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AQUELLOS MARAVILLOSOS AROS (117) > 1987. Entrenador que fue Campeón del Mundo con Yugoslavia y oro olímpico, trabajó en Barcelona y Zaragoza // Tuvo oferta de Galicia, tierra donde vive su hijo Dusan

Ranko Zeravica, talento venido del frío

El año 1970 fue un balcón de felicidad para Ranko Zeravica. Por un lado nace su hijo Dusan y por otro gana el oro como entrenador de Yugoslavia en el Mundial jugado allí, inicio de la década dorada con otro hito dorado en los JJ.OO. de Moscú en 1980. En esa época, la NBA eran ellos, tanto que Kosic jugaba en una universidad estadounidense porque aparte de calidad podía driblar con 2,11 m. en mitad del campo corriendo como décadas después hizo el Divac que ficharon los Lakers.

El Barcelona fichó a Zeravica en 1974. A la décima de segundo de su llegada, la expresión “trabajar a destajo” cobró cuerpo y entró en los vestuarios del club culé. Los jugadores pasaron de entrenar tres días a la semana a tener doble sesión diaria. Fue su manera de explicarles que en la exitosa Yugoslavia en cada pabellón de baloncesto había un mar de sudor bañando la playa de talento.

De 22 partidos de liga, perdieron tres pero el Real Madrid uno menos, y fue campeón. Al curso siguiente, 1975-1976. les pasó parecido. En ambas temporadas fueron el mejor equipo en defensa pero el mayor hallazgo de Ranko llegó en ataque.

Un día cualquiera que no lo fue. El Barça fichó a Herminio San Epifanio, quien sugirió una operación en pack añadiendo a su hermano pequeño Juan Antonio San Epifanio, cuatro años menor (19 por 15) y con el visto bueno de Zeravica el futuro icono barcelonista se unió al junior.

“Luego recomendó los fichajes de Sibilio y De la Cruz. Tenía un don para detectar el talento. A De la Cruz casi le trajo desde Argentina en pantalón y camiseta nada más verle jugar en un torneo”, relata a EL CORREO Dusan Zeravica, afincado en Galicia desde 2017, y que se refiere en todo momento a su añorado padre como “Ranko”, un maestro que estuvo cerca de trabajar en Galicia a mediados de los años ochenta.

“A Ranko le llamaron del OAR Ferrol, cuando estaba Juan Fernández como presidente, pero un amigo le dijo que allí llovía trescientos días al año y que en Zaragoza apenas caía agua, y como desde el CAI le habían llamado varias veces... y se fue allí y habló con Željko Pavličevic, que estaba en la Cibona Zagreb, y le comentó que el OAR buscaba técnico y acabó allí”, explica Dusan sobre la elección de su padre por la gélida capital maña, hija del Cierzo.

Zeravica apadrinó una camada de jóvenes como Aldama, Zapata o Andreu, como aliados en los hermanos Arcega en un corajudo CAI que fue tercero en 1988 (con Piculín Ortiz, cayendo en semis ante el Real Madrid, perdiendo de un punto en dos de los tres duelos) y cuarto en 1989. Luego entrenó al Daroca, vinculado al CAI (ganaron 29 partidos seguidos) y regresó al equipo grande en 2002-2003.

Verle en la banda tenía algo de enigma en los banquillos. Los primeros maestros... venían del frío.

Su visión sobre los entrenadores de EE.UU.

DE CERCA Dusan Zeravica, entrenador superior que además tiene estudios en Turismo (trabaja en un hotel en Oleiros) y fomenta la cantera del club Santo Domingo de Betanzos, está afincado en Galicia desde 2017 tras residir antes en Zaragoza o Barcelona. En conversación con EL CORREO, detalla la filosofía de su padre, Ranko Zeravica, fallecido hace ahora cinco años. “Él era partidario de una defensa bastante agresiva, atacando el balón, y en el ataque mucho contraataque, juego rápido y selección de buenos tiros de media distancia. Sobre todo en sus equipos, a los aleros les exigía que tirasen de cuatro metros y cuando se introdujo el triple también le daba mucha importancia a ese tiro. En sus equipos siempre tenía muy buenos tiradores”. Le pregunto por los jugadores favoritos de su padre, y da un listado que encabezan estos nombres: “Kićcanovic, Cresic, Dalipagic, Delibasic...” Maestro de la mejor esencia de la escuela balcánica de baloncesto, Ranko fue invitado en su día a dar charlas en Estados Unidos, donde más de uno acabó estupefacto por su filosofía: “Le decía que los entrenadores estadounidenses no podían triunfar en Europa porque para hacerlo debían entender el modo de ser de cada club y de cada ciudad, adaptarse a algo más que el baloncesto y eso a ellos les cuesta mucho”, explica Dusan mientras uno piensa en los datos le avalan. “Mi padre era muy serio trabajando pero trataba a los jugadores como personas. Y tenía un don para detectar talento”.

09 nov 2020 / 01:00
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