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Cafeterías literarias: tras los grandes escritores

Desde EL CORREO proponemos un viaje a destinos como El Cairo, Edimburgo o La Habana para visitar los lugares que describen los relatos, descubrir los ambientes que inspiraron a grandes escritores, o conocer en qué rincones se escribieron algunas de las novelas más conocidas del mundo.

Por primera vez, en más de siglo y medio, las mesas de El Café Tortoni están vacías. Ni la fiebre amarilla que acabó con la vida de miles personas en 1871, ni los graves disturbios frente al establecimiento en la crisis del 2001 pudieron con él. Tampoco las dictaduras. Ha sido el coronavirus quien ha impuesto el silencio en su salón, como en otras cafeterías icónicas, escenarios y testigos de la historia.

Al calor y la vida de El Tortoni, inaugurado en 1858, no faltaron Jorge Luis Borges, Alfonsina Storni o Federico García Lorca. También Benito Quinquela Martí o Carlos Gardel. Como en El Tortoni en Buenos Aires, la necesidad obligó a echar la persiana a otras barras emblemáticas a lo largo del continente; El Café Lamas en Río de Janeiro, El Brasilero en Montevideo o El Floridita en la capital cubana. El Salón Málaga en Medellín o El Café La Habana, en Ciudad de México.

Café a Brasileira, Lisboa. En la capital lusa recomendamos visitar el Café a Brasileira, en la calle Rúa Garrett 122. Este espacio levantado en el barrio histórico del Chiado fue uno de los favoritos del poeta Fernando Pessoa y, de hecho, una estatua de bronce del escritor preside la entrada de la cafetería. El café aparece, además, en la portada del libro Sostiene Pereira del escritor italiano Antonio Tabucchi.

Café el Fishawi, El Cairo. En la capital egipcia encontramos el Café el Fishawi, un lugar con encanto que destaca, especialmente, por sus múltiples espejos, y por haber sido uno de los rincones en los que encontraba inspiración el Premio Nobel de Literatura Naghib Mahfuz.

Café Comercial, Madrid. Uno de los locales favoritos de Madrid para artistas, literatos e intelectuales ha sido históricamente el Café Comercial, en la Glorieta de Bilbao. Este establecimiento, escenario de tertulias, conciertos y actos literarios, puede presumir de haber contado entre sus mesas con escritores como Antonio Machado, Ignacio Aldecoa, Enrique Jardiel o Gloria Fuertes.

The Elephant Hous, Edimburgo. Harry Potter, una de las sagas más famosas del mundo, surgió entre las paredes de la cafetería The Elephant House de Edimburgo. En este rincón literario, J.K.Rowling dio rienda suelta a su imaginación para crear un mundo de fantasía que ha conquistado a grandes y pequeños.

Davy Barne’s, Dublín. Los amantes de la literatura que viajen a Dublín pueden visitar este pub irlandés, situado en el número 21 de Duke Street, que sirvió para inspirar Ulises, la obra más famosa de James Joyce. Además, este escritor incluyó este espacio en dicho libro a través del protagonista Leopold Bloom, que entra en el local a degustar un sándwich de queso gorgonzola con un vaso de Borgoña.

Eagle and child, Oxford. En el corazón de Oxford, una de las ciudades universitarias más famosas del mundo, se encuentra el pub Eagle and child. Este espacio cuenta con una zona llamada The Rabbit Room, un espacio situado al fondo del local en el que se daba cita -cada martes- el grupo literario conocido como los Inklings, del que formaban parte los escritores J.R.R.Tolkien y C.S. Lewis.

Floridita, La Habana. A diferencia de otros bares emblemáticos sobre los que acecha el fantasma del cierre, El Floridita, el bar más emblemático de La Habana, no ve pender sobre su barra y taburetes la espada de Damocles como sí ocurre en otros lugares icónicos de la región. Cuna del célebre daiquiri y parroquia preferida del escritor Ernest Hemingway durante los años en que vivió en Cuba, este establecimiento es uno de los muchos locales de restauración y ocio que gestiona el Estado en el único país comunista de América.

