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Papel de los emigrantes

En Lugo, como en toda España, hay una doble moral al comentar el papel de los emigrantes, unos 14.000 de una población total de 98.276, según los últimos datos difundidos por el Instituto Nacional de Estadística. De los 14.000, un 20% son ilegales.

Con los extranjeros, la mayoría sudamericanos y rumanos, pasa como en el cuento de ‘El conde Lucanor’: comen los altramuces que la clase media y alta lucense desprecia.

Tienen los peores trabajos, muchos realizan sus tareas en B, y perciben una miseria. Ése es su señuelo para tratar de vivir, hasta explotados, mejor que en su país de origen y con acceso a una buena Sanidad pública. La historia está llena de ejemplos de xenofobia: el holocausto nazi masacró a miles de judíos y todavía hoy están sin patria. Las verjas de Ceuta y Melilla, las pateras y el muro de Estados Unidos para los mejicanos son otra triste realidad.

Sin embargo, en una sociedad global, donde el metro de París está lleno de emigrantes de sus colonias en países árabes y cualquier nación desarrollada aloja a miles de extranjeros, aquí nos peleamos por nacionalismos históricos ya reconocidos.

La doble moral está en que se impulsó su llegada a Lugo, España y el mundo en los años de bonanza y ahora, tras la crisis económica y la que deja el coronavirus, sobran. Pero un ser humano no es un pañuelo desechable. El propio Jesucristo fue judío de Galilea y el holocausto nazi ya está relacionado en Fátima con el milagro de los niños.

La sociedad lucense y la española en general mira hacia otro lado cuando ve miseria en las personas que llegaron como mano de obra barata en la burbuja. Muchos viven hacinados en infraviviendas y con rentas de la Risga, parece que están castigados por su color de piel a vivir en la pobreza, cuando ganaron su libertad en la guerra de Secesión americana, con Lincoln y Mandela.

Si cada tiempo tiene sus hechos, basta ya de mirar para otro lado, cuando el pueblo gallego fue emigrante como refleja la foto de Manuel Ferrol o el nacimiento de las vanguardias de Castelao, Seoane, etc, exiliados en América. Todos somos emigrantes y a todos nos vendría bien pasar unas semanas en una favela.

02 ago 2020 / 00:20
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