El filántropo José María Fernández entra en el club Gallegos del Año

Tenía unos once años cuando entré por primera vez en Jael. Iba con mi abuela, una mujer culta, sencilla y con una clase innata que supo trasmitirme su cariño y sus conocimientos -ella decía que sabía solo un poquito- sobre joyería.

Me quedé maravillada cuando me abrieron la puerta y vi que todo brillaba a mi alrededor. Pero era un brillo especial, elegante y lleno de magia.

Y es que una joya es para siempre, puede acompañarnos durante toda la vida... y más allá. Perviven de generación en generación, y su valor sentimental se revaloriza con el paso del tiempo.

De eso y mucho más sabe la saga de joyeros nacida en Cedeira (A Coruña) hace más de medio siglo. "En 1952 los hermanos Ricardo y Aladino Fernández Aneiros iniciaron su andadura profesional en su casa paterna atendiendo encargos de joyas en condiciones bastante precarias. Sólo dos años más tarde la fama de su buen hacer les permitió abrir en Ferrol un taller de joyería y relojería, germen de lo que en su segunda generación está ya ligado a establecimientos tan representativos como Jael Joyería, en Santiago y A Coruña; o JAR, en Ferrol.

Con la ampliación y la puesta en marcha de un taller de fabricación propia, los hermanos Fernández comienzan a partir de 1972 a atender encargos de la Casa Real, Ministerios, jefes de Gobierno, Embajadas o la Marina española.

Ricardo y Aladino lograron establecer un sello de calidad y de confianza que supieron transmitir a sus descendientes, responsables de su ­legado en el momento del relevo ­generacional.

Fue el caso del ­primogénito de Ricardo, un hombre muy trabajador, que falleció hace poco más de un año.

José María (Chema) Fernández "inició su andadura en solitario abriendo en 1994 Jael Joyería en Santiago -en septiembre cumplirá su primer cuarto de siglo-. Fue en la calle General Pardiñas, vislumbrando ya el potencial de una de las zonas comerciales más emblemáticas de la capital".

LAS marcas más prestigiosas. El proyecto, al que se unió dos años más tarde su esposa, Esperanza Fernández -más conocida como Tachi- se inició ya con el respaldo de las marcas más prestigiosas en joyería, relojería y complementos. La intención era la de convertirse en referencia para toda la comarca en la venta de productos exclusivos y de calidad excelente.

En el año 2007 Jael ­inauguró su segunda joyería en Lugo, en la emblemática plaza de Ángel Fernández Gómez, un establecimiento que en 2015 se trasladó al centro modernista de la Ciudad Herculina.

La expansión culminó con la aperturade sendos ­Espacios Rolexen Santiago y en A Coruña, únicos puntos de venta singulares de la firma suiza en todo el noroeste de España.

Con marcas como Rolex, Tudor, Bulgari, TAG Heuer, Montblanc, Longines, Chimento, Hamilton, Certina, Frederique Constant o Hublot..., el establecimiento se destaca como la joyería de referencia en la ciudad y su ámbito geográfico.

En todo momento "han tenido la fortuna de verse rodeados por un excelente equipo profesional y técnico, capaz de responder a los retos y de transmitir a su clientela la confianza que es marca de la casa".

Cuenta también con un esmerado servicio técnico, capaz de reparar y mantener como el primer día las piezas de relojería más complejas; y de taller de fabricación propio.

Siempre al día, apuesta en su sector como el suyo por la transformación digital, una nueva revolución industrial y tecnológica de la que no escapan firmas históricas como Montblanc.

También desde el principio Jael Joyería decidió implicarse en proyectos sociales. Fruto de ello son las colaboraciones con agrupaciones como la ­Fundación Andrea de apoyo a los ­niños con ­enfemedades de larga duración; la ­Federación Down Galicia; la Asociación de Padres o Tutores de Personas con ­discapacidad Intelectual de Lugo; o la Asociación de Ayuda a Niños Oncológicos de Galicia.

Para ellas ha creado colecciones exclusivas, cuyos beneficios se destinan a proyectos solidarios.

Apoyo a eventos culturales y deportivos. Además, Jael está presente en multitud de eventos culturales y deportivos, apoyando la difusión del patrimonio y las artes y la organización de torneos de golf, pádel, gimnasia ­rítmica o hípica.

Si es filántropo quien se distingue por el amor a sus semejantes y por sus obras en bien de la comunidad, así es Chema Fernández, un ejemplo de saber hacer que se incorpora al selecto club Gallegos del Año.