Teresa Portela, subcampeona olímpica

Teresa Portela ya tiene su medalla olímpica. Ella, que tantas veces había pisado el podio en citas europeas y mundiales, pero a la que la gloria siempre le había sido esquiva en los Juegos. Como si se tratara del guion de una película, con 39 años, como madre de Naira y después de seis participaciones, cifra jamás alcanzada antes por una deportista española, la palista canguesa, galardonada por EL CORREO en los premios Gallegos del Año 2016, por fin obtiene el metal que tantas veces se le había negado. Se proclamó subcampeona de K1 200 en Tokio, solo superada por la indiscutible favorita, la neocelandesa y triple campeona Lisa Carrington.

Había rozado metal en Londres 2012, pero la gran alegría le llegó en Japón, acariciando la cuarentena y compatibilizando su vida de madre y deportista. Le tocó competir por una calle exterior, la nueve, sobre la pista de agua salada del Canal Sea Forest. Mientras por el centro tomaba la delantera Lisa Carrington, Portela abanderaba con su proa al resto del pelotón, en una carrera igualadísima en la que las diferencias eran prácticamente imperceptibles. La danesa Emma Astrand Jorgensen y la polaca Marta Walczykiewicz desafiaban la posición de la gallega, buscando la línea de llegada en un regata que volvió a destacar por su velocidad, como lo había hecho un par de horas antes la semifinal.

Con la meta acercándose, solo el nombre de la victoria estaba claro, nuevamente en manos de la neocelandesa Lisa Carrington. La diferencia entre la plata y quedarse fuera del podio era prácticamente inexistente, y Teri Portela, después de empujar su kayak para arañar unas últimas milésimas que pudieran resultar decisivas, ni siquiera pudo empezar la celebración superada la meta. Nadie sabía a ciencia cierta las posiciones. Había que esperar a que salieran los resultados. Fueron instantes de nerviosismo, de mantener la respiración. El momento para saber si por fin se había derribado la puerta o si la gloria se le volvía a negar, también en Tokio. Y, de repente, el nombre de Teresa lució junto al segundo puesto. Los Juegos hacían justicia con Teri, al fin, devolviéndole tanto como ella le ha dado al movimiento olímpico. Tras Lisa Carrington (38.120), Portela se subió al segundo cajón del podio (38.883), con la danesa Emma Aasrtrand Jorgensen cerrando los puestos de honor (38.901).

EN FEMENINO. La medalla olímpica siempre se le había resistido a Teresa Portela. A ella, que se había subido a podios internacionales en más de una treintena de veces, pero nunca en unos Juegos. Desde este martes se convierte en la cuarta presea femenina gallega, tras el oro en vela de Támara Echegoyen-Sofía Toro en Londres 2012, el bronce en balonmano de Begoña Fernández, también en la cita londinense, y el tercer puesto de la atleta ribeirense Ana Peleteiro en Tokio.

Portela accedió a la final después de completar en cuarta posición una semifinal durísima, celebrada un par de horas antes, empatando a tiempo con la sueca Linnea Stensils (38.858), lo que provocó que ambas accedieran a una carrera por las medallas que acabaría contando con nueve integrantes. Se imponía Lisa Carrington, estableciendo una nueva mejor marca olímpica (38.127) en la antesala de la final.

MÁS DE VEINTE AÑOS EN LA ELITE. En Tokio, donde la palista canguesa se convierte en la deportista española con más participaciones olímpicas, seis, suma su primera medalla. Después de debutar en Sídney 2000, donde cayó en semifinales del K1 500, fue quinta en Atenas 2004 (en K2 500 y K4 500). En Pekín alcanzó las semifinales de K1 500 y repitió el quinto puesto en K4 500. Su mejor resultado llegó en Londres 2012, cuarta en K1 200. En Río 2016, en la misma prueba, terminó en sexta posición.

La piragüista gallega, que fue la más veterana de cuantas compitieron en la final, con 39 años, aventajando en siete a la siguiente de mayor edad, la campeona olímpica neocelandesa Lisa Carrington, encara ya un nuevo reto con la posibilidad de llegar a París 2024 y seguir aumentando su leyenda como la mujer española con más ediciones olímpicas en su palmarés.