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Libertad o sedentarismo

LA HOMOSEXUALIDAD está presente en nuestra historia desde tiempos inmemoriales. Tanto así como la amistad, el amor o la familia. Negar su evidencia es cercenar emociones. Es clausurar libertades. El mayor icono cultural de la Antigüedad, Alejandro Magno, pudo haber sido homosexual. Se cuenta que el objeto de sus afectos fue su amigo y comandante, Hefestión, con el que se crió en la corte de Pella. En plena conquista persa ambos se detienen en Troya para honrar los altares de los héroes de la Ilíada. Y es que Hefestión es a Alejandro lo que Patroclo a Aquiles. Compañero, guía, objeto de amor.

Los héroes de guerra han dejado paso paulatinamente a otros que también defienden la habilidad, la destreza o la fuerza de cada territorio. Hoy son los deportistas los que trasladan a niños y niñas, la importancia de unas correctas normas de conducta en la vida: superación, voluntad y valores.

En 1992 la generación de oro del waterpolo español perdía la final olímpica frente a Italia tras tres extenuantes prórrogas y un tiro al palo en el último suspiro. Los integrantes de la selección aseguran haber vivido una pesadilla de cuatro años. Pasado el duelo, siete de aquellos trece jóvenes repiten final en Atlanta y vencen a Croacia.

La capacidad de superación es su primer ejemplo.

El éxito prematuro hace que las salidas nocturnas, los excesos y las drogas marquen sus vidas. El mejor portero de la historia, Jesús Rollán, la pierde en un centro de rehabilitación. Miki Oca o Pedro García Aguado la logran reconducir. El primero lleva a la selección femenina a lo más alto. El segundo se convierte en gurú para los adolescentes con problemas.

La fuerza de voluntad es su segundo ejemplo.

En su programa, G.ª Aguado endereza casos de homofobia. “Yo no lo he visto nunca con tíos, siempre con tías buenas” o “Yo conozco muchos gays y mucha gente de esta” son expresiones de padres que seguramente hablarían de otro modo si sus hijos tuviesen tanta virilidad como Alejandro Magno.

Hoy, el waterpolo vuelve a sentar ejemplo como el primer deporte que castiga la homofobia. La FEN ha sancionado con cuatro partidos al jugador serbio Nemanja Ubovic por llamar maricón al internacional español Víctor Gutiérrez, uno de los deportistas LGTB pioneros en España: “como deportista homosexual, siento la responsabilidad de dar la cara”. Las palabras de Víctor se unen a los esfuerzos de Navratilova y Mauresmo, de Reid, de Fashanu o Hitzlsperger, de tantos otros que ni quieren ni deben ocultarse. En esta tarea, política, justicia y sociedad deben contribuir a que los y las homosexuales forjen su camino. El que quieran. Nadie puede opinar sobre un estilo de vida que no le pertenece.

Hace cien años, en el primer movimiento LGTB de la historia, la Asociación de la Amistad Alemana decía que “la liberación de los homosexuales sólo puede lograrse gracias al esfuerzo de los propios homosexuales”. Del mismo modo que Wollstonecraft decía a las mujeres en 1792 que ellas podían reformar el mundo “mediante su propio cambio”.

La sanción a Ubovic es tan necesaria como coadyuvante al cambio.

La defensa de valores éticos es su tercer ejemplo.

13 may 2021 / 01:00
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