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Patrimonio inmaterial

El Camino que se inicia en las naciones del norte europeo, en su trazado y en su entorno, aparece adornado de joyas y de recuerdos, que quieren perpetuar el paso de los peregrinos y las vivencias, que dieron fuerza y luz a su espíritu.

Con razón la Unesco ha elevado el Camino de Santiago, con lo que significa y representa, a la categoría de Bien Patrimonio de la Humanidad al itinerario que se conoce como el Camino Francés” en Europa (año 1993), y el itinerario de las cuatro grandes vías de peregrinación jacobea en Francia en el año 1998.

El Patrimonio creado con motivo del Camino de Santiago no lo constituyen solamente los objetos materiales: templos y obras de arte (...) y mil adornos más catalogables, sino que se ha creado también un Patrimonio Inmaterial e invisible, que trasciende el tiempo y el espacio.

La Unesco, en la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial (2003), estableció que se entiende por Patrimonio Cultural Inmaterial los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas, junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que le son inherentes, el cual se transmite de generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia. Una ciudad es, en buena medida lo que han retratado sus escritores, al igual que nosotros, como dice Gabriel García Márquez no somos lo que hemos vivido, sino lo que recordamos

Entre las numerosas definiciones que se han acuñado para referirse a Santiago de Compostela, hay una que nos parece especialmente bella que califica a la ciudad de Rosa de Piedra, cuyas raíces se hunden en el fértil sepulcro del Apóstol para emerger con delicadeza vegetal, frágil en su presencia, pero invariable ante el paso del tiempo, porque es del propio tiempo del que se alimenta. Gonzalo Torrente Ballester escribe en 1948 Compostela y su ángel, una descripción de Santiago y su historia, las razones, acontecimientos sociales y religiosos que dieron lugar a su ciudad Santa. No se trata de un libro de historia, tampoco de una guía en el sentido exacto y preciso de la palabra, es una novela que tiene como protagonista la ciudad, sus calles, los edificios que la adornan y, en última instancia, las personas que la habitan y la han alimentado toda su vida.

En esa visión de la ciudad que, como dice en las primeras frases del texto, “se hace en torno a la campana, la campana lo va creando todo día a día, siglo a siglo, sin más que dar las horas”, se encuentra una afirmación que puede servir de punto de partida para la reflexión sobre Santiago y la memoria.

Para terminar este repaso de visiones literarias tan distintas, haremos referencia a lo que Don Ramón del Valle Inclán escribió sobre la ciudad en uno de sus libros, aquel que lleva el título de La lámpara maravillosa. En el cual, señala que Compostela, por la materia en que esta hecha, es como un reto lanzado al tiempo y como una diaria victoria de la piedra sobre el tiempo, al que arrebata como botín el color de sus piedras y esa flora espontánea que sobre ella surge y en la que se acrecienta su hermosura.

No queremos finalizar este espacio dedicado a las obras literarias sobre Santiago de Compostela sin hacer mención a que importantes poetas han resaltado en sus obras la figura de la ciudad. Manuel Machado, cuando ejercía de bibliotecario en la universidad compostelana, escribió un hermoso poema dedicado a Compostela, del cual entresacaremos el último párrafo: ¡Oh, Pórtico divino de La Gloria!/ ¡Oh, Peregrinaciones!, ¡Oh, estela de lacras y dolores! ¡Oh, memoria del Apóstol San Iago!.../¡Oh, centinela de la fe yerta y olvidada historia!/ ¡Oh, saudades! ¡Oh, muerte! ¡Oh, Compostela!

Finalmente, destacaremos al escritor y poeta ferrolano, Ricardo Carvalho Calero, que dedica a Compostela, en su obra Reticéncias, unos poemas de los que destacaremos el comienzo: “Vinhem aquí para os visitar,/ e nom os achei./ Foram-se./ Caminho errante e só polas rúas/ onde pensaba abraçá-los.”

La relación “arte-sociedad” es indiscutible a nivel general y, por supuesto, es un hecho del que no prescinden los artistas gallegos del Siglo XX. En las Jornadas celebradas en 2009, Turismo y Camino de Santiago Inglés, organizadas en la Facultad de Humanidades del Campus de Ferrol, bajo la dirección de la profesora Doña Manuela Santos Pita, se presentó la comunicación El Camino de Santiago como inspiración del arte actual. Entre los artistas cuya obra ha sido expuesta y estudiada en dichas jornadas, destacaremos a Urbano Lugrís, Manuel Pesqueira y José Manuel Barreiro Gómez

Urbano Lugrís, nace y muere en ciudades de la costa gallega. Nace en la Coruña (1908) y muere en Vigo (1973). Es un artista vinculado al surrealismo y a la pintura metafísica. A nivel temático, siente una especial predilección por el mar en sus diferentes vertientes: desde paisajes costeros a tesoros marinos, islas... Aunque en Catedral siglo XII (1960) se acerca a una ciudad de interior: Compostela, así como a su historia y a la peregrinación al Sepulcro del Apóstol.

Manuel Pesqueira, nace en Meis (1911). Se suele encuadrar en el Primitivismo por su intento de reflejar en sus tablas el pueblo gallego con trabajos, penas y alegrías. El Recanto de Santiago, es la escena de un barrio cualquiera de la ciudad, del Santiago de antaño, y que no es más que un recuerdo de la estancia del propio autor en Compostela.

José Manuel Barreiro Gómez es un pintor nacido en Forcarey (1940). Sendeiro das Estrelas. En este cuadro figura una vista de Santiago con las Torres de la Catedral como personajes principales de la escena. La vista se contempla desde un interior en el que aparecen sobre la mesa flores y frutas junto a instrumentos musicales, sin olvidar ciertos símbolos emblemáticos para la ciudad: el Cáliz o Grial y unos Códices Miniados, que bien pudiera ser la reproducción del Códice Calixtino

Estas líneas van dedicadas a Camilo José Cela, y por ello, consideramos oportuno poner fin a las mismas haciendo referencia a alguna de las páginas escritas por este autor que es considerado como uno de los más sobresalientes de la segunda mitad del siglo XX. Su vinculación con el Camino comienza con su nacimiento; su casa natal, y en la que pasaría su infancia, se sitúa en la orilla del Camino portugués en la localidad de Iria Flavia (Padrón). En su obra aparecen constantes referencias tanto a la ciudad de Santiago como al Apóstol, dada la estrecha relación con la tradición jacobea. En su libro de viajes Del Miño a Bidasoa, le dedica dos capítulos A la sombra del Apóstol en el Camino a Compostela y Santiago de Compostela. Su espléndida obra, La familia de Pascual Duarte constituyó una auténtica revelación por la audacia y originalidad del tema. De esta obra extraemos las siguientes líneas: “A veces pienso que escribir no es más que recopilar y ordenar y que los libros se están siempre escribiendo, a veces solos, incluso desde antes de empezar materialmente a escribirlos y aún después de ponerles su punto final (...)”.

Al Camino de Santiago le pasa como a los libros que no tiene un final porque sigue vivo, creciendo y evolucionando.

24 ene 2021 / 00:00
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