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Benarés ¿Una ciudad de Estudio y de Conocimiento?

Tradicionalmente conocida como Kashi, Benarés es una de las ciudades santas más importantes de la India. Kashi es el nombre típico de la urbe y significa «la que brilla». Un lugar que desde tiempos remotos ha sido centro de peregrinaje y enseñanza espiritual. No es una casualidad que Buda ‘el despierto’ eligiera dar su primer sermón en Sarnath –a las afueras de la ciudad– allá por el siglo V a. C.

Cuentan que cuando Alejandro de Macedonia llevó a sus ejércitos por todo el mundo se le habló de ciertos hombres sabios cuya sabiduría era famosa en toda la India.

– “Traédmelos”, ordenó a uno de sus oficiales.

El mensajero encontró a los hombres sabios, sentados en una roca, desnudos con las piernas cruzadas, ignorantes del calor, las moscas y de su propia hambre.

– “Venid, Alejandro os quiere ver”, ordenó el oficial.

– “¿Por qué hemos de ir?”, preguntó el portavoz de los ascetas.

– “Porque Alejandro, Hijo de Zeus, lo ordena”.

– “Alejandro no es más Hijo de Zeus que yo, ya que Zeus es Dios y los hombres son hijos de Dios, nosotros como hombres somos hijos de Zeus”.

– “Si venís Alejandro no os hará daño. Os dará regalos”.

– “¿Qué puede dar vuestro Alejandro a hombres sabios? Todo lo que posee son riquezas terrenas y la verdadera Sabiduría está más allá de las cosas terrenas”.

Exasperado el oficial anunció:

– “¡Si no venís enseguida, Alejandro os dará muerte!”

Con una sonrisa el hombre sabio contestó:

– “Entonces, le daré las gracias por liberar mi alma de su cárcel de carne”.

Cuando regresó el oficial contó todo esto al desasosegado conquistador, a lo que Alejandro comentó exclamó “¡que país éste!” y se volvió con tristeza para preparar la partida.

Tradicionalmente conocida como Kashi, Benarés es una de las ciudades santas más importantes de la India. Kashi es el nombre típico de la ciudad y significa “la que brilla”. Un lugar que desde tiempos remotos ha sido centro de peregrinaje y enseñanza espiritual. No es una casualidad que Buda, el despierto, eligiera dar su primer sermón en Sarnath- a las afueras de la ciudad –allá por el siglo V. a de C.– en donde sus finos brocados de seda y oro, sus artículos de bronce y sus inciensos hacen que Benarés sea una ciudad muy conocida.

A lo largo de los siglos XI y XVII los invasores musulmanes destruyeron la ciudad, al menos, en cuatro ocasiones a lo que sobrevivió una y otra vez siendo sus lugares santos recuperados y sus monumentos reparados, reconstruidos como explica Rana P. Singh en sus distintos trabajos. Encarna y simboliza Benarés toda una civilización. Situada en una planicie al pie del Himalaya en el estado de Uttar Pradesh a 80 metros de altura sobre el nivel del mar y a 600 kilómetros de la desembocadura del Ganges, en Calcuta, con una antigüedad de unos 3.000 años ocupando un área de 70 kilómetros cuadrados y construida en forma de media luna sobre la orilla izquierda de dicho río en un lugar en donde este gira hacia el Norte. ‘Anandavana’ o bosque de la felicidad es otro de sus nombres y se la conoce como polo de atracción para santos, eruditos y estudiantes.

Como consecuencia de ello, los Brahamanes, casta dedicada tradicionalmente al saber y a la enseñanza, constituyen aún hoy el porcentaje más elevado de la población que en otros lugares del país. Mirando al Sol Naciente, allí está Benarés, vuelta hacia la Madre Ganga (los ríos son femeninos en la India) que vivifica y da su razón de ser a la urbe. Aquí y allá unos sadhús renunciantes vestidos con hábitos naranjas con la cabeza afeitada o largas barbas y melenas recogidas en un moño, pasean tranquilamente o meditan y se inclinan ante el dios Shiva.

¿Podemos hablar de Benarés como una ciudad del caos y de personas en un ir y venir por la ciudad? o ¿podemos hablar de Benarés como el alma sagrada de la India? ¿O podemos hablar de Benarés como una muerte santa o un río santo? Depende de la experiencia de cada uno y de los ojos con los que se visite dicha ciudad... Lo que sí es cierto es que a nadie defraudará y si fuésemos el personaje creado en su momento por Arthur Conan Doyle el detective Sherlock Holmes nos encontraríamos con una ciudad llena de multitud de estímulos mirásemos a donde mirásemos.

