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STEVEN ENOCH Pívot del Monbus Obradoiro

“Muchos te infravaloran por ser ‘rookie’ y eso me motiva”

Si los aficionados no estuviesen condenados a ver los encuentros del Monbus Obradoiro desde la televisión, la Caldeira de Sar entraría en ebullición cada quince días con sus mates... o con sus triples. Steven Enoch (Norwalk, Connecticut, Estados Unidos; 1997) representa la nueva escuela de pívots capaces de amenazar desde el exterior y es el rookie del conjunto santiagués este curso, el único proyecto incorporado del básquet universitario estadounidense.

Pese a compartir el puesto de cinco con un Birutis brillante y ser el jugador más bisoño de este Obra, Enoch progresa adecuadamente y ha destacado en algunos momentos, especialmente en los últimos encuentros antes del parón. Pese a las limitaciones del COVID, se confiesa feliz en Santiago y repasa su pasado y su presente antes de retomar la Liga Endesa el domingo en Sar, ante el Tenerife (12.30 horas).

¿Este parón es bueno para que el equipo se recupere después del brote de COVID en enero?

Sí, está claro. Si no para mejorar nuestro estado de forma, al menos para recuperar nuestros cuerpos. A veces cuando pasas de un descanso tan largo a jugar tan rápidamente tu cuerpo puede quedar dañado y decirte: “Eh, ¿cuál es el problema? ¿Por qué me exiges tanto?” Este parón nos da tiempo no solo para relajarnos sino también para concentrarnos en la parte mental más que en la física.

Birutis fue de los jugadores más afectados y usted fue titular en los tres últimos duelos. ¿Siente que tiene la oportunidad de demostrar lo que puede hacer?

Sí, me encanta cuando tengo la oportunidad de mostrar a mis compañeros y al equipo cómo puedo jugar, cómo puedo ayudar. Eso es lo que quiero hacer. Quiero ser el mejor jugador posible cuando salgo a la pista y dar todo lo que tengo. Muchos quizá te infravaloran por ser rookie y eso me motiva, es lo que uso cada vez que salgo a la pista para ayudar al equipo todo lo que puedo.

Habla de ser un rookie, de estrenarse en el baloncesto profesional. Algunos jugadores comentan que es como un choque: nuevo país, nuevo baloncesto, nueva cultura... ¿Está siendo fácil esa adaptación?

El mayor choque no es el ambiente, el baloncesto o el estilo de juego. El baloncesto es baloncesto, y si lo amas vas a ser capaz de adaptarte. Sí lo es tener que lidiar con el COVID y no poder sumergirte en el país, en Santiago, con la afición... Ojalá que pronto sea posible, pero eso quizá es el mayor reto, tener una vida tan simple fuera del baloncesto. Además hay tantas normas ahora mismo... Es el mayor reto.

En cuanto al baloncesto, ¿cuáles son las mayores diferencias?

Hay mucha más inteligencia, más exigencia mental. Hay muchos aspectos técnicos para los que tienes que estar preparado porque aquí los equipos son muy buenos y su talento viene sobre todo de lo inteligentes que son, de cómo conocen el juego. En comparación con el baloncesto universitario, aquello estaba más enfocado a quién tiene más físico y quién puede anotar más fácil. Aquí es mucho más complicado utilizar únicamente tu físico, realmente tienes que comprender el juego para tener éxito y ser bueno, sobre todo en esta liga, que es de las mejores de Europa. Es el gran reto.

¿Cómo empezó a jugar al baloncesto?

Mi padre me enseñó a jugar cuando yo era muy pequeño. Fui creciendo practicando el baloncesto, pero no empecé a hacerlo más en serio, a nivel competitivo, hasta los 14 años, creo. Estaba a punto de entrar en el instituto cuando ya me puse a jugar a un nivel competitivo. Comenzar tarde tiene sus desafíos pero disfruto el proceso, porque he podido cumplir muchos objetivos y aún lo hago. Es increíble ver cómo he progresado en los últimos años y todas las cosas que el baloncesto me ha enseñado, como este equipo o la oportunidad de venir aquí, ganarme dinero jugando para ayudar a mi familia... Sobre todo eso, lo que he podido ayudarles, tener una buena educación gratuita. El baloncesto me ha dado muchas oportunidades y estoy muy agradecido.

