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aquellos maravillosos aros (103) >1982. Novato de la Universidad de North Carolina, tercera opción de ataque tras Worthy y Perkins, ganó el título de la NCAA mientras nuestro baloncesto hervía su bum

Michael Jordan y el básquet en A Estrada

Tras el reciente éxito del documental The Last Dance, obra de la ESPN con audiencia mundial en Netflix, vayamos más lejos, al encuentro del imberbe Michael Jordan con alas en los pies por desplegar en la Universidad de North Carolina.

Los rótulos televisivos de la temporada universitaria de Estados Unidos (NCAA) de 1981-1982 dicen Mike Jordan al enfocar a Michael Jeffrey Jordan, alero de 19 años...

En esa época colegial, el juego fluye adormilado, es un ajedrez táctico. Los entrenadores no son padres, son dioses. Lo es Dean Smith, ya cincuentón cuando Jordan aterriza allí , ambos en busca de su primer título en la NCAA. A su vera, James Worthy lleva ahí dos ejercicios y Sam Perkins, uno. Ellos están por delante del novato como opción ofensiva de los Tar Heels, que con Smith bogaban hasta entonces sin más éxito que títulos de Entrenador del Año (1977 y 1979).

1982: el PSOE prepara la candidatura de Felipe González a la presidencia del Gobierno, y en la tierra de Reagan, Jordan viste zapatillas Converse altas, luciendo muñequera para encadenar con los suyos 16 triunfos seguidos. Él anota entre 10 y 15 puntos. Es un aprendiz, le cuesta pasar el balón, siendo escolta no promedia ni dos asistencias (frente a las 5,3 de su carrera NBA). Gracias a un salto felino y buena lectura de los espacios, abraza dos rebotes por cada tres bolas que encesta.

En ese 1981/1982, el Obradoiro de Primera B alcanza la élite. Cerca de Santiago, nace el C.B. A Estrada, primer club de baloncesto estradense federado, según un interesante artículo obra de Andrés Fernández Sanmartín para la publicación anual del Museo de A Estrada Miscelánea Histórica e Cultural, citando como eje del proyecto deportivo a Alfredo Pérez, killer setentero del Breogán, con destino laboral en un villa donde el santiagués Miguel Piñeiro coordina al equipo femenino del colegio Foxo.

Mientras aquí hierve ese bum, Jordan y sus compañeros arrasan para llegar a un día especial.

Me estoy volviendo loco, es el hit en España, lo cantan Azul y Negro pero viste bien a los fans de North Carolina cuyo equipo se mete en la final del 29 de marzo de 1982.

Enfrente, siete pies jamaicanos: Pat Ewing, otro freshman estelar, lidera a Georgwtown, junto al escurridizo pero talentoso Sleepy Floyd de base (5 años después cose 51 puntos a los Lakers).

Hay 42.000 personas en el pabellón de Nueva Orleans. El baloncesto arde cual gran neg(ocio).

Esa Final Four se televisa por primera vez a nivel nacional. Intriga. A 17 segundos de acabar, North Carolina está uno abajo, el 23 recibe abierto. Salta, lanza... y el baloncesto empieza a volar.

“Una capacidad de atención y concentración muy alta”

EXPERTO. Daniel Martín Rodríguez, entrenador del C.B. UPLA (Club Baloncesto Unión de Pueblos del Levante Almeriense), tras revisar el vídeo, analiza para EL CORREO al Michael Jordan de 19 años ganador de esa final universitaria entre North Carolina y Georgetown: “En ataque, no toma decisiones precipitadas, aunque es cierto que en parte se debe al límite de posesión de 35 segundos. Y hace un trabajo permanente sobre línea de fondo, buscando la espalda del defensor o el ángulo sin visión de éste. En defensa, carga rebote constantemente, debido a que entonces no había triples que vigilar; ofrece ayudas, hace balance rápido y aporta a la actividad comunicativa colectiva de modo permanente. Arriba, juega con ambas manos, según precise, y luce una capacidad de atención y concentración muy alta”.

31 may 2020 / 21:28
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