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Cuando en tus manos depositan esa cuota de libertad que cuesta imaginar

“¿Por qué quieres estar en este grupo?// “Por que soy un buen policía”// “Siempre creí que los buenos policías no presumían de serlo” (de la serie Bron). En los periódicos hay buenos, malos y los que presumen de periodistas. Pero también los que llevan la profesión en la sangre. Yo soy de los últimos. Solo con vocación e ilusión se puede uno dedicar en cuerpo y alma a esta actividad. En tres décadas y media hubo momentos magníficos (los más) y otros no tan gratificantes, pero siempre antepuse tender puentes a levantar muros. Ahora, con la jubilación a la vuelta de la esquina, me plantean hacer balance en este número 50.000. No iba a ser objetivo y por ello pedí a mis hijos que, equidistantes, se ocupen. Pero antes injusto sería (y pésimo periodista) si obviara que José Manuel Rey, mi director, puso a mi disposición estas páginas para que obrará con una cuota de libertad impensable en otros medios y que aguantó amenazas y presiones (que las hubo) en los momentos más importantes de esta larga carrera profesional. No todos pueden decir lo mismo. El resto del espacio, permita el lector que sea un homenaje a personas importantes. Llegué hasta aquí gracias a mis padres (y a Tita, mi otra madre) que me empujaron a salir de la vía complicada por la que transitaba y estoy aquí, en la recta final, por Noel, Rodrigo y Blanca (y la llegada de Gael que inyectó esperanza en medio del agujero negro de incertidumbres), familia y amigos. Pero sobre todo, sintiendo que Peté y Luna, o Luna y Peté, están a mi lado. Sin ellas no lo habría logrado nunca. Larga vida a EL CORREO GALLEGO.

Vocación, ilusión... agora xa nada é o mesmo!

Son o máis vello dos tres irmáns, lévolle 16 anos a Rodrigo e 24 a Blanca. Pode ser que esto faga que a figura dun pai xornalista teña dende o meu punto de vista tres épocas diferenciadas.

OS REIS DO MAMBO. Nunca esquecerei a finais dos 80 nunha visita ó meu colexio da EXB na que meu pai veu dar unha charla sobre a profesión de xornalista. A ilusión ca que falaba do seu oficio, o sentimento que expresaba... derivou nun final de curso no que se promoveu un xornal escolar e no que moitos dos meus compañeiros tiveran unha vocación temperá cara o xornalismo. Eran días de viño e rosas nos que ser xornalista era algo parecido a unha canción de Loquillo con rubias e descapotables. E iso que aínda non chegara o recoñecemento co Ortega y Gasset. Para min na década dos 90 meu pai desfrutada do seu oficio nunha redacción con moito fume de tabaco e non menos testosterona. No persoal, o final da década golpeoulle duro no que puído ser un preludio do que viña.

MALOS TEMPOS PARA A LÍRICA. Arrancou a década dos 2000, trepidante no informativo na que o terrorismo marcou a axenda internacional e o Prestige a galega. Durante esta década compartimos redacción; eu no dixital e él no papel. Ca perspectiva do tempo teño que desculparme por tódolos enfrontamentos que tivemos. Agora entendo que a lealdade que el sinte por esta casa facíao ‘comulgar con rodas de muíño’ que a min se me atragoaban. O final da década tamén preparou un golpe en forma de crise económica novamente como sinal de mal fario.

BALADA TRISTE DE TROMPETA. Nunha profesión precarizada, cunha redacción dezmada, non cesou no seu esforzo, multiplicouse. Foron moitas as veces nas que almorcei cun xornal no que iniciais recoñecidas asinaban máis da metade dos artigos. No persoal coñecín a outro Pepe, o avó de Gael. Cando está con el vexo a mesma ilusión ca que nos presentou a súa vocación no meu colexio. Pero as poucas veces que agora fala do xornal... xa non é o mesmo.

