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{ EL DÍA DESPUÉS }

Se pudo

NO FUE NADA FÁCIL porque después de varias derrotas, las dinámicas y la presión suelen pasar factura y la gestión de los estados anímicos no es nada fácil. A pesar de estas circunstancias, el primer cuarto fue el soñado por los aficionados, por el entrenador y por los propios jugadores. Todo salía bien, la dirección del juego con Zurbriggen haciéndolo muy bien y defendiendo como él sabe hacerlo, Scrubb imparable y omnipresente en todas sus acciones, Birutis al nivel habitual y Robertson y Ellenson enchufados. Fue una delicia de buen juego y mejor hacer baloncestístico. 32-19 al final, pero con una sensación de clara superioridad por parte del Obra.

A continuación vino el infierno y todo lo que fluía antes con suma facilidad en ataque se tornaba en error tras error, en acciones fuera del plan de partido que a su vez permitían al Casademont recobrar su confianza y entonarse en su juego. Comenzaron a anotar con suma facilidad porque como casi siempre sucede, cuando atacas mal defiendes peor y las pérdidas se traducen en canastas fáciles.

El Zaragoza se fue al descanso un punto arriba y las buenas sensaciones en Sar se tornaron en miedo, por lo visto en el parqué y también porque la entrada de público era más bien baja. A la hora de animar, los decibelios suben si hay más público y el equipo ayuda.

Lo mejor fue que el Obra no se descompuso, fue capaz de apretar atrás, y en ataque, con momentos de más o menos acierto, hizo lo que tenía que hacer y con un marcador ajustado siempre fue por delante, a pesar de que Mobley, Okoye y Radoncic, éste generando mucho juego, no lo ponían fácil. Nuestros ex, Waczynski y Hlinason, no estuvieron brillantes porque sus defensores los sujetaron muy bien y no les permitieron, sobre todo a Adam, jugar como en él es habitual.

La segunda parte se convirtió en una lucha de estilos de juego diferentes y el Obra siempre fue capaz de mantenerse en el mando del partido, manejando muy bien la presión, que era mucha, o al menos así lo sentíamos los espectadores. Llegó el momento clave en el último cuarto y ahí surgió la figura de Hobbs que fue el que decidió con la aparente frialdad que le caracteriza.

No obstante hay que valorar el partidazo de Scrubb, el mejor, muy bien escudado por el gran nivel de Birutis y la reaparición de Ellenson tras su mal partido de Bilbao. Robertson no estuvo tan brillante como otras veces por algunas acciones un poquito individualista, pero bien es verdad que es el que centra la atención de la demanda y exigencia defensiva del equipo contrario por su rol de abrelatas.

Una gran y sufrida victoria que viene como anillo al dedo ante el parón, en otras temporadas indeseado para el Obra, pero que esta vez llega en un momento óptimo para recuperar a los lesionados, Beliauskas y Suárez, y para que Hobbs afine en su puesta a punto. Cuatro victorias a estas alturas son muy importantes y tener un colchón de dos lo único que da es confianza y tranquilidad, que con toda seguridad se transmitirá en una mejoría en el juego. Que no haya lesionados entre el cuarteto que se va con sus selecciones y hasta la lejana vuelta en Sar el 18 de diciembre ante el Burgos.

23 nov 2021 / 01:00
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