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Almeida peregrinando por los caminos de Santiago

El Camino Portugués es uno de los más recorridos. La promoción institucional sin duda ha ayudado a afianzarlo, aunque es notoria la proximidad -y casi dependencia- entre lusitanos y gallegos.

Nos une la lengua, con o sin apuntamentos lusófonos, y la música que es lenguaje universal y no precisa tácticas para potenciar cultura o economía entre ambos países.

Desde Lisboa y Oporto llegaban mercancías, pero también músicos que se incorporaban a las catedrales y colegiatas gallegas o a la vida social. Ese movimiento también se hizo a la inversa: músicos de los templos gallegos hicieron lo posible para irse a ganar la vida a los coliseos y teatros de ópera del país vecino.

Uno de esos músicos fue João Pedro de Almeida Mota (Lisboa, 1744-Madrid, 1817). Fue admitido en la catedral de Santiago como tenor en 1771. Se le procuró vestimenta para las funciones del templo, algo normal, aunque extraña que hayan quedado tan pormenorizados los gastos en las cuentas de la catedral. El coste fue elevado. Se le procuró sombrero (con su presilla), manto y capa, zapatos y medias, lienzos para el forro, sedas y tafetanes, y hasta constan ¡los botones!

Un año después manifiesta que precisa viajar a Lisboa, su Patria. Apela a su pobreza, miseria, indigencia y endeudamiento. El cabildo conmovido le dio ayuda para el traslado con su familia.

La sorpresa es grande al aparecer al mes siguiente (octubre de 1772) trabajando en la catedral de Mondoñedo. De esa estancia de tres años, hay constancia de que musicó Il Matrimonio/per Concorso./Dramma jocoso/para Musica:/que se ha de representar/ a la Fiesta de nuestra Señora/de la Assumpcion,/Patrona /de esta Santa Catedral de/ Mondoñedo (...) Il Dramma/ è del Sigr. Gaetano Martinelli.//La Música è del célebre Sigr. Giovanne/Pietro d’Almeida e Motta. Con licencia/en Santiago/en La Imprenta de/Ignacio Aguayo, i Aldemunde/Año de 1774.

Es una obra que ya C. Goldoni estrenara en Venecia en 1768. En Lisboa aparece en 1773.

Se conserva el libreto que usó Almeida, con personajes incluidos, gracias a Martínez Barbeito y a la Fundación Barrié. La partitura, si la hubo, está en paradero desconocido.

¿Se representó? Hay más interrogantes que certezas. El dato en sí es relevante para músicos y literatos. Pero, paciencia: tiempo al tiempo.

También fue maestro sustituto de la catedral de Lugo, aunque su etapa más apacible la vivió en Astorga entre 1783 y 1793. Su último destino fue el Real Colegio de los niños Cantores, en la Capilla Real de Madrid, donde fue profesor de música. Con todo, murió en la más absoluta miseria.

No lo tuvo fácil Almeida, como tampoco su homónimo político madrileño. El músico, que es a lo que vamos, vivió en los convulsos reinados de Carlos IV (que no pudo contener la disolución de los músicos de la Real Capilla) y Fernando VII (nada sensible al arte musical). En lo personal y en lo artístico sufrió la inestabilidad de su época. Beethoven y él, coetáneos, harían buenas migas.

Compuso obras que hoy están dispersas por la península y en Parma, bastión de los Borbones. Tradujo un tratado del castellano al portugués, sobre reglas de teoría y práctica de la composición, que denota su puesta al día y pericia en una materia que requiere buen oficio.

No menos importante fue su aportación a la música de cámara, con 16 cuartetos de cuerda (ca.1795-1808), ahora numerados y custodiados en el Palacio Nacional de Madrid. Se desconoce si llegaron a interpretarse, aunque es probable, pues el monarca era buen violinista y gustaba de ellos.

Su estilo no ignora los aires hispano italianos, pero está impregnado de influencias europeas (Haydn y Mozart) y del ímpetu dramático que se observa en Beethoven.

En la Abertura da Paixão de Nosso Senhor Jesus Cristo, interpretada en tiempos modernos en Lisboa en 1968, se advierte la carga expresiva de la cuerda, en armoniosa combinación con toda la orquesta. La Fundación Gulbenkian promovió su grabación completa en 1969.

Su biógrafo, Humberto d’Ávila, propulsó sus cuartetos (1984), 12 canciones italianas y un aria para soprano y orquesta (1988). Y la radio-televisión portuguesa programó la serie sobre este artista redescoberto (1996).

En Galicia lo redescubrimos mejor desde 2016, gracias a la Sociedad Filarmónica de Vigo y al Cuarteto Trifolium. Esta agrupación incluyó varios cuartetos en un CD, asequibles online.

En Madrid, en marzo de 2021 su música sonó de nuevo y, en noviembre, la Sociedad Filarmónica de Lugo auspiciará un monográfico dedicado a él.

Almeida está de enhorabuena. ¿Será milagro del Apóstol por peregrinar a Compostela y por los caminos jacobeos? ¿Fue -o es- Santiago trampolín para Almeida, el músico y, quizás, para su homónimo político? Por si acaso, mal no viene visitar su santa tumba.

07 nov 2021 / 00:00
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