He leído que de pequeño intentaba imitar a Kevin Durant.

(Ríe) Sí, creo que cuando era pequeño todos los de mi altura lo hacíamos. Lo hace todo con el balón, es increíble verlo jugar. Agradezco que haya un jugador así, que revolucione el juego como lo hace. Con su altura es raro, pero cada vez se ven más. Me gusta que el juego vaya en esa dirección.

¿Le gustaba ver a otros jugadores en particular, sobre todo pívots?

Cuando era pequeño era aficionado de los New York Knicks, así que me gustaba ver a Patrick Ewing. También ahora veo cómo lo hacía. Aunque no tuvo una carrera tan larga, es increíble cómo jugaba y las cosas que hacía. Me encanta ver a los más grandes, los precursores.

¿Cree que el baloncesto está cambiando tanto? Hace 15 o 20 años no era habitual que un pívot lanzase triples, e incluso usted está demostrando que puede hacerlo. ¿Va el baloncesto en esa dirección en la que cualquiera puede tirar de fuera?

Sí, el nivel de talento está subiendo, y cada vez el baloncesto va evolucionando más hacia que la gente sea capaz de hacerlo todo, con cualquier altura. Aunque seas alto tienes que ser capaz de botar, de tirar... Me encanta cómo está progresando el baloncesto. Un día tendremos jugadores con la altura de Tavares que tirarán triples y botarán el balón.

Es amigo de Andre Drummond, pívot de los Cleveland Cavaliers.

Sí, cuando crecía me dio apoyo y me enseñó mucho sobre el baloncesto. Era esa persona a la que podía acercarme y preguntarle cualquier cosa sobre ello. Después, verlo también me ayudó mucho. Estoy muy agradecido por momentos así, porque no tenía por qué tener esa oportunidad cuando era pequeño.

Según su perfil de la web de la Universidad de Louisville, sus hermanos tienen un apellido distinto.

Sí, tienen un padre distinto. Tenemos la misma madre, pero es simplemente eso.

¿Y cómo fue su infancia?

Fue buena. A veces pienso que ojalá pudiese volver atrás en el tiempo, porque antes del baloncesto y de viajar por todas partes y ver menos a mi familia estaba con ellos todo el tiempo. Ojalá pudiese volver. Incluso ahora que estoy más solo, o más a mi aire, lo pienso más. Nunca dejaré de valorar aquella época, siempre la recordaré. Fue muy buena en su mayor parte. Como le pasa a cualquiera, mi amor por mi familia crece cada día.

En su último año de instituto cambió de centro, de Norwalk, su ciudad natal, a St. Thomas More. ¿Por qué?

Para competir a un nivel más alto en el baloncesto. Aunque empecé tarde, siempre fui muy competitivo y quería mejorar. Y quería competir contra los mejores, así que es lo que hubo que hacer. Nadie quiere dejar el instituto de su ciudad, pero es lo que tuve que hacer en ese momento para llegar a ser lo que soy hoy.

Y después fue a dos de las universidades más prestigiosas de la NCAA: Connecticut y Louisville.

Ir a UConn fue increíble, porque soy de Connecticut e ir a la universidad que está en tu propio estado era como un sueño hecho realidad. Aprendí mucho allí, sobre el baloncesto, sobre la dureza, sobre el aspecto físico... Dejé UConn y me fui a Louisville porque creo que era una oportunidad mejor para mí como jugador. No había nada contra los entrenadores o contra mis compañeros, tuve una gran experiencia en los dos años en UConn, pero quería tener más oportunidades para probarme, no solo a mí mismo sino también a todos, que tenía todo lo necesario para estar a ese nivel. Louisville me dio esa oportunidad.

¿Qué le gustó del Obradoiro para decir sí a la opción de jugar aquí?