NOEL PÉREZ PENEDO

Buscando sinónimos entre paternidad y periodismo

Cuando era pequeño consideraba el periodismo como una profesión privilegiada; quizá por tener un padre periodista o quizá por su capacidad para recoger y mostrar información casi al mismo ritmo al que transcurre la vida. Era el altavoz de lo cotidiano, del día a día, de la calle, los pueblos y la gente. Un refinamiento casi académico, casi científico, pura información, directa de las fuentes, prismas de la realidad sobre los que construir conocimientos más complejos, sin pulimiento político o ideológico que pudiese distorsionar el mensaje de alguna manera. Cuando de pequeño oía a la gente decir: “En el periódico dice que hoy va a llover” y todos lo tomaban como cierto, yo pensaba que era mi padre quien lo decía, y que por lo tanto él siempre sabía la verdad. Era la visión de un niño, pero fundamental era la mía.

Ahora la información ya pocas veces llega de la calle o de la gente, llega de los grandes grupos de presión. Los prismas de realidad sobre los que construir conocimiento, ese juego casi científico de mostrar el 2 más 2 y dejar que el público concluyese un resultado, desaparecen en favor de la opinión y la información rápida, mórbida e incontrastable, donde se prioriza mostrar a la gente el resultado del 2 más 2, directamente, antes que toda la fórmula necesaria para entender porque se llega a esa conclusión; en un afán por ser el primero y el más rápido en controlar la información.

Así quiero llegar a la frase: un periodista, cuando escucha a alguien decir que llueve y a otra persona decir que hace sol, su deber no es decir que llueve y hace sol, su deber es salir a la calle a comprobarlo. Pero la experiencia de mi padre da otra vuelta a este texto, el deber del periodista, como el de un padre, es darte las herramientas para que tu salgas al mundo y compruebes con tus ojos si llueve o hace sol. Y esa es la responsabilidad de los periodistas, darte las herramientas para comprender la realidad, como también la es de los padres. Y el no poder cumplir como periodista lo que sí cumple como padre es lo que frustra a mi padre y a todos los periodistas de la verdad. O por lo menos de lo que una vez un niño entendió como la verdad.

RODRIGO PÉREZ fernández

Saber escuchar y valorar cada opinión que llega

La admiración por el trabajo de mi padre me acompaña desde que soy pequeña. Desde aquellas publicaciones que hacía de simples celebraciones con mis amigas, ver su nombre después de ciertos artículos que iban a leer centenares de personas o esos premios que llenan las estanterías de nuestro salón son reflejos de lo que siempre ha significado para mí el periodismo. Pero nada se consigue gratis. En mis primeros recuerdos ya tengo grabada una de las frases características de mi padre: “Me voy a trabajar”. Día sí y día también: en Año Nuevo, en Reyes, en nuestros cumpleaños, en mi graduación... Incluso recibe llamadas cuando estamos de vacaciones que le llevan de vuelta a la redacción. Y muchas veces somos el resto los que viajamos mientras él se queda. Su trabajo no termina en la oficina, si no que lo traslada a casi todos los ámbitos de la vida.

Sin embargo, si hay algo bueno que me ha brindado el periodismo es la posibilidad de hablar con una de las personas más inteligentes que conozco. Mi padre es ese tipo de persona que procurar enterarse de todo para ofrecer datos de los dos argumentos de una discusión. Es dedicado y constante, dispuesto a sacrificar muchas cosas por lo que de verdad le gusta. No le he escuchado ni una vez quejarse por el auge actual de las redes sociales, que siempre parece que va a desbancar a la prensa. Al contrario, él se interesa por aprender y adaptarse. Siempre está pendiente de todo lo que ocurre y tengo que reconocer que personalmente me ha contagiado ese afán por querer saber más. Aunque hay una opinión casi generalizada de que somos los jóvenes los más despreocupados, mi padre se preocupa por mantenerme informada e incluirme en los debates familiares. Nunca minusvalora lo que decimos: ni por saber menos ni por no saber comunicarlo y esa es, para mí, una de las mejores cualidades que debe tener un periodista: escuchar y valorar cada opinión. No obstante, lo más importante y es algo que me gusta destacar, es la pasión que tiene por su trabajo.

BLANCA PÉREZ fernández

16 jun 2020 / 01:27
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