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Draghi: una manera de hacer las cosas

Las cosas importantes suelen ocurrir sin enormes estridencias y no se les presta suficiente atención en su momento. Los efectos vienen después y ahí es donde se calibra la verdadera relevancia.

La salida forzada del gobierno de Mario Draghi no es la de otro primer ministro en Italia. No es el final de otra crisis de tantas que ha tenido ese país. De hecho, el gobierno que presidía el Sr. Draghi hacía el número 69 desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. En este caso cae con él una esperanza: una manera rigurosa de hacer las cosas.

La última crisis económica evidenció los fallos geopolíticos de esta vieja Europa, así como el asumir que el estilo de vida que disfrutamos nos lleva a ser cada vez menos competitivos en un mundo globalizado. Siendo la clave del progreso el esfuerzo y la superación hemos llegado en Europa (nuestro país entre otros) a tales niveles de cobertura social que se empieza a desanimar un segmento de la población al que no le sale a cuenta salir a la calle (con o sin corbata) a buscarse la vida. Esto unido al gasto social creciente hace que la sociedad se estanque, se busquen batallas intestinas (España las vive todos los días y semanas) y además se despierta el interés de muchos por poder disfrutar de eso que por aquí damos casi por descontado. Me refiero por ejemplo a los inmigrantes que cada día buscan la manera de entrar en Europa para poder vivir y prosperar.

No es cuestión de ponerse excesivamente catastrofista (aunque sí que habría que estar alerta) y repasar la historia. Los pueblos que se vuelven, por su prosperidad, perezosos y débiles son literalmente apisonados por los nuevos que llegan con toda la fuerza y ganas de conquista: de los mercados y economías en estos tiempos. Y algo habrá que hacer para defender un modelo “europeo” de vivir que compagine derechos de los ciudadanos con talento y capacidad de competir.

En este sentido, Mario Draghi, a la sazón presidente del Banco Central Europeo, supo entender como nadie los males y las posibles soluciones. Con acierto el pueblo italiano quiso aprovechar su experiencia y lo puso al frente de un nuevo gobierno en su país.

Algunas medidas, por resumir, tenían que ver con rediseñar la Administración Pública y reducir la carga burocrática con una decisión importante de reducir el tiempo en la administración de la justicia.

También había un propósito de mejorar la calidad del sistema educativo, impulsando la formación profesional dual. En este tema, parece ser que vamos despertando en España toda vez que la realidad que va –desgraciadamente- por delante de la “estrategia país” muestra que faltan profesionales del mismo modo que sobran universitarios.

Por otro lado, se planteaba acelerar la convergencia económica territorial como forma de incrementar la propia eficacia del país. Por acá, parece que llevamos un camino tan errático que es un verdadero viaje a ninguna parte.

Más medidas se pusieron en marcha muy ligadas a la austeridad, que aquí también se echan de menos.

Creo, si me permiten la opinión, que Europa y todos los que somos Europa perdemos. Y ganan otros. Perdemos a un “grande” de Europa, quizá el único con una idea real de cómo organizar la única Europa posible en el futuro. Está claro que pisó algunos callos y le retiraron la confianza. Y al final la tarea necesaria queda para otra ocasión, cuando se pueda.

De momento, en lo que aquí nos toca, escuchamos anuncios de medidas transcendentales para el devenir económico y social de las próximas décadas así como el cambio climático: la corbata va fuera. A eso se le puede llamar coger el toro por los cuernos.

06 ago 2022 / 23:22
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