Tercer tropiezo del Dépor y su primera plaza está en peligro

El Deportivo perdió el encuentro aplazado contra el Racing y en tres partidos seguidos, tres derrotas, dilapidó la renta que tenía. Un tanto de Íñigo en el primer tiempo premió el trabajo del equipo cántabro, que defendió su renta con orden y oficio ante un equipo herculino voluntarioso e inoperante. Mantiene el liderato, pero su ventaja se reduce a dos puntos ante su rival de ayer, que dispone de la ventaja en caso de empate entre ambos.

El cuadro blanquiazul se encontró con un rival más agresivo en la recuperación lejos de su portería de lo que podía esperarse. Los pupilos de Romo adelantaron las líneas de presión e incomodaron la circulación del equipo coruñés, menos fluido que en los partidos precedentes.

Avisó el equipo santanderino en una de sus facetas más destacadas, la estrategia a balón parado. Primero fue Satrústegui, sin nadie pendiente de cubrirle en el segundo palo, quien hizo volar a Mackay, que evitó que el testarazo supusiera el 0-1. A la salida del córner, Bobadilla le ganó la partida a los defensores deportivistas, aunque el cabezazo no enfiló la portería.

Superado el cuarto de hora, Miku llevó el peligro al área racinguista, aunque la pelota acabó en córner. Resultó un espejismo porque quien seguía más cómodo sobre el terreno de juego era el Racing, que, sin generar ocasiones, controlaba la situación.

Y llegó el mazazo, en forma de gol, cuando en una acción aislada, Arturo cedió para la incorporación de Íñigo. El capitán racinguista aprovechó para conectar un remate a media altura y superar a Mackay. Por tercer partido consecutivo, como ante Real Unión y SD Logroñés, al equipo de Borja Jiménez le correspondía remontar.

Acabó mejor el Deportivo el primer acto y el pitido final, después de intentos de Miku, William y Álvaro Rey taponados por la nutrida línea defensiva cántabra, cortó su mejor momento juego, aunque no lo acusó el conjunto de Borja Jiménez, que regresó de la caseta igual de volcado, aunque sin las ideas muy claras. Avisó Trilli y William disparó al palo; todo, en cinco minutos.

El Racing, atrincherado cerca de su área, trató de enfriar el encuentro y sus jugadores no dudaron en perder tiempo. Parecía una temeridad situar el autobús en su área con casi toda la segunda mitad por jugarse. Pero la apuesta le salió bien.