Una vez que surgió todo lo del COVID, no sabía dónde acabaría, qué pasaría con mi carrera. Hablé primero con los entrenadores del Obradoiro y me hicieron sentir muy cómodo a pesar de estar a miles de kilómetros. Fueron conversaciones increíbles, con Moncho, Víctor, Gonzalo, Rubén... Me hicieron sentir muy cómodo con la posibilidad de venir aquí y me hicieron sentir parte de la familia incluso antes de firmar el contrato. Fue muy fácil elegir.

¿Conocía a jugadores altos que estuvieron aquí como Mike Muscala o Maxi Kleber?

Sí, investigué un poco acerca del equipo y de su historia, y todo eso. Tenían jugadores que han tenido tanto éxito como ellos. En mi cabeza pensé: “¿por qué no yo?” Quiero ayudar al equipo todo lo que pueda para que a todos nos vaya bien.

¿Y le ayuda mucho entrenar cada día con Laurynas Birutis?

Nos exigimos mucho cada día, cada día. Estoy muy agradecido por poder medirme con un jugador tan bueno. Me hace mejor. En ambos sentidos. Es muy bueno y yo me estoy convirtiendo en un buen jugador, y mientras sigamos exigiéndonos el uno al otro mejoraremos el equipo todo lo que queramos.

¿Es Moncho distinto a los entrenadores que tuvo en el pasado?

Es un gran entrenador. Puedo hablar con él sobre cualquier cosa, y en el pasado tenía entrenadores con los que dudaba si hablar con ellos sobre cualquier frustración o dificultad. Moncho no es de esos, realmente se preocupa por los jugadores y por mí. Sobre todo esta primera temporada es complicada, pero él lo entiende como ningún técnico que haya tenido en el pasado. Cualquier problema que tenga, o cuánto disfruto del juego, él también lo ve, y lo agradezco. Fue otra buena razón por lo que resultó fácil venir a este equipo, porque Moncho es muy comprensivo y te exige al límite, pero si hablas con él siempre está dispuesto a adaptarse. Los entrenadores que tuve en el pasado simplemente esperaban que tú te adaptases a ellos. Un jugador tiene que ser capaz de hacerlo y estar preparado, pero Moncho es mucho más comprensivo. Estoy muy agradecido.

¿Y con los compañeros? Desde el principio se les ha visto muy unidos.

Como una familia, está claro. Y sobre todo como rookie hay muchas circunstancias por las que tienes que pasar, pero estos chicos tienen mucha paciencia conmigo y no podría estar más agradecido por cómo es este grupo. Ya estoy deseando entrenar hoy. Cada vez es mejor. A pesar del COVID, aunque ahora no tenemos nada, sentimos que tenemos todo en nuestra mano porque nos tenemos unos a otros. Cada día y cada mes es mejor, la conexión crece, es más fuerte. No cambiaría a estos chicos por nadie.

¿Quién le ayuda más?

Quitando lo de competir con Biru cada día, creo que Mike (Daum) me ayuda mucho a disfrutar del juego y los partidos. A todos, tiene una gran mentalidad. Ver cómo viene cada día ya me motiva a ser el mismo tipo de persona. Ayuda al equipo a ser positivo cada día. Es contagioso, provoca que todos queramos pasárnoslo bien y disfrutar del juego. Tenemos momentos y días complicados pero con tipos como él, en este equipo siempre puedes encontrar algo divertido a lo que aferrarte.

Trayectoria

Inicios. Steven Coy Enoch nació en Norwalk, en Connecticut (Estados Unidos) el 18 de septiembre de 1997. Allí crece, siendo siempre el más alto de su clase, y empieza a destacar en el propio instituto de Norwalk. En su último año se traslada a St. Thomas More, en busca de un mayor nivel competitivo en el baloncesto.

Universidad. Comienza su trayectoria universitaria en Connecticut, un proyecto de prestigio que ha sido cuatro veces campeón de la NCAA desde 1999. Tras dos años, la falta de minutos llevan a Enoch a otro centro de gran nivel, Louisville, donde completa su ciclo hasta 2020, cuando ficha por el Obra. “Estudié comunicaciones, periodismo deportivo. Me gusta mucho, creo que un día podré tener esa profesión”, revela. “Comentarista, analista... Algo que tenga que ver con el baloncesto. Me gusta tanto que quiero trabajar en ello el resto de mi vida”.

