Santiago
+15° C
Actualizado
martes, 23 abril 2024
16:11
h
ÁNGEL SEIJO ROSENDE / Redactor jefe / Santiago

Humor británico y retranca neurótica

No me cuentes tu vida, que no es comercial. La frase desgarrada que canta Sabina es lo primero que pienso cuando alguien amenaza con largarme su historia sin previo aviso. Mucho más si tengo que hacerlo yo. Porque repasar el cuarto de siglo que se cumple justo ahora desde que entré por primera vez en aquella vieja redacción del Preguntoiro supone un desnudo impúdico con muy poco erotismo periodístico. Recuerdo con nostalgia el humo del tabaco, el desorden absoluto y rotundo de mi mesa. Hasta que pasaba el director por allí y aquello se reconvertía en una ecuación vectorial que costaba al menos 24 horas devolver a su estado auténtico. Y así llevamos 25 años, luchando entre nuestro caos y su orden quirúrgico; y dejándonos a veces por imposibles, que la cabra tira al monte y al escorpión le tienta la rana.

Ya entenderán que en tanto tiempo habré hecho algunas cosas. Pero no creo que esto deba convertirse en una competición para ver quién ha acumulado más méritos, o cuántos vips han pasado por tus manos y siguen en tu agenda. Sé que ha transcurrido mucha agua bajo el puente porque tengo al menos una treintena de teléfonos de personas que es muy improbable que contesten. Veinticinco años de esfuerzo mucho más honesto de lo que unos cuantos puedan pensar. Intentando recordar de vez en cuando aquella máxima de que si tu madre te dice que te quiere, contrástalo.

El día que entré por la puerta se cumplía un viejo sueño. Mi primer contacto fue con Caetano Díaz, uno de los grandes de esta profesión puñetera. Aunque yo realmente pregunté por Cipriano, Casiano... Un año de trabajo en O Correo Galego me llevó a la sección de Local, siempre el corazón de un periódico. Y ahí sigo 24 años después, junto a otro de los mejores periodistas que conozco, Demetrio Peláez. Con él salió adelante ese experimento televisivo de aires surrealistas que fue Nos vemos en la carretera, para desfogar nuestra afición común a los viejos cacharros con ruedas y motor, a ser posible humeantes y políticamente incorrectos. Pocas veces nos habremos reído tanto como cuando grabamos esos programas.

Una Redacción tiene mucha vida. En la sección de Local ha habido y hay mucha coña. Mucho humor británico mezclado con retranca neurótica no siempre bien valorada. Puede que los chistes sean los mismos desde hace dos décadas, pero siguen teniendo gracia. Dijo alguna vez el director (que nos pidió que no le citáramos, y yo casi siempre le hago caso) que a menudo le sorprende que, incluso en los peores momentos, al salir de su despacho nos encuentra riendo escandalosamente a casi cualquier hora. No queda del todo claro si lo ve como algo positivo o si le gustaría que curráramos un poquito más.

Junto a Demetrio transcurrieron también momentos menos agradables, pero periodísticamente intensos, como la cobertura desde el primer y hasta el último día del crimen de Asunta, que sin duda nos marcó a todos. En estos años hubo algunos reportajes que tuvieron repercusión especial, como el de los cúteres que colamos en un avión poco después de las medidas excepcionales impuestas tras los atentados del 11-S en Estados Unidos. Y hubo tiempo para dar la vuelta a Europa varias veces con la idea de promocionar la candidatura de Santiago a Capital Cultural Europea del año 2000. O para algún programa que otro en Radio Obradoiro.

Como decía, es evidente que he conocido a unas cuantas personas, a pesar de mi tendencia levemente antisocial, como diría el admirado Krahe. Pero solo voy a mencionar a una. Hace 23 o 24 años, el director me encargó una larga serie de entrevistas. Una de ellas a un médico excepcional, humano y humanista. José Luis Puente Domínguez me marcó por su sencillez y por su trato. Yo era un manzanillo y él un profesional consagrado, uno de los grandes. De esas personas que recuerdas muchos años después aunque tengas memoria de pez de colores. No crean que pasa demasiado a menudo, con tanto político que se cruza en tu camino.

En todo caso, es una faena tener que echar la vista atrás y comprobar que has gastado ya mucha vida. Que lo mejor que te ha pasado nunca lo vas a poder escribir aquí, que luego todo se sabe. Y que muchas de esas vivencias, maldita nostalgia, tienen que ver con el periódico y con el periodismo. Como en una infinita canción de Leonard Cohen, siempre.

Como un pájaro sobre el alambre,

como un borracho en algún viejo coro de medianoche,

he intentado, a mi manera, ser libre.

16 jun 2020 / 01:24
  • Ver comentarios
Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
Tema marcado como favorito