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Gómez Noya no encuentra el camino al podio en Tokio

Cortado tras la natación y después del segmento ciclista, el triatleta ferrolano terminó en el puesto 25 una carrera marcada por el calor // El noruego Blummenfelt, nuevo campeón olímpico

El triatleta ferrolano Javier Gómez Noya completó la prueba de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 en la vigésima quinta posición, muy lejos de la lucha por las medallas. El quíntuple campeón del mundo, descolgado junto al resto de los españoles tras la primera transición, volvería a perder contacto con el grupo al comenzar la carrera a pie. Fue imposible recortar diferencias en los últimos diez kilómetros, en los que los segundos empezaron a crecer incesantemente, en una prueba en la que el noruego Kristian Blummenfelt desafió el calor asfixiante para coronarse campeón olímpico.

El trío de triatletas españoles marchó agrupado durante el segmento de natación, unidos dentro de un grupo que no acababa de romperse pero que se estiraba por la persistencia del francés Vincent Luis. No se los vio en las primeras posiciones en ningún momento, con 23 segundos perdidos tras la primera vuelta, diferencia que ascendió a los 43 segundos cuando llegó el momento de abandonar el agua, que ya alcanzaba una temperatura de treinta grados a primera hora de la mañana tokiota, en el preludio a un nuevo día de agobiante calor en la capital japonesa.

Gómez Noya salió cortado del agua, pasando a formar un tercer grupo tras la primera transición. Por delante se asociaban hasta nueve triatletas, capitaneados por Vincent Luis y Jonathan Brownlee como nombres más ilustres. En cabeza de carrera sabían que tanto Gómez Noya, como Mario Mola, como Fernando Alarza, tres de los principales candidatos al oro, venían cortados. Tocaban a rebato los líderes con el ánimo de descartar a los españoles, principalmente. Tocaba hacer trabajo de equipo y colaborar para volver a meterse en carrera. Primero, para llegar al grupo perseguidor, de 24 unidades, a poco más de veinte segundos de los primeros. Y después, a lo líderes. La desventaja partía de 34 segundos, pero las diferencias pronto empezarían a bajar.

El grupo de cabeza empezó a ganar en clientes, a medida que se le fue uniendo la primera unidad perseguidora. La nueva situación provocó un pequeño parón que era aprovechado por los triatletas españoles, que ya se veían a 18 segundos de los líderes completada la mitad del segmento ciclista. No había dudas por detrás, solo una única convicción: tirar, tirar y tirar para volver a meterse en carrera y no dimitir del podio. Nueve años había esperado Gómez Noya para perseguir el oro que se le escapó en Londres, el metal que acabara de adornar un palmarés inigualable para el resto de triatletas. Rendirse no era una opción.

‘MATCH-BALL’ SALVADO. Consumidos 25 de los 40 kilómetros de bicicleta el grupo de los españoles conseguía conectar y volver a agrupar la carrera. Solo el luxemburgués Stefan Zachaus se atrevía a desafiar tímidamente el statu quo y adelantarse unos metros sobre la cabeza de carrera. Primer match-ball salvado. El triatlón olímpico de Tokio encaraba un nuevo escenario.

El siguiente paso era empezar a escalar posiciones en el pelotón, mientras saltaba el suizo Andrea Salvisberg, cuya apuesta empezó a nutrirse de segundos destacándose como líder en el camino hacia la última transición.

Volvió a perder contacto Gómez Noya con el primer grupo al comienzo de la carrera a pie. Él, y el resto de españoles. Por delante se puso a correr Alex Yee, la nueva perla del triatlón británico, engulliendo ipso facto a Andrea Salvisberg. Le acompañaba, siempre bien situado, Jonathan Brownlee, sabiendo leer la carrera en todo momento, mientras Vincent Luis empezaba a perder metros con la cabeza de carrera. A Noya, Mola y Alarza les tocaba volver a perseguir, en un tramo de diez kilómetros en el que el calor se convertía en otro rival a batir y las esponjas y botellas de agua eran el mejor aliado de los deportistas.

Era cuestión de repetir el guion del segmento ciclista, pero las diferencias, lejos de reducirse, no dejaban de aumentar. Al ecuador de la carrera a pie la desventaja de Gómez Noya se iba hasta los 44 segundos, y su sueño de perseguir el oro olímpico que se le escapó en Londres y por el que no pudo luchar en Río empezaba a tocar a su fin. Tokio 2020 entraba en el dilema entre entregar el relevo a la nueva hornada, capitaneada por Alex Yee y el neocelandés Hayden Wilde, debutantes en unos Juegos, o agarrarse a la veteranía del noruego Kristian Blummenfelt, aunque con sus 27 años muy lejos de los 38 de Gómez Noya, el veterano de la prueba. Los tres formaban el trío que se jugaría las medallas. No dudó el triatleta nórdico, que lanzó un ataque incontestable en los dos últimos kilómetros ante el que nada pudieron hacer sus dos compañeros de fatigas. Blummenfelt se coronó campeón olímpico cruzando la meta en 1:45:04, once segundos mejor que Alex Yee y con veinte sobre Wilde, el podio del triatlón de Tokio. Décimo fue Mario Mola, dos puestos mejor que Fernando Alarza. Gómez Noya, en el puesto vigésimo quinto, perdiendo 2:42, cosechó su peor clasificación en un triatlón olímpico. Nueve años después de tumbarse en la moqueta de Hyde Park buscando la mano de Alistair Brownlee como medallistas tras una carrera que es historia de los Juegos, esta vez la meta le mostraba su cara más amarga. El oro, y el podio, se resistió al ferrolano, historia viva y leyenda del triatlón.

26 jul 2021 / 01:32
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