Unos Juegos marcados por la polémica
CON MEDIO mundo pendiente de la Eurocopa de fútbol y de la Copa América que se están celebrando con cierta normalidad a pesar del sobresalto que produjo el percance vivido por el danés Christian Eriksen, ahora todas las miradas se dirigen a Japón donde en poco más de un mes, concretamente el 23 de julio, darán comienzo los Juegos Olímpicos de Tokio que tuvieron que suspenderse el pasado año por la COVID-19 en la confianza de que un año después la pandemia estaría controlada, algo que aún está lejos de suceder. Es más, y aunque es cierto que en los últimos días los casos en el país asiático han remitido bastante, lo cierto es que aún superan los 1.500 diarios.
Recientemente la revista médica británica The Lancet, referente mundial durante toda la pandemia, se ha despachado a gusto con la Organización Mundial de la Salud, organismo al que acusa de dejadez de responsabilidades al tiempo que en su editorial hace un llamamiento a una conversación global sobre qué hacer con los Juegos ya que los mismo podrían conducir a una propagación del virus no solo en Japón, sino también en otros países.
Por si esto fuese poco, en un artículo publicado en el prestigioso New England Journal of Medicine, expertos en salud pública y en enfermedades infecciosas critican por ineficaces las medidas previstas para asegurar los Juegos con el menor riesgo posible, al tiempo que apuntan que la opción más segura sería su cancelación, pero dado que esto no parece posible, también aquí hacen un llamamiento a la OMS para que intervenga, como ya hizo en su día en Río 2016, cuando el peligro era el mosquito Zika.
Además señala al COI para que establezca guías de conducta para las 60.000 personas de más de 200 países que se darán cita en Tokio durante tres semanas, pues el manual de medidas hecho público por los organizadores, entienden que no garantizan que los Juegos Olímpicos se celebren de manera segura.
Criterios sanitarioS. La sociedad nipona, tan cuidadosa en temas de salud, lleva meses manifestándose en contra de la celebración de la Olimpíada, criticando con dureza a los gobernantes y, por extensión, al Comité Olímpico Internacional que lejos de plantearse la cancelación definitiva de los Juegos, está haciendo lo posible y lo imposible porque estos se celebren pues para ellos prima el aspecto económico, en el que se juegan poco menos que su supervivencia, por encima de criterios sanitarios. Hay estudios de opinión que hablan de que un 80 por ciento de los japoneses estaría en contra de la celebración de los Juegos.
Todas estas críticas han llevado al Gobierno japonés, una vez oídas las recomendaciones de los expertos en salud, a estudiar la posibilidad de declarar casi un estado de emergencia en Tokio durante el evento olímpico -se prolongará hasta la clausura del 8 de agosto-. No es esta la primera vez que estos expertos advierten del peligro que supone la llegada de tantas personas al país.
coste HISTÓRICO. Cuando el COI concedió a la capital nipona los Juegos de 2020, el presupuesto estaba fijado en 7.500 millones de dólares que luego se irían hasta los 13.000, cifra que se incrementó en un 22 por ciento, alcanzando los 15.400 millones de dólares debido al retraso de un año y las medidas anti-COVID adoptadas, con lo que ahora mismo estos son los Juegos más caros de la historia, algo por encima de lo que costaron los de Londres 2012 cuyo presupuesto rondó los 14.950 millones debido a sobrecostes en las nuevas construcciones y en reformar las ya existentes.
Así, pues, se entiende que tanto el país organizador como el COI estén interesados en que el mayor acontecimiento deportivo mundial que tiene lugar cada cuatro años, acabe celebrándose para recuperar al menos una parte de los invertido ya que a estas alturas difícil, por no decir imposible, va a resultar el recuperar la totalidad de lo que se lleva invertido.
