligas y llegó a proclamarse campeón de Europa, pero lo hizo junto a estrellas como Brabender, Szczerbiak o Meister, con las que resultaba complicado luchar por el puesto. En un alarde de la fuerte personalidad que siempre ha exhibido, rompió unilateralmente el contrato que le unía a los blancos y renunció a nuevos títulos para disfrutar de minutos en algún club más modesto. Fue así como recaló en un Baskonia del que no tardaría en convertirse en santo y seña. Primero, con anotaciones habituales de dobles dígitos que lo consolidaron como uno de los más destacados jugadores nacionales en los años 80. Y después, como presidente, el Baskonia no ha dejado de crecer con él al mando”.

21 dic 2020 / 01:00
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