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Cuatro años con John Lennon en un edificio maldito

La relación entre la gallega Rosaura López y John Lennon empezó por obra del azar. Hija de una pareja de panaderos de Cerdedo, Pontevedra, emigró a Nueva York con 30 años en 1962 siguiendo los pasos de su marido argentino. Luego de criar a sus hijos, consiguió trabajo en la casa de los Stanley, una familia inglesa que al año regresó a Londres y puso el inmueble en alquiler. Una pareja de artistas se interesó por el amplio apartamento del séptimo piso, que fue ocupado con una sola condición: Rosaura debía mantener su trabajo como empleada doméstica del lugar. Los nuevos inquilinos eran nada más ni nada menos que John Lennon y Yoko Ono y la propiedad estaba ubicada en el misterioso edificio Dakota.

El Dakota, localizado en el número 1 de la calle 72 justo frente al Central Park, siempre estuvo rodeado de leyendas urbanas y tiene fama de maldito: la historia cuenta que ya desde los tiempos en que Estados Unidos era una colonia británica el terreno era utilizado para reuniones de adoradores del Diablo y a principios del siglo XX allí se alojó Aleister Crowley, el célebre brujo apodado “el hombre más perverso del mundo”, que desarrollaba rituales de magia negra cuyas consecuencias, dicen, perduran hasta la fecha. Luego vivió el actor de la película Frankenstein, Boris Karloff, que también participaba con frecuencia en sesiones de espiritismo y hechicería. Gerald Brossau Gardner, escritor y ocultista, se alojó en el mismo lugar en sus visitas a Nueva York y agigantó la misteriosa crónica del edificio, invocando fuerzas malignas y oscuras. Más tarde en el Dakota se rodó la película de terror La semilla del Diablo (El bebé de Rosemary en América Latina), en la que ocurrieron hechos extraños durante la filmación, con actores al borde del ataque de nervios por la supuesta visión de fantasmas en las locaciones. Y las verdaderas tragedias comenzaron en 1969, cuando varias sectas satánicas amenazaron a Roman Polansky, el director de dicha película, por utilizar esos espacios que eran considerados “íconos de la cultura diabólica”.

En venganza por la filmación en la zona del edificio, un grupo de asesinos fanáticos de Satanás de una secta encabezada por Charles Manson ingresó a la casa de Polansky en Hollywood y golpearon, torturaron y apuñalaron a cinco personas causandoles la muerte entre ellas a la actriz y modelo Sharon Tate, esposa del director embarazada de ocho meses y medio. Pero la cronología de fatalidades generadas por la nefasta popularidad del inmueble no había terminado: el 8 de diciembre de 1980 en la puerta del Dakota fue asesinado de cuatro balazos por la espalda el inolvidable John Lennon.

El vínculo entre Rosaura y el músico, que había comenzado de manera fortuita, con el paso del tiempo excedió lo laboral y se convirtió en afectiva, casi familiar: fue empleada doméstica y asistente del ex Beatle y su esposa desde 1976 hasta 1980, poco antes de su homicidio. Quizás porque la gallega no conocía la real dimensión de la obra de John Lennon y era ajena al mundo del espectáculo, pronto se ganó la confianza de ambos y compartió los momentos más íntimos en la etapa de reclusión de la pareja en uno de los períodos del que menos se conoce: cuando el compositor, dedicado por completo a su rol de marido y padre se encontraba alejado de los escenarios.

La privilegiada testigo consideraba a John como una persona excelente, gran padre y amigo, que le deseaba siempre el bien a toda la gente. Una persona cariñosa y casera, que quería que todas estuvieran contentos y nada tenía que ver con la imagen que la gente proyecta sobre una estrella de rock y los supuestos excesos. Lo consideraba pacífico y relajado, alguien que amaba salir a pasear con su hijo Sean y pasaba horas y horas encerrado en su habitación creando letras y melodías para sus canciones. La llamaban cariñosamente Rosa y ella tuvo siempre solo palabras de elogio y gratitud para su jefe y amigo.

También mantuvo una entrañable relación con la polémica Yoko Ono, a quien aún se la señala como la culpable por la separación de The Beatles: afirma que la trataba muy bien y hasta la ayudaba económicamente para la compra de artículos personales como “todos los abrigos que quisiera” ya que el invierno en Nueva York era duro y Rosaura no tenía la indumentaria indicada. Incluso cuando la gallega decidió dar a conocer la intimidad de la pareja en un libro titulado En casa de John Lennon, la japonesa además de confiar en ella, la motivó para llevar adelante el proyecto.

Una de las anécdotas más llamativas del libro cuenta que aunque los músicos eran vegetarianos, Rosaura les hizo probar la empanada gallega, que consideraron “de sabor muy fuerte y que engordaba mucho”. Les enseñó a hacer pan casero y como dato curioso contó que en la cabecera y a los pies de su cama tenían dos bancos de iglesia, porque John decía habían sido utilizados por tanta gente que allí seguramente alguien habría rezado por él. Entre otros detalles, también relata que en su tarea como empleada una vez tuvo que destapar las cañerías del baño que se habían obstruido con el plástico del envoltorio de un enorme paquete de marihuana.

“Cuando John fumaba porro, charlaba mucho y le interesaban todos los temas; le conté de mi tierra, de lo rico que es el flan gallego y pidió varias cajas. Entendía algo de español pero le encantaban el gallego y el catalán. Imaginate que creía que eran idiomas que yo estaba inventando, pero fue aprendiendo varias expresiones porque era una persona de mente abierta”, dice en sus memorias. Incluso el filólogo Jofre Alzina afirma que llegaron a cantar a dúo en ambos idiomas una versión de Imagine, una de las canciones más populares de todos los tiempos.

Tal vez el conocimiento del idioma español del ex The Beatles estaba relacionado con sus intenciones no tan conocidas de recorrer El Camino de Santiago junto su gran amigo, el pintor Salvador Dalí: una idea surgida a mediados de la década de 1970 cuando ambos se plantearon recorrer el Camino Inglés desde Ferrol. El plan consistía en reunir miles de hippies y caminar hasta Santiago con Lennon al frente de la peregrinación, mientras Dalí buscaba inspiración para sus nuevas pinturas. La trágica muerte del fenomenal músico frustró un proyecto que confirma su espiritualidad y hubiera sido una publicidad fenomenal para toda España.

Mientras tanto la gallega había dejado de trabajar para John Lennon el mismo año en el que fue asesinado: como ella misma cuenta, el músico siempre atendía a todos aquellos que le pedían un autógrafo porque merecían respeto y consideración luego de esperar tantas horas para conocerlo. Uno de esos fanáticos, el demente Mark David Chapman, lo esperó en la puerta del Dakota hasta que volvió de una entrevista y cuando bajó de la limusina blanca, le disparó 5 veces por la espalda con un revólver calibre .38. Cuatro balazos impactaron en su cuerpo y el cantante cayó asesinado en la entrada de la cochera del fatídico edificio.

Rosaura López siguió viviendo en el mismo edificio, donde solía cruzarse con Yoko Ono, quien la impulsó a escribir la historia de la convivencia en esos años. Mientras tanto, en uno de sus viajes a Galicia, conoció a un periodista que la ayudó a convertir las notas que tenía redactadas sobre la familia Lennon en un libro que fue presentado en el año 2005. En plena difusión de su obra recorrió varios países, pero falleció en Pontevedra pocos días antes de la gran presentación que le estaban preparando justamente en Nueva York, la ciudad que sigue alimentando la leyenda maldita del Dakota.

05 jun 2022 / 01:00
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