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Nefastas consecuencias de la pandemia de las pantallas

Los niños, los adolescente, los jóvenes e incluso los adultos pasan demasiado tiempo con las pantallas. Y este nuevo y vergonzoso “placer solitario” es extremadamente dañino y afecta muy negativamente a los resultados escolares. Ahora bien, según el neurocientífico francésM. Desmurget,el uso, el abuso y el mal uso de las pantallas representan también un peligro real y muy grave para el desarrollo cognitivo, para la salud y para el trabajo bien hecho de las nuevas generaciones. Veamos más de cerca cada una de estas consecuencias lesivas.

Las pantallas y el desarrollo cognitivo. Las pantallas socaban los tres pilares fundamentales del desarrollo cognitivo de cualquier niño: las interacciones humanas, el desarrollo del lenguaje y la concentración. El recién nacido llega a este mundo con un bagaje de potencialidades o capacidades, que deben ser desarrolladas y maduradas imperativamente en los primeros años de vida (“período sensible” de plasticidad y maleabilidad del cerebro). Para ello, necesita interactuar con su entorno humano más próximo para recibir los estímulos necesarios, tanto en cantidad como en calidad, o sus potencialidades no se desarrollarán o se desarrollarán mal.

Ahora bien, en este mundo plagado de pantallas, cuanto más tiempo pasan los niños, los adolescentes y los jóvenescon sus móviles, sus teles, sus ordenadores, sus tabletas, sus consolas, etc., más son alterados, tanto en cantidad como en calidad, los vitales intercambios y las imprescindibles interacciones intrafamiliares y sociales. Y lo mismo debe decirse de los padres: cuanto más tiempo están enganchados a las pantallas, de menos tiempo disponen para dedicarlo a sus retoños. Por eso, según los neurocientíficos, el uso, el abuso y el mal uso de las pantallas representan un saqueo intelectual constante de las nuevas generaciones, que se traduce en un empobrecimiento de sus capacidades cognitivas y lingüísticas, dando forma así a esos ciudadanos “gamma” “huxleyanos”:bípedos sin espíritu crítico, sin lenguaje, sin pensamiento y contentos con su suerte; unos seres “desempoderados”, esclavizados y convertidos en seres irracionales.

Las pantallas y la degradación de la salud. Las pantallas dificultan el sueño reparador, favorecen el sedentarismo y facilitanel acceso a contenidos inadecuados y peligrosos para las nuevas generaciones. Por eso, las pantallas son también una de las causas principales de muchas de las patologías de nuestro tiempo: obesidad, tabaquismo, alcoholismo, toxicomanía, trastornos alimenticios, aislamiento social, agresividad, inseguridad, depresión, prácticas sexuales de riesgo, problemas cardio-vasculares, etc.

Nuestro cerebro nunca descansa, pero no puede llevar a cabo simultáneamente varias acciones. Por eso, aprovecha el sueño reparador, bálsamo de Fierabrás, para llevar a cabo tareas de mantenimientoy de restauración (i.e. de reseteo) tanto de él mismo comodel cuerpo,tareas que no puede realizardurante el ajetreo cotidiano diurno. Ahora bien, las pantallas y el sueño no hacen buenas migas. Las pantallas perturban el salutífero sueño tanto en cantidad (retrasando la hora de ir a la cama y aumentando el tiempo entre ir a la cama y dormirse) como en calidad (perturbándolo a lo largo de la noche). Y la salud se resiente: tanto la física (enfermedades), como la emocional (ansiedad, estrés, desarreglos alimenticos, etc.) y la cognitiva (déficit de memoria, de atención, etc.).

Las pantallas también están implicadas en el incremento del sedentarismo. En efecto, cuanto más tiempo dedican las nuevas generaciones a las pantallas, menos pueden dedicar al ejercicio físico y más problemas de salud tendrán que afrontar. Y si el sedentarismo está asociado a ciertos consumos, también muy dañinos para la salud (tabaco, comida basura, drogas, alcohol, aislamiento social y soledad no deseada, etc.), los problemas de salud aumentarán.

Finalmente, con las pantallas, todo tipo de contenidos están al alcance de cualquiera con un simple clic. Ahora bien, muchos son inadecuados y peligrosos para las nuevas generaciones, que se encuentran en una etapa de exploración, de experimentación y de formación.En efecto, las pantallas son “prescriptores de normas de conducta” y de estereotipos sociales, que son presentados con atributos positivos (virilidad, sensualidad, espíritu rebelde, poder, sexo, libertad, modernidad, etc.). Y así, gracias a la publicidad directa, indirecta o subliminal, omnipresente en todas las pantallas, se reclutan nuevos consumidores(por ejemplo, de tabaco, alcohol, comida basura, etc.) y se aseguran las adicciones a largo plazo.

Las pantallas y el trabajo bien hecho. En un mundo plagado de pantallas, las situaciones de multitarea (realizar simultáneamente varias tareas o acciones) son muy comunes y corrientes, hoy, entre los jóvenes y menos jóvenes. Ahora bien, según los neurocientíficos, la multitarea casa mal con la fisiología del cerebro.Éste es incapaz de hacer varias cosas al mismo tiempo. Y si intenta hacerlas, al tener que pasar de una cosa a la otra, perderá en precisión, exactitud y productividad; y se cometerán errores, omisiones o pérdidas de información. Esto sucede porque la inversión cognitiva y la concentración deben ser repartidas entre las distintas actividades y, en consecuencia, son sólo parciales. Por eso, las cosas que se intentan hacer simultáneamente tienen todas las papeletas para que no sean completamente satisfactorias ni perfectas. Como reza esa paremia tradicional, quien mucho abarca poco aprieta, es decir cuanto más se hace simultáneamente, peor se hace.

Menos pantallas, más relaciones humanas, más salud y más unitarea

El uso, el abuso y el mal uso de las pantallas constituyen una verdadera pandemia, que está “desempoderando” y esclavizando a los niños, a los adolescentes, a los jóvenes e incluso a las personas maduras. En efecto, las pantallas están carcomiendo las vigas maestras del ser humano: sus cimientos cognitivo, somático y lingüístico, así como la calidad de sus actos.La dependencia de las pantallas, la adicción a las mismas y los efectos dañinos provocados por ellas han llegado a tal nivel y son tan reales que ya se ha forjado el término de “tecnopatías” o “enfermedades3.0” para designar estas nuevas patologías. Y se han ideado terapias para hacerles frente.

Los padres y los profesores queremos siempre lo mejor para nuestros hijos y nuestros alumnos. Por eso, me pregunto cómo no ponemos coto a los dañinos uso, abuso y mal uso de las pantallas, pensando sólo en el bien presente y futuro de nuestros hijos y de nuestros alumnos. Los hijos o los alumnos “emperadores”, que se rigen sólo por el freudiano “principio del placer” inmediato (el clásico “carpe diem”), deberían ser destetados de las pantallas ydestronados, aplicándoles unas generosas dosis del “principio de realidad”, para que crezcan y maduren en armonía con el funcionamiento de ese director de orquesta que es el cerebro.

14 mar 2021 / 01:00
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