La relación entre Génova y Sol
Feijóo y Ayuso, desencuentros, equilibrios y coincidencias
El líder de la oposición y la presidenta de la Comunidad de Madrid han consolidado una relación difícil, como demuestran los antecedentes, pero que se ha mantenido por buen cauce pese a discrepancias como la visualizada sobre el aborto

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo junto a Isabel Díaz Ayuso, en un mitin conjunto en septiembre. / Alejandro Martínez Vélez - Europa Press
La historia de la relación política entre Alberto Núñez Feijóo e Isabel Díaz Ayuso admite múltiples lecturas y perspectivas. Desde lo más general a lo más particular. Si se echa la vista atrás, conviene fijarse en que desde que en los años noventa la Comunidad de Madrid empezó a adquirir progresivamente su envergadura actual, sobre todo a raíz del traspaso general de competencias educativas y sanitarias y del crecimiento derivado de las grandes infraestructuras, singularmente el Metro o las carreteras de circunvalación, la hegemonía en ese territorio del Partido Popular (PP) ha sido total.
Este 2025 los populares cumplen treinta años consecutivos en el gobierno autonómico, una marca solo superada por los casi cuarenta años del PSOE en la Junta de Andalucía. Y eso ha sido una buena noticia para la derecha en términos de poder y de impulso electoral, qué duda cabe, pero al mismo tiempo una crónica fuente de conflictos entre la Puerta del Sol, el viejo edificio que alberga la sede del Gobierno regional junto al kilómetro cero de España, y la calle Génova 13. O, si se prefiere, entre la planta primera de esta última dirección, donde opera el PP de Madrid, y el resto del edificio, especialmente la mítica planta séptima hoy ocupada por Feijóo.
Conflictos hubo, y no menores, entre Alberto Ruiz-Gallardón, presidente madrileño entre 1995 y 2003, y José María Aznar, presidente del Gobierno en casi idéntico periodo; y entre Esperanza Aguirre, que tomó el relevó de Gallardón y se mantuvo en Sol hasta su dimisión en 2012, y Mariano Rajoy, cuyo tiempo en La Moncloa y al frente del PP coincidió someramente con el de Aguirre. Mas reciente está lo ocurrido años después entre Ayuso y el entonces líder del partido, Pablo Casado, ambos amigos de juventud que acabaron en una de las guerras fratricidas más cruentas que se recuerdan en el partido.
Feijóo llegó en 2022 precisamente como consecuencia de ese duelo final entre Ayuso y la dirección de su partido, que salió derrotada y Casado fuera de la Presidencia, aunque las suspicacias que levantaba el ex número dos de Casado, Teodoro García Egea, no eran menores entre el resto de barones autonómicos, incluido el entonces presidente de la Xunta de Galicia. Este tuvo claro desde el principio que no se podía discutir ni un ápice el mando en plaza de Ayuso en el PP de Madrid, el origen de su conflicto con Génova, y en su día con el alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida.
'Paz por territorios'
Haciendo buena la terminología acuñada en su día en el conflicto de Oriente Próximo, hoy de rabiosa actualidad, y obviamente salvando todas las distancias, Feijóo y Ayuso comenzaron su cohabitación política, el primero en la séptima planta de Génova, la segunda en la primera, sobre la premisa de 'paz por territorios'. El nuevo líder del PP no se inmiscuía en Madrid, ni lo ha hecho, y Ayuso tampoco, o al menos no demasiado, en la cúpula nacional de los conservadores, plagada de dirigentes gallegos y andaluces. Esto último evidencia el ascendente que sí ha tenido en esa dirección el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, que desde el primer momento colocó a dos de sus hombres, Juan Bravo y Elías Bendodo, antiguos consejeros de su Gobierno, en la cúpula popular, donde siguen como vicesecretarios. El rastro de Ayuso en esa dirección política es mucho más difuso.
Aborto
Partiendo de ese 'paz por territorios', las cosas entre los vecinos de la séptima y la primera del 13 de Génova se han desarrollado con equilibrios, varios desencuentros que no han hecho descarrilar la relación, sobre todo comparado con los antecedentes, y también coincidencias. Y todo dentro de un hilo de comunicación entre Feijóo y Ayuso que siempre se ha mantenido. Paradójicamente, el aborto se ha colado esta semana entre los motivos de desencuentro, cuando a priori ambos líderes, y así lo acredita su historial de declaraciones, coincidían en la visión más abierta dentro del gran partido de la derecha española sobre la interrupción voluntaria del embarazo.
