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La Supercopa con formato atractivo

    LOS CESES, los aplazamientos, Filomena y la Supercopa acapararon la atención en estos días. Tuvimos una España blanca y medio bloqueada, al fútbol no lo paró del todo, trabajaron mucho las palas para descubrir el verde. También se jugaron partidos atrasados y eliminatorias de Copa.

    Vuelven los cambios masivos en los banquillos. Todas las miradas van al mismo lugar, sobre esa figura señalada siempre como culpable responsabilizándole de todos los males. Estamos en tiempos de evaluación de mitad de carrera y se culpa a los entrenadores de las malas notas del grupo. Este virus también afecta a todas las categorías. Ya perdí la cuenta de cuantas mudanzas van. Leí un día que las ruedas de la maleta del entrenador están siempre engrasadas y es una gran verdad. Cada jornada que pasa se está más cerca del cese. Los rumores no tienen fuente clara ni autor, empiezan por confirmación en el cargo al titular de turno para desdecirse a las pocas horas. Cada vez hacemos responsables a los entrenadores de más cosas, cuando tienen menos poder en la confección de los planteles y el mando. Es una actitud contagiosa.

    La Supercopa no pudo jugarse en Arabia Saudí, se quedó en Andalucía, vino de Jeddah a la Cartuja, tuvo buen juego, muchas dudas, muchas certezas y mucha emoción. Este formato a cuatro y condensado es atractivo, fomenta y abre la competitividad. Vimos buenos contendientes que nos dejaron sus virtudes, sus penurias y que el fútbol tiene alternativas al podio.

    El Athletic de Bilbao, campeón trabajador, entregado, intenso en el juego, con corazón, recordó a los leones de antaño. Se dio un golpe de autoestima, y vuelve a sacar la gabarra. Creo en la justicia del resultado final. Tuvo un juego más calmado donde mandaron las defensas sobre los ataques y el trabajo colectivo se impuso a las individualidades. Derrotó a dos grandes. Con victorias los equipos se vienen arriba y le será de utilidad para la liga.

    En la eliminatoria, vimos un Barcelona en construcción, buscando su estilo, con sensaciones positivas, renovadas y proyecto de buenas figuras, pero superado por el trabajo del rival y frenada su evolución. La final nos dejó sin las conducciones de Messi, Dembélé y De Jong, que rebasan líneas y pocas incorporaciones de Alba por la banda. Un Barcelona más humano y con mucho que mejorar. El encuentro nos mostró un Messi terrenal, con una reacción de jugador frustrado, desbordado por la situación, aburrido y un poco harto de todo. Le perdonamos la expulsión.

    En la eliminatoria, el Real Madrid fue un equipo sin soluciones individuales y colectivas, con falta de pegada y fuga de goles, equipo plano, caducado en estilo, en modelo y en jugadores. Con juego horizontal y sin profundidad, fácil de contrarrestar, así, los centrales rivales descansan. Necesita aire fresco. Con Zidane como ejemplo de entrenador conciliador, con imagen de mesura y autocontrol, no apareció el equipo ganador, merendado por el Bilbao. Para ellos parece que era un evento menor.

    Por el contrario, la Real Sociedad cayó con buen juego, elegancia y simpatía. Sin resultado, pero orgullosos de lo hecho hasta ahora.

    20 ene 2021 / 01:00
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