Aficiones. “Me gusta comer, jugar a videojuegos, crear música con un software de mi portátil... Y paso unas cinco horas al día viendo baloncesto”, dice.

“El brote de COVID fue un reto que había que superar y el equipo lo hizo bien”
No le afectó la ola de casos en el plantel, pero el poste americano admite que el apoyo mutuo fue constante

Santiago. En una época inusual para todos, en una extraña normalidad de la que por supuesto tampoco escapa el deporte, el Monbus Obradoiro vivió una de esas experiencias que marcan para siempre al contagiarse de COVID casi todo el grupo entre finales del pasado mes de diciembre e inicios de enero. Enoch fue uno de los tres jugadores que no se infectaron en el brote, Ozmizrak aparte, lo cual tampoco lo eximió de someterse a la pertinente cuarentena, y el poste norteamericano celebra que el colectivo superase una situación que supuso un desafío.

“En primer lugar, tuvimos la gran suerte de que nos consiguieron una bicicleta estática y pesas para utilizar en casa y Rubén (Vieira) nos envió ejercicios para intentar mantenernos en forma. Los que tuvieron COVID tenían que descansar, pero quienes estábamos bien pudimos intentar mantenernos en forma y no nos quedamos demasiado atrás. Al volver a la pista pudimos ayudar. Eso fue muy beneficioso. Como cualquier reto, tienes que intentar superarlo y creo que el equipo lo hizo bien”, remarca el pívot del Obra sobre su experiencia personal. “Pudimos hablar unos con otros a través de videollamadas, con los entrenadores... Para asegurarnos de que todos estaban bien, que es lo más importante”, agrega Enoch sobre esas semanas de incertidumbre.

A miles de kilómetros de su hogar en Estados Unidos, y en su primera experiencia como profesional al otro lado del Atlántico, Steven reconoce que durante la cuarentena se apoyó en sus familiares y amigos... como hace habitualmente. “Hablo con mi familia pase lo que pase, en los buenos y en los malos momentos. Hablo con la gente que quiero, los que están en casa, también con mis compañeros. Tenemos que apoyarnos unos a otros porque este no es un año normal para nadie. Intento asegurarme de que todos están bien. Eso es lo principal”, insiste el jugador norteamericano del Monbus Obradoiro. Ó. D. L. F.

“Surgió de la nada, pero el pasaporte armenio me dio la opción de jugar aquí”
El pívot fue internacional sub-20 y el hecho de no ser extracomunitario resultó clave para llegar a Santiago

Santiago. Sorprende que un jugador nacido en Connecticut y que ha vivido siempre en Estados Unidos posea la nacionalidad armenia, pero Steven Enoch asume que el hecho de ser comunitario en la reglamentación de la Liga Endesa ha sido decisivo para poder formar parte del Monbus Obradoiro. Él mismo relata cómo le llegó la oportunidad.

“El seleccionador de Armenia había jugado para mi entrenador en el instituto de St. Thomas More, Jere Quinn. Le preguntó si podía recomendarle un hombre alto para jugar y así me llegó la oportunidad. De alguna forma llegó de la nada, pero me dio la opción de jugar para el Obradoiro. Las cosas pasan por una razón”, explica Enoch.

La historia se remonta a 2016, cuando la federación armenia buscaba completar su plantilla para el Eurobasket sub-20 de la División B. Enoch promedió en el torneo 17,3 puntos y 15,2 rebotes, y un año más tarde repitió convocatoria en la misma cita, con medias similares: 22,5 tantos y 14,2 capturas.

El pívot del Obra admite que entonces desconocía que ese pasaporte podría abrirle puertas. “No esperaba las oportunidades que me ha dado, la verdad”, apunta, al tiempo que señala que en los últimos años no ha tenido noticias sobre un posible regreso a la selección armenia, ahora con la absoluta: “Mantengo contacto con mis compañeros y sé que les va bien, los sigo en las redes sociales, pero hace tiempo que no sé nada de la federación”. Ó. D. L. F.

24 feb 2021 / 01:00
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