Y esa peculiar circunstancia es lo que previsiblemente salvará al bicentenario Floridita: al ser de titularidad estatal y parada obligatoria para los turistas en La Habana, y por tanto fuente segura de recaudación de divisas, las posibilidades de que cierre son casi nulas, en especial porque la isla atraviesa una grave crisis económica y necesita más que nunca de esta moneda fuerte que regresará a ritmo de coctelera.

El local recibe cada año a unos 250.000 clientes, y aunque el autor de Por quién doblan las campanas sea el más célebre, la lista de visitantes ilustres no acaba en el Nobel estadounidense: por allí han pasado otros escritores como Tennessee Williams o Graham Greene, el expresidente de EE.UU, Barack Obama; estrellas del celuloide como Gary Cooper y Marlene Dietrich, futbolistas y estrellas del béisbol.

Pero en estos días de pandemia Hemingway -en su versión estatua de bronce- está más solo que de costumbre, acodado como siempre en una esquina de la larga barra tras la que el catalán Constantino Ribailagua ideó el famoso cóctel a base de azúcar, jugo de limón, ron, hielo frapeado y unas gotas de marrasquino.

Como el resto de los bares y restaurantes del país, El Floridita ha cerrado sus puertas hasta que pase la pandemia del COVID-19. En el salón, silencioso, no retumban las notas juguetonas del son cubano y las batidoras tampoco zumban frenéticamente mezclando daiquirís para los turistas que llegan sedientos, a los que Cuba cerró la entrada a finales de marzo. Aunque la supervivencia del Floridita parezca asegurada, de momento las autoridades cubanas no han explicado si limitarán el aforo o qué medidas aplicarán para garantizar la distancia entre una clientela deseosa de dejarse llevar con despreocupación por el ritmo cubano en la meca de uno de los cócteles más famosos del mundo.

ANtico Caffè Grecco, Roma. Los amantes de la literatura tienen una cita en la capital italiana con Antico Caffè Grecco -Vía Condotti, 86-, una de las cafeterías más antiguas de la ciudad inaugurada en 1760. Por ella han pasado algunos de los escritores como Stendhal, Mary Shelley, Lord Byron, Goethe, Charles Dickens, Hans Christian Andersen o Schopenhauer.

The white horse, Nueva York. Entre los asiduos a este pub, situado en la zona West Village de Nueva York, se encuentran los escritores Dylan Thomas, Jack Kerouac, Norman Mailer o James Baldwin. También pasaron por aquí cantantes como Jim Morrison y Bob Dylan -éste último Premio Nobel de literatura en 2016-.

Els Quatre Gats, Barcelona. Este local, situado en la Carrer de Montsió de Barcelona, se convirtió en uno de los más famosos entre los artistas y literatos que acudían a la Ciudad Condal. El poeta Ruben Darío fue uno de los primeros en visitarlo, y Santiago Rusiñol uno de los más asiduos. Tal es la vinculación de este espacio con la literatura que celebran cada año el concurso de relatos breves Ploma Els 4 Gats.

CAFÉ LAMAS, DE RÍO. En sus 146 años de vida, el Café Lamas solo cerró sus puertas en dos ocasiones: durante la revolución de las vacunas (1904) y luego del suicidio del presidente Getulio Vargas -en agosto de 1954-, uno de sus clientes más fieles. Sobrevivió a los estragos que causó la gripe española en 1918, a la dictadura, a la hiperinflación de la década de los 90 y a la profunda recesión económica del 2015 y 2016 de la que apenas comenzaba a levantarse Brasil cuando apareció el nuevo coronavirus.

Siempre sobrio y discreto, el Lamas comenzó a funcionar el 4 de abril de 1874 en la plazoleta de Largo do Machado, límite de los barrios Flamengo y Larangeiras, en la zona sur de Río de Janeiro. Allí, el portugués Manuel Thomé dos Santos Lamas vendía café y pan en un espacio en el que también se podía jugar billar, y aunque entonces no prevalecían los lujos, sí una especie de camaradería que le dio la fama entre la jet set de la época. Hoy sigue siendo considerado como una especie de secta a la que hay que pertenecer.

Aunque la bohemia y la farándula han sido clientela asidua del lugar, y personalidades como el arquitecto Oscar Niemeyer, el artista Cándido Portinari o el escritor Machado de Assis eran frecuentes visitantes, el Lamas ha estado siempre íntimamente ligado a la política.

