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CON VOCACIÓN DE SERVICIO A GALICIA

Don Feliciano y su esposa doña Isabel Morate rendían culto especial a la familia. En esta imagen de archivo aparecen rodeados de sus hijos, yernos, nueras y nietos en un encuentro convocado por el “patriarca”, celebrado en el Hostal de los Reyes Católicos de Santiago. Su amor a Galicia era incuestionable. Décadas atrás institucionalizó vacaciones oficiales en su querida Baiona y en Playa América, en Nigrán. Respetuoso con la tradición y devoto del Apóstol Santiago, quiso que sus restos mortales reposaran en un panteón del compostelano cementerio de Boisaca. Siempre será recordado en EL CORREO GALLEGO con admiración, respeto y agradecimiento. Sin él no celebraríamos el número 50.000. Foto: ECG

Xoán del Río. Santiago

Cincuenta mil números, cincuenta mil días de continuada presencia en la calle. Son los que hoy, con la comprensible satisfacción por la tarea realizada, motivan ese alto en el camino para, mirando atrás, preparar el futuro. También para hacer justicia a quienes ya no están pero han sabido transmitirnos viva la antorcha de su concreta responsabilidad para que, en fecha tan señalada, la obligada retrospectiva ofrezca la lógica felicidad por el trabajo hecho.

De entre todo ese ingente capital humano hay que destacar como el más significado hacedor del milagro de hoy a un ponteareán de Guláns, Feliciano Barrera Fernández, que dedicó medio siglo de su vida a que aquel proyecto iniciado en Ferrol en 1878 por Abizanda y capitaneado por él desde 1964, ya en Compostela, doblara el nuevo siglo con el mayor ímpetu y desarrollo nunca antes experimentado para alcanzar el contundente guarismo que no hace sino condensar una tarea de más de 142 años. Una trayectoria que seguirá siempre viva en la memoria de la empresa que le reconoció como Editor de honor a perpetuidad.

Conocen bien los lectores de este periódico la exitosa trayectoria empresarial de un hombre que en plena adolescencia y falto de estudios avanzados dejó atrás la aldea para incorporarse como mozo a una sastrería en Vigo, participar por razón de edad en la guerra civil española que terminó cuando “tenía 20 años y, por primera vez, sentía la alegría de estar vivo” iniciando una breve carrera militar que pronto abandonaría para adentrarse en una febril actividad empresarial cuyos éxitos acabarían por demostrarle, andando el tiempo, “de que podía llevar un empresario dentro de mi traje”, actividad que emprendió por “la necesidad de obtener recursos para dar carrera a los hijos y hacer la mía” –culminaría la mayor ambición de su vida, “la de obtener conocimientos”, doctorándose en Ciencias Económicas por la Universidad complutense de Madrid en 1967.

Surgieron así las constructoras Grúbar, Cólbar o Ponteareas, con más de tres mil viviendas construidas; Cerámica San Julián, Cergal, Bouza, Saglas de aglomerados asfálticos, Sampelayo, Hotel Mindanao, Banco Industrial del Tajo, Grupo Barrera y la incursión en la actividad industrial de la mano de Candea, Industrias Plásticas y las gallegas Granitos de Galicia, Aceros del Tea y Construcciones Gulsa porque se sentía “cargado con grandes dosis de añoranza, de solidaridad social , galleguidad y un enorme deseo de proporcionar un pretexto a mi vieja austeridad para hallar un motivo que me hiciese volver con frecuencia a Galicia”.

A esa particular carga de la responsabilidad social, galleguidad, respeto por la familia y sus valores y fe en la capacidad de creación del hombre en libertad hay que achacar la incursión de Feliciano Barrera en el mundo de la comunicación a partir de 1963 de la mano de EL CORREO GALLEGO, que valoró como “la actividad empresarial más delicada de mi vida, no por su repercusión económica en mis negocios, sino por la influencia que la información está ejerciendo en la sociedad postindustrial”.

Como también reconocería, “era plenamente consciente de mi responsabilidad, pero el deseo de hacer algo serio por Galicia, el amor al riesgo y el permanente objetivo de acumular nuevas experiencias me llevaron derecho a esta empresa, que considero de elevado rendimiento en la tarea de promoción de Galicia, pues el periódico puede evitar la crispación y animar toda iniciativa favorable a un mejor nivel de vida”.

Lo antedicho no hace sino resumir una línea editorial que en la persona de Feliciano Barrera, como reconocería también, tenía mucho de quijotesco cuando en 1984 y tras la exitosa celebración del centenario del periódico, se acometió la primera y trascendental transformación del proceso de impresión, enterrando el plomo para dar paso a las más modernas tecnologías de composición. Pero para entonces ya había culminado la “formación del equipo humano” que consideraba sólida y eficaz de la mano de Rey Novoa “un antiguo corresponsal de La Noche en Monforte, con enorme capacidad de trabajo y en pleno ejercicio de su profesión: gallego inteligente”.

Para entonces también, la designación -1982- de Compostela como capital de la autonomía “demostró que se acercaba el tiempo de realizar la deseada reconversión” en esta nueva actividad “que nunca he concebido como un negocio para ganar dinero, sino como el gran negocio de prestar un servicio a la sociedad y a Galicia”.

Bajo esas coordenadas de entrega, servicio y propósito de “animar, estimular y encauzar el ingenio allí donde se manifieste, sin ninguna clase de reservas o recelos paralizantes”, hay que enmarcar la apuesta del editor Barrera por una empresa que posibilitó la creación del primer periódico editado íntegramente en gallego, alumbró acontecimientos singulares como una Carrera Pedestre, los premios Gallegos del Año el Foro del Pensamiento Europeo entre tantas otras, iniciativas todas ellas que no hacen sino refrendar que “todo el progreso del ser humano, desde la noche de los tiempos, tuvo su origen en la voluntad de cambio, en la autopromesa de sacar el mayor partido a la capacidad creativa del cerebro en estado de libertad, y a la experiencia acumulada de una sociedad que vive y progresa gracias a la acción conjunta y coordinada de protagonistas, directivos y ejecutantes”; si acaso, la mejor definición que podría hacerse de esta feliz efemérides de los cincuenta mil números que hoy celebramos.

16 jun 2020 / 01:30
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