Los transportes en la India son todo un espectáculo y así vemos como los autocares adelantan a tres, cuatro o a cinco vehículos o como los rickshaws explican el trayecto de días que deberá de dejar en la estación de Varanasi.

En dos ghats –Harisanhandra y Manikarnik– están situados los crematorios que funcionan día y noche. Benarés está considerado uno de los lugares más auspiciosos para morir. También es la ciudad en donde juntan la Sabiduría y el Conocimiento. Pero son, es cierto, muchos los ancianos de todas partes del país que vienen a pasar sus últimos días aquí con la esperanza de liberarse del ciclo de las reencarnaciones. La muerte está muy presente en Benarés junto con la vida. Entramos en lugares en donde se reúnen cristianos, budistas, jainistas o seguidores de Mahavira e incluso animistas. Tanto el hinduismo como el islamismo son quizás dos de las religiones más importantes, pero al hablar de conocimiento lo hacemos de poetas, de pintores o profesores y aventureros que han dejado una huella en la ciudad pese al paso del tiempo y que se han sentido impactados por la misma.

Desde Mark Twain quien dijo aquello de “Benarés es más vieja que la historia, más vieja que la tradición, más vieja incluso que la leyenda y parece dos veces más vieja que todas ellas juntas» hasta Pierre Loti, André Michaux o Blasco Ibáñez son muchos los que hasta nuestros días han desfilado y contado algo de Benarés o de ese mensaje que la ciudad les ha dejado. Otros como el español Álvaro Enterría que acudió a la India por primera vez en octubre de 1981, viajando por el país seis meses y llegó a Benarés (Varanasi) en Febrero de 1982 y fruto de su estancia fueron quizás las obras La India por dentro. Una guía cultural para el viajero y su Benarés, la ciudad imaginaria, en donde varios autores escriben sobre ella y ya no la pudo dejar.

Según sus palabras “Cuando voy a España me sorprende que, en las calles, todo el mundo va a algún sitio. Aquí no, aquí hay gente que camina para ir a algún lugar y hay otra que simplemente usa la calle como morada y no como un lugar de tránsito para llegar a otro sitio. O las palabras del profesor Óscar Pujol, quien acaba de publicar su esperado Diccionario sánscrito castellano, habiendo sido un verdadero pionero en un trabajo en equipo con su Diccionario sánscrito catalán (del cual ya hemos hablado), dice: “En realidad el sonido es la clave en Benarés. Fui buscando el rumor del sánscrito y me encontré que ese murmullo seguía vivo, aunque herido y macilento en las callejuelas de la ciudad, encarnado en numerosos pándits, de mayor erudición, pero que conservaban el sánscrito como si estuviese pegado a su cuerpo, como si formase parte de su respiración, como una constante vital más”. También el poeta Jesús Aguado, que viajó a la ciudad por primera vez en 1986 y en la que pasó largas temporadas, ha sido incapaz de dejarla y ha escrito una y otra vez sobre ella, siendo su último trabajo Benarés, India, donde relata: “Benarés se esconde detrás de Benarés: libros, teorías, imágenes, relatos ajenos, mitologías... Me quejo en público (y defiendo, al hacerlo, el imperativo categórico y el derecho de cada cual a inaugurarlo todo, desde lugares a cuerpos, sin atender a prejuicios ni prehistorias) pero en privado me siento aliviado. Demasiada carga. Que me la den hecha, suplico en mi fuero interno. Que Benarés sea ya algo sin que nadie me exija, empezando por mí mismo, que la construya, ladrillo a ladrillo y palabra a palabra, con mis manos”.

Una capital que ya no es la de hace unos años pero sí sigue siendo esa ciudad en donde se realiza la enseñanza del Sánscrito, Filosofía, Astrología o Lógica. Encontraremos a estudiosos del Sánscrito hablando en Inglés para luego volver al Sánscrito. No ha dejado de ser Benarés la ciudad del Dios Shiva. Sus calles están repletas de gentes que se encuentran unaa con otras y no es como en occidente, aquí nos perdemos y nos volvemos a encontrar una y otra vez y al mismo tiempo vemos negocios que parecen gemelos todos seguidos unos detrás de otros y semejandejarnos una pregunta en el aire...

Entre las muchas callejuelas que existen son numerosas las personas que van a los ghats, que son las escalinatas que bajan al río. Son tan largas que para verlas bien y poder conocerlas se necesitan varios días. Forman un todo ante nuestros ojos, un todo en armonía. El Ganges toma su nombre de la Diosa Ganga que nació en Kamandula u olla de agua del Dios Creador Brahma. Shiva según la leyenda se enredó en el pelo del Dios, el cual cayó gota a gota en la tierra como el río más sagrado del hinduismo y es en los Himalayas en donde el agua fundida mana de una cueva situada bajo el glaciar Gangotri y atraviesa las planicies del Norte de la India.