Los presidentes Eurico Gaspar Dutra (1946-1951), Juscelino Kubitschek de Oliveira (1956-1961) e Itamar Franco (1992-1995), se pasearon entre sus mesas, pero fue Getulio Vargas (1930-1945 – 1951-1954) uno de sus clientes más fieles.

Aunque no se sabe con certeza qué tipo de estrategias políticas llegaron a urdirse en las mesas del Lamas, bajo su techo varios partidos políticos fueron fundados entre cerveza y cerveza y el Flamengo Fútbol Club, por ejemplo, fue constituido en el Lamas el 15 de diciembre o de noviembre de 1895”, relata.

EL CAFÉ BRASILERO, Montevideo. Situado en el casco antiguo, la Ciudad Vieja, las paredes del Café Brasilero han sido testigos del crecimiento de la capital uruguaya. Hoy, golpeado por la crisis del coronavirus, el establecimiento atraviesa uno de sus momentos más duros. Aunque permanece abierto, perdió el 50 % de sus clientes que eran turistas -ya que hoy Uruguay tiene fronteras cerradas- y, del 50 % restante, son pocos los montevideanos que se acercan.

Fundado en 1877, este angosto rincón, cuyo aroma a antiguo se pasea entre las mesas añejas, la fachada acristalada y una tenue iluminación, ha llegado a figurar en los últimos años en guías de viaje como uno de los mejores cafés del mundo y, entre sus paredes, esconde grandes historias literarias.

Cuando se habla del Café Brasilero es imposible no referirse al escritor y periodista Eduardo Galeano, quien lo consideraba su refugio, su segunda casa, y se sentaba en la mesa junto a la ventana para reflexionar, ver caminar a la gente e inspirarse para la escritura.

La tranquilidad, su capacidad limitada de público o quizá el hecho de ser un sitio con más de 140 años de historia fueron un reclamo para que otros grandes escritores también se apropiaran del café. Entre ellos Mario Benedetti. En la portada de su antología de cuentos A imagen y semejanza puede verse al autor sentado precisamente en la “mesa de Galeano” y mirando hacia la calle. Esta imagen y la portada del libro están encuadradas en una de las paredes del Café Brasilero, junto a una firma de Galeano con la dedicatoria: Bienvenido al café, Mario. Tu café, nuestro café. Ya nunca más te dejaremos ir.

La identificación de Galeano con el café era tal que en el contrato de alquiler del inmueble uno de los puntos aclaraba que tenía derecho a un café gratis a diario.

CAFÉ LA HABANA, ciudad de méxico. Número 62 de la Calle Morelos, esquina con Bucareli. Unas viejas y pesadas cortinas de metal cubren hoy los enormes ventanales del famoso Café La Habana de la Ciudad de México, abierto desde 1952, hervidero de periodistas y lugar de encuentro para Fidel Castro y el ‘Che’ Guevara.

La leyenda cuenta que bajo el intenso aroma a café que deja escapar el viejo molino y las hoy vetustas pero funcionales cafeteras Castro y Guevara planearon la Revolución Cubana. También asistían numerosos periodistas por la cercanía de las redacciones de diarios y revistas; escritores, intelectuales y artistas como los cómicos Adalberto Martínez Resorte y Jesús Martínez Palillo, popularmente conocidos en México.

También se cuenta que el lugar cobró gran parte de su fama por haber sido el punto de reunión, durante algún tiempo, de dos nobeles, el colombiano Gabriel García Márquez y el mexicano Octavio Paz.

Sus rincones quedaron inmortalizados por el escritor chileno Roberto Bolaño en sus novelas Los detectives salvajes (1998) y Amuleto (1999), y allí, junto a otros poetas chilenos y mexicanos dieron vida al movimiento Infrarrealista.

EL SALÓN MÁLAGA, MEDELLÍN. Sin alma e impregnados de nostalgia han sido los últimos días del Salón Málaga, un tradicional cafetín de Medellín que por la pandemia tuvo que silenciar los tangos y los boleros que han alimentado en esa ciudad la vieja bohemia y las tertulias por más de medio siglo.

04 oct 2020 / 00:00
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