Crisis institucional

Rafael Mozo, el presidente inesperado del Poder Judicial

Miembro de Jueces y Juezas para la Democracia, ser el vocal de más edad ha sido determinante para este colofón a su carrera

Ángeles Vázquez / Cristina Gallardo

Cuando se renovó el Consejo General del Poder Judicial nadie habría apostado un duro porque Rafael Mozo acabara asumiendo su presidencia del órgano de gobierno de los jueces. Tampoco en 2018 cuando debía haber sido renovado. Sin embargo, este jueves, este magistrado

tras la jubilación de Rafael Fernández Valverde, que fue quien presidió el constitutivo hace nueve años.

Miembro de la tercera asociación en número de afiliados, la progresista Jueces y Juezas para la Democracia, Mozo ha sido uno de los tres vocales designados interlocutores en las conversaciones mantenidas para tratar de nombrar a los dos magistrados del Tribunal Constitucional que corresponden al órgano de gobierno de los jueces.

Aunque en ocasiones no ha votado con el núcleo duro del sector progresista, quienes lo conocen lo consideran "discreto", pero a la vez "con mano para organizar la labor" de los vocales del Consejo propuestos por el PSOE

Proxima jubilación

Se jubilará como vocal en julio del año que viene, aunque eso no quiere decir que tenga que dejar la presidencia, si para entonces aún no hay acuerdo entre los principales partidos para proceder a la renovación del órgano, porque hay precedentes de presidentes que siguieron siéndolo una vez sobrepasados los 72 años previstos como edad de jubilación máxima para los magistrados.

Su actual destino lo adquirió siendo ya vocal del Consejo, en previsión del relevo que debía haber llegado en diciembre de 2018. Por antigüedad fue elegido magistrado de la Sala Penal de la Audiencia Nacional, puesto al que no ha llegado a incorporarse.

Hasta entonces, julio de 2018, y desde 1998, prestó servicio en la Audiencia Provincial de Madrid. Ingresó en la carrera judicial en 1985 y ha estado destinado en Sant Feliu de Guixols, Sepúlveda, Leganés y Madrid. Llegar a la edad de jubilación al frente del Poder Judicial o habiéndolo sido en los últimos meses supone un broche de oro difícil de rechazar para cualquier magistrado.