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Metasicofotocinegrafía

Desde que en 1826 el ingeniero francés Joseph Niépce hiciera la primera impresión fotográfica, la Fotografía pretendió ser objetiva: su máximo interés consistió en captar, sin ningún sesgo, lo que se presenta ante nuestros ojos. Sin embargo, tras la irrupción de la tecnología digital las fotografías han comenzado a mentir más que nunca al suplantar el autor lo que hay por lo que él es y por lo que él hace. Nació así lo que se ha dado en denominar “posfotografía” y “metafotografía”, que en la actualidad están consideradas el “summum” de la Fotografía.

No obstante, ambas concepciones se asemejan más a un juego visual lúdico que a un planteamiento riguroso que considere en toda su complejidad la unidad sico-físico-social que somos cada uno de los seres humanos. Por este motivo, expondré aquí una nueva variante muy concreta de la disciplina que con el nombre de “metasicofotocinegrafía” (MSFCG) pretende subsanar los déficits práctico y teórico del que adolecen las variantes anteriores en el ámbito que trata, sin por ello dejar de apoyarme en sus aportaciones.

Pero antes de acercarnos a la metasicofotocinegrafía se hace imprescindible precisar qué es la “sicofotocinegrafía” (SFCG).

La sicofotocinegrafía consiste en impresionar en el sensor o en la película de una cámara fotográfica motivos estáticos como si estuviesen en movimiento. Dicho movimiento, perceptible, lo realiza la mano del fotógrafo. No se utiliza la mente de forma consciente para realizar las tomas y tampoco existe un objetivo previo que alcanzar ni un hecho que documentar, ni que re-crear. Además, no se encuadra: es como si se trabajara con los ojos cerrados.

Por su parte, la metasicofotocinegrafía va más allá de la sicofotocinegrafía ya que la analiza y la interpreta; por eso, al contrario que la SFCG, la MSFCG, considerada en sí y para sí, no es una realidad material: es un proceso intelectivo.

En la MSFCG la imagen se obtiene mediante un paneo cámara en mano (porque es imprescindible el contacto directo entre el cuerpo del hombre y el cuerpo de la máquina para que exista comunicación entre ambos), durante el que se puede disparar en ráfaga, tiro a tiro, o un único disparo. La intención es producir imágenes posfotográficas; es decir, hechas para conseguir un resultado opuesto al que a lo largo de la historia ha perseguido la fotografía: no figurativo y no realista.

La acción síquica se activa “a posteriori”, en la etapa interpretativa. En ella comprobaremos que las tomas desvelan nuestra mente como si fuesen manchas del test de Rorschach. Aunque a diferencia de estas, que nos son dadas, nuestras imágenes las podemos modificar en el proceso de edición en el sentido que nos indiquen nuestras inquietudes, intereses y gustos. Por lo tanto, el elemento procedimental “meta” implica, necesariamente, no solo análisis e interpretación, sino también manipulación.

La pregunta consecuente es: ¿Por qué nos gusta lo que nos gusta? En el caso de las fotografías nos agradan aquellas con las que, de alguna manera, nos identificamos. Es lo mismo que nos ocurre con las obras de los escritores. Y es que, después de todo, hacer Fotografía en el siglo veintiuno, sea como fuere que la denominemos, conlleva escribir con luces y con sombras en lugar de con tinta y papel.

La obra que ilustra este artículo, titulada Visión, non vista, da cidade de Vigo, no es “no fotografía”; es metasicofotocinegrafía. Por consiguiente, su esencia sigue siendo fotográfica; esto es: una confluencia de física mecánica y de física cuántica, de luz y de color, de ciencia y de arte; en la más amplia acepción que le podamos dar a esta última palabra.

07 feb 2021 / 00:00
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