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Escupir en el Capitolio

a lo largo de la historia mucha gente fue el asalto al Capitolio de Trump y sus secuaces ha sido una realidad sobrenatural, propia de un psicótico y su séquito con mal perder y una memoria pésima sobre lo que significa la democracia, en el país que la apadrinó y presume de ella en su bandera.

El asalto a la Bastilla luchaba por la igualdad, la fraternidad y la legalidad, pero el exabrupto de Estados Unidos no fue más que una pataleta de un mal presidente, mal perdedor y líder de una banda de cuatreros. Fue escupir en la alfombra de flores del capitolio con una miopía y falta de tacto esperpéntica, llegando casi a convertir el acto en un combate de boxeo, como cuando Fraga se quitó la chaqueta en un mitin en Lugo, gesto de inicio de algo violento.

Joe Biden lo tiene fácil para ganar el seny, el talante que caracterizaba a Zapatero. Otra cosa es poner fin pronto a la pandemia, que mata a millones de personas por minuto en uno de los países más poblados del mundo.

Trump no fue ejemplo de nada y se le recordará por maleducado, racista, belicista y peligro contra la humanidad. El asalto al Capitolio tiene reminiscencias del 23-F de Tejero, de acciones de Hitler, Mussolini y Franco.

Trump, con 20.000 juicios pendientes, no tiene otro valor que su cuantiosa cuenta corriente, pero el dinero no puede comprar principios, ni te hace solidario, ni americano ni demócrata. Lo que hizo Trump con Méjico fue otro Muro de Berlín, una flecha hacia el genocidio.

Trump pasará a la historia como un mal sueño, una pesadilla, como el peor presidente de los Estados Unidos sin duda.

07 feb 2021 / 00:00
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