¿UN CAMINO AL UNIVERSO? Vemos una gran fotografía en donde Dios no ha muerto. Al caer la tarde, los brahmanes ejecutan los ritos con extremada precaución. Los devotos se dirigen hacia el Templo de Vishwanath, uno de los doce Jyotirlingas en donde la deidad principal se llama Vishwanata que significa “el que Gobierna el Universo”. Lugares sagrados dedicados a Shiva. Visualmente este templo se ha hecho famoso gracias a sus cúpulas recubiertas por unos 800 kilos de oro y está dedicado a la gran figura de Shiva para atender la ceremonia del arati. En los ghats preparan la lámpara de 101 mechas para ofrecer el arati al Ganges.

Durante el ritual están presentes los cinco elementos: el espacio (akash), el viento, (vayu) la luz, (tej) el agua, (jal) y la tierra (pruthvi) y escuchamos en silencio el resonar de las caracolas, campanas y gritos de “Gloría a la Madre Ganga” y “Gloría a Shiva” y ya que hablamos de muerte a las pocas horas de morir el cuerpo se envuelve en un lienzo (blanco si se trata de un hombre y rojo si se trata de una mujer) y lo ponen en la pira funeraria para ser incinerado descendiendo hacia el Ganges. Benarés es conocida por su Ram Lila donde cada paso es una danza que se celebra en Dusshra en el mes de octubre y es cuando se vuelven a representar episodios del Ramayana por toda la ciudad y el maharajá –la reencarnación del Dios Shiva– patrocina tres semanas de celebraciones en todo su esplendor. Y fue aquí en donde nació el Pandit Ravi Shankar que supo dar a conocer la música india en occidente o en donde rodaron aquel célebre documental Entre dos mundos. Y es que en Benarés la música es lo que queda cuando todo se ha olvidado. A lo que Aguado añade:

“Muchos de mis amigos en la India son músicos y ellos tienen un lenguaje universal privilegiado que les permite cruzar las fronteras sin enterarse. Es fácil que un músico de la India encuentre en segundos el ritmo con un músico de flamenco o de jazz. Lo he visto tantas veces que no me sorprende aunque en ocasiones me sigue pareciendo un milagro”.

La cultura, el arte y sus lenguas son algo primordial en este país y, en concreto, en Benarés. Y también ha sido un lugar para “perderse” por toda la India a los que dejaban sus casas y se marchaban y con el paso del tiempo formarían parte de lo contracultural o de la generación beat que de la mano de Allen Ginsberg y Gary Snyder describieron en sus obras lo que sus ojos vieron cuando visitaron la ciudad. Pero algo importante es el Sánscrito.

La India sigue estando junto a Benarés muy viva. Quizás fue esto lo que motivó que el profesor Óscar Pujol pasase dieciséis años en esta ciudad. Y como dice la Bhagavad-gita apunta Pujol: “Lo importante es la acción en sí, no los productos de la acción”. Con varios trabajos en su haber Óscar Pujol ha hecho del Sánscrito como Filliozat (El sánscrito. Lengua, historia y filosofía) lo más importante de su vida y según sus palabras, “Fui buscando el rumor del Sánscrito y me encontré que ese murmullo seguía vivo aunque herido y macilento en las callejuelas de la ciudad encarnado en numerosos pándits de mayor o menor erudición pero que conservan el Sánscrito como si estuviera pegado a su cuerpo, como si formase parte de su respiración, como una constante vital más”.

Vemos un mundo dentro de otro mundo en donde las especias junto con la arquitectura forman parte de un todo. Cada plato lleva una parte importante de diferentes especias en diversas proporciones que no se repiten en otro plato diferente y tenemos que volver a los grandes palacios, a las escalinatas llenas de personas que de una u otra forma forman parte de esta ciudad y del universo de nuestro viaje. Y dejamos que sea la profesora de Sánscrito de la Universidad de Salamanca Ana María Agud cuando según sus palabras “recuerdo a un taxista en Benarés con el que estuve conversando durante el trayecto, y en cuanto supo de mi oficio, empezó a recitarme pasajes en Sánscrito que obviamente formaban parte de su interioridad de vida” Y es que como apunta Pujol “A fuerza de estar en contacto con la divina algazara de Benarés aprendimos a quererla”.

10 ene 2021 / 00:00
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