Pero Ayuso, la misma que incluso se pronunció hace unos años en contra del permiso parental para las menores que quisieran abortar (la única objeción de Feijóo a la ley de plazos aprobada en tiempos de José Luis Rodríguez Zapatero) se ha descolgado ahora con una oposición al registro de médicos objetores al que la ley obliga, y que la presidenta madrileña llegó a tildar de "lista negra", en sus sonadas palabras del pasado jueves en la Asamblea de Madrid. Feijóo tuvo que salir a la palestra, después de que Pedro Sánchez elevase la cuestión a una amenaza a las mujeres en España, con un contundente comunicado en el que replicó, sí, en términos muy duros al presidente del Gobierno, acusándole de "utilizar" a las mujeres, pero donde también embridó, o trató de hacerlo, la postura de Ayuso. Varios de los portavoces de Génova, como la vicesecretaria de Coordinación Sectorial Alma Ezcurra o el de Igualdad, Jaime de los Santos, defendieron el viernes que el PP cumplirá con la legalidad vigente en lo referente al aborto.
Gaza
La crisis de Gaza ha supuesto sin duda otro de los desencuentros serios entre Génova y el PP de Madrid. Aunque quizás cabría decir entre los de Ayuso y el resto de las divisiones autonómicas del partido. La presidenta madrileña es la única que en todo momento, incluso en lo peor del asedio israelí sobre la Franja y el colapso de la misma fruto del bloqueo de la ayuda humanitaria, ha mantenido una defensa férrea y sin ambages de Israel, denunciando como antisemitismo muchas de las críticas al Gobierno de Binyamín Netanyahu, mientras homólogos suyos como el citado Moreno, o la presidenta extremeña María Guardiola, arremetían contra Tel Aviv e incluso utilizaban el término genocidio para referirse a la ofensiva sobre Gaza.
Al contrario que en el asunto del aborto, la discrepancia de Feijóo con Ayuso en esta ocasión fue menos contundente, y tuvo pasos atrás, como cuando tras haber criticado abiertamente a Netanyahu en una sesión de control en el Congreso ante Sánchez, moduló notablemente su posición apenas cuarenta y ocho horas después en la clausura en Madrid del Campus de FAES junto a José María Aznar, precisamente cuando el expresidente había denunciado que una derrota de Israel supondría, por ende, "la de occidente".
Acuerdo en la quita de deuda
Donde Feijóo y Ayuso han logrado estos tres años de cohabitación una armonía casi total, igual que la del presidente del PP con el resto de sus barones autonómicos, es en todo lo relativo a la financiación autonómica, ante el intento de Moncloa de crear fisuras en los gobiernos regionales de la derecha (la mayoría de los diecisiete) planteándoles una quita de la deuda por valor de más de 80.000 millones de euros.
Ni en la conferencia de presidentes de finales de 2024 en Santander, ni en la de antes del verano en Barcelona, encontró Sánchez un solo dirigente del PP que aceptase su plan, hasta el punto de que los populares presumieron de que no se hubiese quebrado su posición conjunta, a pesar de las enormes diferencias de las comunidades que gobiernan, desde las muy ricas Madrid y la Comunidad Valenciana, la muy poblada Andalucía o las regiones más envejecidas y deshabitadas de la geografía nacional, caso de Castilla y León, Galicia o Extremadura. Para los populares, la quita no es más que un trágala para hacer digerible un futuro acuerdo con Cataluña sobre las bases del concierto económico pactado por el president Salvador Illa con ERC, algo que consideran una línea roja infranqueable.
Así, entre acuerdos y desacuerdos, y siempre buscando el equilibrio, seguirá transcurriendo la relación entre Feijóo y Ayuso, que muy frecuentemente han coordinado en privado sus estrategias. El plan es que la presidenta madrileña revalide su mayoría absoluta en las autonómicas de mayo de 2027 y que ese mismo año el líder del PP logre desbancar a Sánchez de La Moncloa, algo que se le resistió contra pronóstico en 2023. Entonces la cohabitación seguiría entre Moncloa y Sol, lo que no es garantía de que no sigan los desencuentros, como ocurrió con Rajoy y Aguirre, y antes con Aznar y Gallardón. Si alguna de esas dos previsiones electorales no se cumple, sobre todo la segunda, estallaría una crisis de consecuencias impredecibles en la derecha, y en la que Ayuso tendría mucho que decir. Como ocurrió con Aguirre tras la derrota de Rajoy frente a Zapatero en 2008. El tiempo dirá.
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