Ante estas cifras disparatadas, los responsables del Comité Olímpico han pedido a los anfitriones que simplificaran los costes, a lo que respondieron recortando partidas destinadas, sobre todo, a delegaciones participantes, invitados y otros gastos supérfluos cuyo monte total se estima en unos 280 millones de dólares, lo cual apenas cubre una mínima parte del presupuesto previsto inicialmente. De esta forma, los responsables públicos han tenido que echar mano a sus arcas aportando el Gobierno central y el de Tokio 1.700 millones adicionales, además de pedir de las empresas que directa o indirectamente se benefician de los Juegos, que se rascasen los bolsillos, consiguiendo en este apartado otros 3.570 millones, lo que viene a ser una cuarta parte del coste final.
Ahora, de lo que se trata es que los Juegos se celebren dentro de la mayor normalidad posible. Tiempo habrá luego para pedir responsabilidades.
VUELVE A CASA Cuando todo hacía pensar que Gianluigi Buffón iba, a sus 43 años, a colgar las botas, resulta que 20 años después de su marcha, va a volver al equipo en el que se formó, el Parma y del que dio el salto, con apenas 23 años, a la Juventus de Turín, conjunto en el que estuvo hasta ahora salvo el intervalo de una única temporada en el PSG. El guardameta internacional italiano, probablemente uno de los mejores de la historia, militará durante un año en el Parma para, posteriormente, integrarse en el cuerpo técnico, pues todo hace indicar que una vez cuelgue los guantes, su intención es seguir vinculado de alguna forma al deporte en el que lo ganó prácticamente todo, sobresaliendo por su deportividad.
LOCURA Nadie en el entorno del balonmano mundial, ni siquiera en el entorno del Barcelona, ha entendido las razones desconocidas que han llevado a Joan Laporta a dinamitar todo el staff técnico del equipo de balonmano que acaba de realizar una gesta que difícilmente se volverá a repetir. El conjunto del ahora cesado Xavi Pascual ha ganado todos los títulos del año -entre ellos la Champions- habiendo conseguido 61 victorias en 61 partidos, realizando un balonmano de ensueño y habiendo rejuvenecido el equipo para que su sustituto pueda sacarle provecho los próximos años. Es por ello que las críticas arrecian en la Ciudad Condal por lo que entienden como un gesto de soberbia el cargarse al director general y al técnico del equipo.
LECCIÓN Cuando Pau Gasol decidió regresar a la Ciudad Condal para integrarse en el Barça con la vista puesta en ponerse a punto para la cita olímpica, fueron muchos los que, no sin razón, pensaron que a su edad -esta a un mes de cumplir los 41- y, sobre todo, después de dos años sin competir debido a una lesión que le trajo de cabeza desde marzo de 2019, difícilmente podría aportar algo positivo y más con tan poco margen de tiempo. Pues bien, apenas dos meses después, el mayor de los Gasol no solo ha despejado todas las dudas sobre su capacidad para formar parte del equipo español que tomará parte en Tokio, sino que incluso ya hay quien especula con la posibilidad de que prolongue al menos una temporada más su vida activa como baloncestista de élite.
Sin embargo, como persona inteligente que es Pau, nada más proclamarse su equipo campeón de Liga, en una final en la que se mostró claramente superior el Real Madrid, se apresuró a manifestar que ahora tocaba descansar unos días, disfrutando de la familia para, después, consensuado con el seleccionador, integrarse en el equipo español que luchará por las medallas y, más adelante, ya llegaría el tiempo de reflexionar sobre qué hacer con su vida.
Y puede que precisamente en la cita olímpica esté la clave de su futuro inmediato. Sabe, mejor que nadie, que su cuerpo no está para muchos trotes, especialmente después de esta grave lesión y que en función de los mensajes que le envíe durante los Juegos será cuando podrá decidir si continúa en activo o lo deja.
Lo que quedó muy claro es que a pesar de todos los pesares, quien tuvo retuvo, dando, en los pocos minutos que estuvo en cancha, todo un magisterio de cómo debe jugar hoy en día un pívot al que las fuerzas ya no lo acompañan pero que echando mano de su experiencia y fundamentos, aún puede aportar a un conjunto plagado de figuras como el que tiene en sus manos el lituano Jasikevicius, ayudando a recuperar al Barça el título que se le resistía desde hace nada menos que siete temporadas.