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Los dos Amancios, las dos Españas

    a coruña ha sido de romanos, de suevos y visigodos. A Coruña ha sido de María Pita y de Sinforiano López. Pero nunca de Drake ni de José Bonaparte. A Coruña es el Monasterio de Santo Domingo, el Castillo de San Antón y la Real Fábrica de Tabacos. La Casa de las Ciencias, la Casa del Hombre, el Aquarium. Riazor y el Orzán. A Coruña ha sido de Pardo Bazán, de Casares Quiroga, de Barrié de la Maza. Incluso de Picasso y de Sir John Moore. A Coruña ha sido regia, corte y capital. A Coruña es de los coruñeses. Suya y soberana. Y por ello A Coruña ha decidido no ponérselo fácil a aquel que nace entre sus suaves colinas de Monte Alto y San Pedro y lleva por nombre el de Amancio.

    Las vitrinas de Amancio Amaro lucen nueve Ligas y tres Copas del Rey. En su primera intentona por hacerse con la Copa de Europa otro gallego se le adelantó. Luís Suárez es el único balón de oro español (60) y además ha levantado la Orejona en dos ocasiones. En la 63-64, contra el Madrid de Amancio y también en la 64-65.

    Un año después, el propio Amancio fue uno de los encargados de recuperar la gloria perdida del Real Madrid que demoró seis largas temporadas en conquistar la sexta Copa de Europa, la de los Ye-yé. El papel de El Brujo no fue anecdótico. En la final disputada el 11 de mayo de 1966 contra el Partizan en el Estadio Heysel, marcó para doblegar a los yugoslavos. También fue el máximo anotador de la competición con cinco tantos. Y repetiría como pichichi en las Ligas 68-69 y 69-70. Todo un fuera de serie.

    Si bien es cierto que el de la coruñesa calle Vizcaya coincidió con Di Stéfano -Balón de Oro (57 y 59)- y con Ferenc Puskas -Balón de Plata (60)-, a partir del año 65 solo podía hacerle sombra en el Madrid la ingente figura de Don Paco Gento, el único futbolista que atesora seis Copas de Europa.

    En la selección española también dejó su marchamo. Lideró al combinado nacional hacia su primer gran título, la Eurocopa del 64, tras vencer a Rusia en el Santiago Bernabéu con un gol de otro coruñés, Marcelino. En aquel año era el mejor colocado para llevarse el Balón de Oro de la revista France Football pero la suerte le fue esquiva. Se lo llevó un escocés, Denis Law.

    No sé cómo se tributaba por aquel entonces, ni en qué momento los antiguos refugios de piratas y corsarios dejaron de serlo para convertirse en el cofre del tesoro de ricachones en Caimán o Bermudas. Pero creo que Amancio es una persona querida en A Coruña y en toda Galicia por toda la notoriedad que le ha otorgado.

    Hoy, las máquinas contra el cáncer o las donaciones millonarias en material sanitario contra el Covid llevan la firma de otro Amancio, pero no son vitoreadas como se hacía antaño con los goles del primero. Ser de A Coruña y ser Amancio no parece tarea fácil, a pesar de los esfuerzos por cambiar el sino.

    Quizá muchos hubiesen cambiado su percepción si el segundo Amancio hubiese invertido todos esos millones en hacer al Deportivo campeón de Europa -cosa que no pudo hacer el primero- en lugar de derrocharlo en cachivaches sanitarios. Porque todo aquel que diga que la salud es más importante que la pelota es un fanático.

    27 may 2020 / 23:17
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