“Genocidio” en Gaza
Sánchez pone a Ayuso en su diana para movilizar a la izquierda y minar el liderazgo de Feijóo
Los socialistas agitan las divisiones internas en el PP ante el auge de la causa propalestina y otorgan a la presidenta de la Comunidad de Madrid carta de naturaleza para “llevar la voz cantante” en Génova

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, después de la reunión del grupo parlamentario socialista en el Congreso de los Diputados celebrada este lunes. / José Luis Roca
El PSOE tiene claro que si alguien en el PP representa la oposición a la causa propalestina es Isabel Díaz Ayuso. Por ello justifican que Pedro Sánchez ignorase al líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, durante su intervención en la primera reunión interparlamentaria de los socialistas en este curso político para confrontar modelos con la presidenta de la Comunidad de Madrid. “Ellos con los genocidas, nosotros con las víctimas”, resumía un ministro socialista tras el encuentro celebrado Congreso.
Los socialistas buscan agitar así una división interna en Génova en torno a una causa “moral” que consideran respaldada por la mayoría social, incluidos votantes populares. Pero no solo, pues el perfil duro de Ayuso movilizaría más a la izquierda, según interpretan, y darle carta de naturaleza a su capacidad de “llevar la voz cantante” del partido busca minar el liderazgo de Feijóo.
“Para confrontar con el PP hay que confrontar con ella”, explican fuentes de Ferraz cuestionando que a Feijóo “no le dejan sacar la cabeza”. Cuando lo hace, añaden, es para asumir la línea marcada por Ayuso “para no molestarla”. En definitiva, concluyen que el líder de los populares “se queda atrapado en ese sándwich” al que desde el PSOE también quieren contribuir para denunciar un supuesto “colapso” de la derecha tradicional. Lo que el jefe del Ejecutivo calificó como una conversión de la derecha "en marca blanca de la ultraderecha". En el Gobierno potencian este mensaje para acabar de enterrar la imagen de moderación con la que Feijóo llegó a Génova en sustitución de Pablo Casado.
La Comunidad de Madrid como espejo de las políticas que llevaría a Moncloa un ejecutivo conservador, sobre el que dicen estar seguros de que el líder de la ultraderecha, Santiago Abascal, formaría parte como vicepresidente. De ahí que más allá del “genocidio” en Gaza, con el que el Gobierno trata de marcar agenda por segunda semana consecutiva, se busque el cuerpo a cuerpo con Ayuso. Si la presidenta regional aprovechaba la pasada semana el Debate sobre el Estado de la Región para erigirse como la verdadera oposición a Sánchez, en Moncloa han recogido el guante para prestarse a esta batalla.
La pretensión pasa por no rehuir el choque “para desmontarla”, explica uno de los colaboradores del presidente del Gobierno. Intentar hacer ver a la ciudadanía “lo que realmente es”, apuntan en referencia a sus discursos y sus políticas. En esta línea, se pone el foco también en el desmantelamiento de servicios públicos. El “desvío” de recursos otorgados por la Administración General del Estado a la Comunidad de Madrid en contratos con la empresa privada.
Sánchez mencionó directamente en estas prácticas al grupo Quirón, detrás de varios hospitales con colaboración público-privada. Una referencia nada fortuita pues acto seguido arremetió contra Alberto González Amador, pareja de Ayuso. Uno de los beneficiados de estos “negocios redondos” como “conseguidor”, pues habría “multiplicado por siete sus ingresos en un año”.
El PSOE ejerce de acusación popular en la causa contra el empresario y han llegado a pedir la imputación del presidente de Quirón Prevención. Con el ataque como mejor arma de defensa, en el Gobierno ponen en entredicho así los procedimientos judiciales contra el entorno familiar de Sánchez o el fiscal general del Estado. Este último, precisamente, procesado por un supuesto caso de revelación de secretos en la filtración de un correo confidencial que el abogado de González Amador había enviado al fiscal del caso seguido contra el empresario donde admitía haber cometido dos delitos fiscales para evitar el juicio.
Choque diplomático
Si hay una batalla cultural a la que se aferra el Gobierno es la del “genocidio” de Israel en Gaza. Por coherencia, según defienden, pero sin dejar de reconocer su capacidad de movilización. Como ejemplo ponen el resquemor en los partidos a su izquierda, especialmente Podemos, de que el ecosistema mediático conservador les adjudique la capitalización de las protestas.
Tras la cancelación de la última etapa de La Vuelta, en el Ejecutivo han instado a que las federaciones internacionales apliquen a los equipos israelíes la misma decisión adoptada con Rusia tras la invasión de Ucrania para excluirlos de todas las competencias deportivas.
En el plano cultural, RTVE ha movido ficha para trasladar a la organización de Eurovisión, la Unión Europea de Radiodifusión (UER), que propondrá la salida de España del festival musical en caso de que se mantenga la presencia de Israel en el certamen. Como consecuencia han escalado las tensiones diplomáticas entre España e Israel, incluyendo sanciones cruzadas a miembros de los respectivos gobiernos y la llamada a consultas de la embajadora española en Tel Aviv, sin fecha de regreso y sin descartarse la posibilidad de su retirada definitiva.
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